sábado, 11 de diciembre de 2021

RESULTADOS DEL NOVENO CONCURSO ESTATAL PENSADOR MEXICANO DE LITERATURA ESCRITA POR NIÑOS Y JÓVENES 2021

Nos complace anunciar a los ganadores de nuestro NOVENO CONCURSO ESTATAL PENSADOR MEXICANO DE LITERATURA ESCRITA POR NIÑOS Y JÓVENES 2021, no sin antes disculparnos de antemano por la tardanza del veredicto, pero sucedió que este año llegaron más trabajos que en ninguna otra emisión y un par de esos trabajos eran novelas largas, lo cual dilató nuestro trabajo. Sin embargo, ello nos llena de satisfacción al saber que cada vez llegamos a más niños y jóvenes y que por ende, la calidad de los trabajos es de mayor calidad. Como sabrán, este año el concurso cambio de nombre y se ha decidido dedicarlo a la memoria de don Joaquín Fernández de Lizardi, El Pensador Mexicano, quien vivió durante largos años en nuestro Tepotzotlán, sede de este concurso. Por ello, la emisión 2021 se dedica a quien es considerado el primer novelista de las Américas. Sin más, nos place anunciar a los ganadores de este años, señalando solamente que el municipio de Naucalpan se significó por ser el lugar de origen de dos de los ganadores. Enhorabuena a todos los participantes.

Primer lugar

Espectros

Jorge Verduzco Vega

Tlalnepantla

14 años

 

Segundo Lugar

Tengo un alma. Yo tengo 43 almas.

Jesús Eduardo Díaz Mondragón 

Naucalpan

14 años

 

Tercer lugar:

Timoteo

Amada María Martínez Rodríguez

Ixtapaluca

17 años

 

Menciones honoríficas

Pedazos de papel y tinta

Diaz Mondragón Alice Yuriko

Naucalpan

17 años

 

Demencia

Renée Agustina Trejo Vergara

Tepotzotlán

13 años

 

Malinalxóchitl

Emmanuel Escalante López

Malinalco

16 años

 

Autores no mexiquenses cuya obra muestra una considerable calidad

 

Lorena Carolina Váquez Trujillo de Tuxtla Gutíerrez, Chiapas

Vanessa Balderrama Lizárraga de los Mochis, Sinaloa.

Guadalupe de Jesús Pérez Ledesma de Yahualica, Jalisco.

Sofía Calderón Álvarez de la Ciudad de México



TRABAJOS GANADORES

 Primer lugar

Espectros

Jorge Verduzco Vega

Tlalnepantla

14 años


Kevin salía de la escuela solo. No tenía ni un solo amigo. Él tenía doce años, era de piel morena, su cabello era café oscuro, tenía unos ojos negros penetrantes, delgado y no poseía destrezas físicas.

 Eran las dos de la tarde y el sol brillaba con intensidad, sus padres no lo recogían, a ellos no les importaba. Su padre era alcohólico y su madre era apostadora.

La calle por la que caminaba era solitaria, vacía. Kevin vio de reojo a una camioneta; no le dio importancia. Después de unos minutos vio que todavía lo seguía la camioneta. Empezó a caminar más rápido y la camioneta aceleró. En ese momento corrió lo más rápido que pudo; pero la camioneta aceleró hasta quedar a su lado. La puerta se abrió y un hombre lo jaló hacia adentro; el chico intentó escapar, pero no era tan fuerte y terminó dentro del vehículo. El hombre que lo secuestró le dio un puñetazo, dejándolo noqueado.

Varias horas después Kevin se despertó, adolorido. Estaba completamente atado. Observó a su alrededor; era un lugar grande, había pocas luces, por lo que estaba muy oscuro y en penumbra. Podía ver a los tipos que lo habían secuestrado, los cuales cargaban armas, y a un hombre que estaba hablando con ellos. El hombre era gordo, tenía una apariencia sucia y era un poco calvo.

Kevin se empezó a sentir asustado y nervioso, en ese momento recordó porqué no tenía amigos; cuando él sentía emociones negativas, a veces podía escuchar voces e interactuaba con ellas. Todos en la escuela lo consideraban anormal por eso; Esa era la misma razón por la que sus padres no se preocupaban por él, ellos pensaban que estaba loco.Por suerte, no escuchaba voces en ese lugar.

Pasaron los minutos, y Kevin no podía escuchar de lo que estaban hablando los secuestradores. Luego de un tiempo, el hombre gordo les entregó una maleta a los tipos armados, los cuales la abrieron y sacaron lo que parecía ser dinero, ellos lo contaron y asintieron con la cabeza.

Uno de los secuestradores se dirigió hacia Kevin, quien estaba en shock, este lo arrastró hasta el hombre gordo. El chico pudo sentir el hedor que emanaba y estando frente a él, se percató de que sufría escoliosis, porque tenía los hombros desalineados, uno más arriba que otro. Lo observó atentamente, con miedo de lo que pudiera pasar, y se dio cuenta de que tenía en su mano un tatuaje de un cráneo entre dos pistolas, similar a la bandera de los piratas.

El hombre sonrió, llevó a Kevin hacia su auto y comenzó a manejar. Ninguno de los dos habló durante todo el camino. En eso, el hombre rompió el silencio.

-Quiero que una cosa quede clara, cabrón. No estoy para juegos. Tú vas a hacer lo que te diga sin rechistar. Si no me obedeces, habrá consecuencias.

Kevin no respondió, estaba asustado. El camino se le hizo muy largo y no sabía dónde estaba. Hubo un punto en el que solo veía árboles. Poco después vio una casa hecha de madera.

El hombre llevó a Kevin hacia la casa; al entrar, vio el interior, no había ventanas, la única fuente de luz en ese lugar eran los focos.

El hombre colocó un candado en la puerta, y miro fijamente a Kevin.

-Hay una habitación arriba, allá te vas a dormir. Tu única labor será servirme; limpiarás la casa, prepararás la comida, acomodarás las cosas. Si haces alguna cosa mal, vas a sufrir -dijo el hombre.

Kevin asintió y subió. Estaba aterrado, se sentía indefenso, débil.

Cuando llegó a la habitación vio que había varios chicos, los cuales estaban de pie, lamentándose, sin percatarse de la llegada de Kevin.

- ¿Hola? -Dijo inseguro Kevin, no sabía que habría otras personas ahí. Ellos lo voltearon a ver, sorprendidos; cuando los vio también se sorprendió:tenían la piel pálida, los colores de los ojos estaban invertidos, lo que debía ser blanco era negro y el iris lo tenían blanco.

-… ¿Puedes vernos? -preguntó una chica de al parecer trece años.

-Si, ¿Porqué no lo haría? -preguntó Kevin.

Pero entonces el hombre abrió la puerta; los chicos se asustaron y él gritó:

-¡¿Con quién diablos estás hablando?!

-Con los otros chicos -respondió Kevin tembloroso.

-¡¿Qué otros chicos?! -gritó con ira el hombre.

-Con los que están aquí… -dijo Kevin, (los cuales seguía viendo)

-Te dije que yo no iba a estar para juegos -dijo el hombre. Dicho esto, le pegó un puñetazo en el estómago y en la cara. Kevin cayó al suelo y escupió sangre. El hombre lo levantó y le dijo lentamente: Que esto no se vaya a repetir ¿oíste imbécil? Somos los únicos en la casa.

Kevin asintió asustado y aguantándose el dolor. El chueco lo dejó caer al suelo y escupió encima de él mientras se retorcía.

Cuando el chueco salió, Kevin se agarró la cabeza, aturdido. ¿Qué había pasado? Cerró los ojos, intentando encontrar una explicación. No la halló.

-Dios, ¿Si estoy loco? -se preguntó a sí mismo, molesto.

-No, no lo estás -dijo un chico.

-Claro que sí, me estoy imaginando esta conversación porque estoy loco -respondió Kevin de mala gana.

-No te estás imaginando nada.

-¿Entonces qué otra explicación hay? Además, escucho voces cuando me pongo nervioso.

-Es que no somos producto de tu imaginación -respondió el chico.

-¿Y entonces porqué él no los vio?

-… Porque estamos muertos.

Kevin se quedó en silencio, tratando de comprender.

-Es obvio que no es cierto, no estoy platicando con un fantasma; en este momento tengo cosas más importantes de que preocuparme ahora.

-Si no nos crees, mira el cajón blanco que está junto a la cocina. Ese hombre siempre toma una foto del niño que compra-dijo una niña de al parecer siete años que intentaba reprimir su llanto.

Kevin lo pensó, sabía que a ese hombre no le iba a agradar nada que estuviera husmeando sus cosas. Pero lo que la niña dijo le parecía demasiado concreto para ser producto de su imaginación. Es más, si lo que decían era cierto, explicaría muchas cosas.

Kevin esperó hasta la noche, cuando el hombre dormía, para poder salir de la habitación y dirigirse hacia la cocina. Caminó lentamente, tratando de ser cuidadoso para no despertarlo; vio que estaba en el sillón, con la televisión encendida. Cada paso lo daba lenta y cuidadosamente, para no ser descubierto. Llegó a la cocina, buscó el cajón que le había descrito la niña, lo encontró. Lo abrió poco a poco y descubrió que era verdad, ahí estaban las fotos de todos los chicos que había visto. Era imposible que las hubiera visto antes, por lo tanto, no eran parte de su imaginación. Eso significaba… que las voces que él oía nunca fueron imaginadas, sino que eran espíritus. Entonces comprendió como podía ver a los chicos y no solo oírlos: al ser secuestrado experimentó una gran angustia que lo detonó.

Regresó silenciosamente a la habitación, los fantasmas lo estaban esperando. Kevin tenía una pregunta, la cual debía saber, pero no quería oír la respuesta, ya que sospechaba cual sería y le aterraba la idea.

-Oigan… ¿Cómo murieron? -preguntó Kevin, sin saber cuál sería su reacción.

Todos se quedaron un momento en silencio. Hasta que un chico alto respondió.

-Todos los que estamos en esta habitación, menos tú, claro, hemos sido asesinados por ese hombre. La niña más pequeña empezó a llorar mientras que una de ojos rasgados la abrazaba.

-Él nos asesinó de las maneras más horrendas que te puedas imaginar -continuó el chico-. Todos a los que compra le servimos exactamente una semana, y al séptimo día nos mata; tortura solo por diversión y a cada víctima la mata de una manera única.

Kevin se sintió atemorizado, estaba en la casa de un asesino.

-Pero no te preocupes, tu sí puedes escapar -dijo otro chico.

Kevin lo miró confundido, y una chica agregó: Debido a que puedes comunicarte con nosotros, te podemos ayudar. Verás, algunos de nosotros investigábamos la casa mientras él dormía, y encontramos algunas cosas que te pueden ayudar a escapar de este lugar.

-También podemos avisarte si elchueco está cerca.

-¿El chueco? -preguntó Kevin, al descubrir cómo se referían al hombre.

-Si, ¿Qué no viste lo chueco que tienelos hombros?

Kevin asintió con la cabeza, mientras pensaba rápidamente. Pronto comprendió la ventaja que tenía, se podía comunicar con personas que ya habían estado allí antes y encontrar lo necesario para escapar de allí.

 A Kevin se le ocurrió un plan: al día siguiente mientras limpiara la casa comprobaría qué tan cierto era lo que los fantasmas le habían dicho respecto a los hábitos del hombre, lo que había en la casa, así como los atajos que podría tomar para escapar.

-Oye, ¿Qué se siente ver fantasmas? -preguntó un chico de orejas grandes.

Kevin sonrió por lo irónico de su pregunta, por lo tanto, comenzaron a hablar sobre sus vidas. Resultaba que el nombre de aquel chico era Diego y tenía los mismos gustos que Kevin. Rápidamente se hicieron amigos. Le parecía divertido a Kevin que uno de los pocos amigos que había hecho estuviera muerto.

Se dispuso a dormir. Esa noche, soñó con una criatura, estaban en una especie de vacíouno frente al otro; la criatura no le hacía nada, pero su sola presencia lo incomodaba. Después de un tiempo, aquello empezó a hablar en un lenguaje que Kevin no conocía; la criatura repetía una y otra vez unaspalabras, y Kevin solo lo escuchaba. Luego de un tiempo, se despertó sudando frio, todavía era de noche, por lo que se volvió a acostar en la cama, intentando dormir.

A la mañana siguiente, una chica bajita le indicó a Kevin que en la habitación del chueco, específicamente en el armario, había una llave que le serviría para abrir un cuaderno, el cual tenía una cerradura.

En cuanto el chueco se levantó, obligó a Kevin a barrer toda la casa, a limpiar su ropa, preparar el desayuno, entre otras cosas.

Kevin, mientras realizaba lo que le ordenaba, inspeccionaba la casa y vigilaba al hombre, para conocer sus hábitos y averiguar en qué momentos podía investigar. Algunas horas después, el chueco le gritó desde la sala que ordenara su habitación y acomodara su ropa.

Kevin se dispuso a entrar en la habitación del hombre mientras los fantasmas vigilaban que siguiera sentado en el sofá de la sala. Kevin miró a su alrededor buscando su armario, unos momentos después lo encontró, se dirigió a él y buscó dentro, cuando encontró la llave, sintió una especie de orgullo. Pero cuando se disponía a salir de allí, Diego atravesó la pared y le gritó que se escondiera, le hizo caso y se ocultó en el armario, poco después pudo ver alchueco entraren la habitación. No lo podía creer, se suponía que debía quedarse en el sofá. El chueco se paró en medio del lugar mientras miraba a su alrededor.

-¡Maldito bastardo! ¡No acomodaste ni un carajo! Más vale que te escondas muy bien, pequeño imbécil.

El hombre estaba muy cerca, Kevin sabía que, si lo encontraba, probablemente lo mataría. Aguantó la respiración lo más que pudo, y cuando exhaló, procuró hacerlo lo más silencioso posible. Sentía que iba a morir, sentía que todo había terminado.

Sus piernas temblaban, se sentía paralizado. Pero contra todo pronóstico, el chuecosalió de la habitación. Kevin se quedó un rato en el armario; inmóvil. Pronto le preguntó a los fantasmas, procurando susurrar débilmente, que en dónde estaba la puerta que debía abrir. La chica bajita le dijo que ella se lo iba a mostrar, y le pidió que la siguiera.

Cuando él salió del armario, abrió cuidadosamente la puerta,sin hacer ruido. Pero antes de eso, tomó la llave y la llevó consigo. Caminaba lentamente, dando pasos ligeros mientras iba detrás de la chica. Los tablones que había en las ventanas no lo cubrían todo, por lo que se podía observar la luz del exterior iluminando tenuemente por donde él caminaba.

Pronto escuchó una serie de pasos lentos y disparejos cerca de él. Se escondió debajo de una mesa y observó cómo lo buscaba, respirando pesadamente y maldiciendo para sí mismo. Lo paso de largo, sin siquiera notar la silueta que había debajo de su mesa. Cuando Kevin dejó de verlo, salió de allí y continuó siguiendo a la chica.

Pronto llegaron a una puerta blanca y la abrieron. A diferencia del cuarto del chueco, ese lugar estaba ordenado, había un escritorio con una lámpara de noche, varios libreros y una silla.

-El cuaderno está en el cajón izquierdo -le dijo ella mientras señalaba el escritorio.

Kevin se acercó cuidando de no hacer sonar ningún tablón y abrió el cajón. Dentro encontró un cuaderno rojo con un candado. Sacó la llave del bolsillo y la utilizó; momentos después el candado cayó al suelo. Abrió la libreta y en la primera página leyó “contraseña de la caja fuerte” y abajo estaban escritos unos números. Kevin supuso que eso era todo lo que necesitaba, pero le entró curiosidad y siguió leyendo. Encontró tarjetas de crédito y dinero en efectivo. Unas páginas después descubrieron una fotografía de su captor cuando era joven, en la cual se veía sonriendo junto a otras personas en lo que parecía una lujosa casa. Siguió pasando las pasando las páginas y en todas se veía que el hombre creció en una familia adinerada.

-Si, al parecer, el chueco nació teniendo papis ricos -contestó la chica antes de que Kevin dijera algo -. Esadebe ser la razón del cómo puede comprar tantos niños, su familia lo paga todo.

-¡Kevin, cuidado! -dijo una voz atrás de él. Giró para ver quién había hablado, pero pronto la puerta se abrió de golpe, y una voz similar a la que produciría un león cazando a su presa, tronó en la habitación.

-Te encontré cabrón -Kevin pudo distinguir la figura del chueco y su sombra larga y torcida. Se acercó y lo jaló del brazo, Kevin intentó resistirse, pero él le metió un puñetazo en el rostro, rompiéndole la nariz yno pudo hacer más.El chueco lo llevó hasta el sótano, donde había muchas herramientas.A lado de un mueble, había una caja fuerte;a pesar de tener los ojos entrecerrados por la sangre y el dolor que estaba sintiendo, dedujo que aquel código podíaabrirla.

El chueco sacó un látigo; pateó al chico en el estómago y le quitó la playera manchada de sangre, para comenzar a darle latigazos. Aquel indefenso niño gritó de dolor con cada golpe que recibía, podía sentir su piel abrirse y su carne cortarse. La sangre de su espalda se sentía caliente, y el látigo se bañaba de esta.

 Un par de minutos después, el chuecoparó y se pudo ver como le dejó la espalda, con los músculos visibles. Kevinno podía parar de llorar, pero intentaba evitar hacer ruido. El chueco, después de “castigarlo” le ordenó que fuera a su habitación.

Kevin regresó en silencio, sufriendo. Cuando los fantasmas lo vieron, se preocuparon por él. Sabiendo que ya no debía hablar, lo dejaron descansar, mientras ellos se quedaban en silencio, observándolo.

Esa noche, volvió a soñar con la criatura y esta vez pudo escuchar con claridad lo que le decía; repetía una y otra vez las mismas palabras, Kevin no las podía entender, pero sabía exactamente lo que estaba diciendo; luego, el ser dijo algo que Kevin pudo comprender: Di estas palabras, dilas, dilas, dilas…

De repente, Kevin se despertó, no sabía lo que había pasado; pero presentía que había sido más que un sueño. Estaba la habitación a oscuras, era de madrugada, pero no tenía idea de qué hora era. Su percepción del tiempo se había perdido, para él, cada minuto allí era una eternidad. Se quedó un tiempo allí, sintiendo un indescriptible dolor en su espalda. No se escuchaba nada más que su propia respiración. Recordó la caja fuerte que estaba en el sótano y decidió que no perdería tiempo. Se levantó bruscamente, pero pronto lo lamentó al sentir un punzante dolor en su espalda.

-¿Tuviste una mala pesadilla? -preguntó Diego, mirándolo fijamente. Por un momento esto le sobresaltó, pero cayó en cuenta de que los fantasmas no dormían.

-No, ¿En serio? Yo creí queera una buena pesadilla, ya sabes lo divertidas que son -respondió sarcásticamente, segundos después se sintió mal-. Lo siento, pero es que este dolor me está matando, no te imaginas como es.

-No, ¿Cómo lo voy a saber?, no es como si estuviera muerto o algo así -le contestó sarcásticamente.

-Olvida la estupidez que dije. En este momento debo hacer algo importante.

Kevin abrió la puerta cuidadosamente, y caminó muy despacio. Diego lo siguió, para asegurarse de que no pasara nada. Cuando llegaron a las escaleras, paso a paso Kevin bajó por ellas, mientras que Diego lo hacía sin ninguna preocupación, y ante cualquier mínimo ruido, este último le avisaba a su amigo para que se quedara quieto. Pronto llegaron a la puerta del sótano. Diego se quedó afuera para vigilar mientras Kevin abría la caja fuerte. Cuando la encontró, insertó el código; pero se dio cuenta de que no lo recordaba bien, cuando falló, la caja soltó un pitido agudo. Diego le gritó que dejara de hacer eso, que el hombre lo iba a descubrir. Kevin hizo caso omiso y siguió insertando códigos mientras pitido tras pitido sonaba. Se comenzaba a sentir nervioso cuando por fin dio con la clave. Abrió la caja y encontró dos llaves más y una fotografía. La tomó y la observó con atención; en ella estaban el chuecoy otros hombres, todos llevaban el mismo tatuaje de calavera que Kevin había visto en la mano de aquel tipo, todos estaban sonriendo. Volteó la foto y descubrió un texto escrito detrás de esta: “El inicio de una nueva era”. El chico desconocía a qué se refería. Cuando terminó de leer, Diego atravesó la puerta y lo miró a los ojos preocupado.

-Escóndete -le gritó, apuntando con su dedo índice debajo de un mueble. Kevin tomó las dos llaves y cerró la caja fuerte para que el hombre no se diera cuenta de lo que había hecho. Se ocultó bajo el mueble que le indicó su amigo y escuchó la puerta abrirse de golpe, seguido de una serie de lentos y disparejos pasos, mientras resonaba una profunda respiración.

-Deja de esconderte, niño. No te haré nada si apareces. Vamos, no eres estúpido. Si sigues aquí, solo debes salir -caminó por el sótano, el cual estaba a oscuras. Intentó encender el foco, pero no ocurrió nada cuando presionó el interruptor-. ¡Por un demonio, el maldito generador está fallando! -Rodeó el lugar, llegando a patear algunas sillas para ver si el chico reaccionaba. El corazón de Kevin latía a mil por hora, intentó aguantar la respiración, evitandohacer algún tipo de ruido, pero ese lugar estaba repleto de polvo y comenzó a sentir un cosquilleo en la nariz.

“Por amor de Dios, esto no puede estar pasando, no en este momento” se dijo a sí mismo. Sentía que estaba a punto de estornudar, pero no debía hacerlo, ya que eso delataría su posición y…

La desalineada silueta del chueco se notaba cada vez más cerca; Kevin, desesperado, con sus dedos presionó su nariz, pero eso no iba a funcionar; Intentó pensar en otra cosa, sacar de su mente aquella temible situación. Sin embargo, hiciera lo que hiciera, no lo podía evitar.

Pero pronto, el tipo caminó hacia las escaleras, a paso lento, solo se escuchó la puerta abrirse y cerrarse de golpe, llevándose la escasa luz que llegaba, y dejando a Kevin en completa oscuridad. Se sintió aliviado y dejó escapar el estornudo que tanto había evitado soltar.

-¡Aquí estás! -gritó el chueco con rabia mientras jalaba a Kevin hacia afuera, con un martillo en la mano. Cuando logro sacarlo, lo golpeósonriendo con malicia-. Alguien debe enseñarte a no poner las manos en lo que no es tuyo. -dicho esto, empezó a golpear la mano del menor con el martillo mientras este gritaba, fracturándosela. Kevin podía sentir los huesos de su mano partiéndose ante la fuerza del duro objeto de metal; estaba conmocionado por tanto dolor.

El chueco no tardó en llevarlo a su habitación, lo metió adentro y cerró la puerta con seguro, para que no volviera a escapar. Kevin seguía llorando y gritando. Los fantasmas intentaban calmarlo, pero era inútil. Diego buscó entre los pocos cajones que había, pero no encontró nada que pudiera ayudarlo.

-Ahora ya no podrás escapar -le dijo Diego, con total seriedad. Kevin sabía que tenía razón, el hombre lo encerraría de ahora en adelante cada vez que terminara con sus obligaciones hasta que finalizara la semana.

-Jamás podré escapar -se dijo Kevin para sí mismo, con un nudo en el estómago y una sensación horrible en la mano. Caminaba de un lado a otro, angustiado. La desesperación lo estaba llevando al límite de su cordura.

Asesinos, fantasmas, torturas… en el pequeño mundo que el joven vivía, eso parecía como un cuento de terror, cosas que nunca creyó que presenciaría, mucho menos que viviría.

-¿Pero no conseguiste nada? -preguntó un chico de ojos pequeños.

-Bueno, conseguí dos llaves, pero no me servirán de nada si estoy encerrado.

El fantasma pensó por unos segundos, y dio un rápido vistazo a la puerta. Momentos después le contestó-. Tienes dos llaves, si quitamos la llave que probablemente abre la puerta de la casa, sobra una.

-Si, ¿Qué tiene?

-Que solo necesitas una llave, por lo que sobra otra, entonces, ¿Para qué servirá?

-No lo sé, ¿Cuál es tu punto?

-Que esta puerta tiene seguro, por lo que, si una abre la entrada de la casa, entonces la otra abre la habitación -contestó con orgullo. A Kevin le sorprendió su deductiva forma de pensar,digna de un detective. Se dirigió a la puerta y probó con una llave, no funcionó. Probó con la otra, la puerta hizo un clic y se abrió. Diego lo volvió a seguir, junto a los otros fantasmas. Bajaron por las escaleras y llegaron a la sala. El hombre estaba dormido en el sofá, a pesar de solo haber pasado una media hora desde que lo encerró en su habitación. Cuando Kevin se acercó, descubrió que el chueco había puesto una escopeta sobre su regazo.

-Este hijo de puta duerme como un tronco -comentó la chica bajita que le había ayudado la otra vez-. Kevin, ¿Por qué no matas al maldito y nos haces un favor a todos? Míralo, está durmiendo y tiene convenientemente una escopeta. Solo apunta y dispara. No tiene nada de malo si es él. Ya no tendrás que preocuparte más de él. Recuerda lo que te hizo, ¿No quieres hacerlo pagar?

Kevin la observó en silencio. Lo pensó por unos segundos. No tendría nada de malo, ya que él merecía morir después de todo lo que hizo. Sin embargo, algo en su interior le hacía sentir mal por pensar en ello, como si supiera que no tenía ningún derecho de arrebatar una vida, sin importar lo terrible que fuera.

-No, no lo haré. Soy distinto a él. No quiero matar a nadie, solo quiero salir.

Dirigió su mirada hacia la puerta de la casa y observó el candado;caminó hacia la puerta utilizando la llave; estaba feliz, ¡Iba a escapar!

El candado al caerse hizo un ruido tan fuerte quedespertó al chueco, quien se sorprendió al verlo escapar; Kevin salió por la puerta y corrió sin mirar atrás; el chuecolo siguió. Kevin sintió el viento en su cara y la adrenalina correr por su sangre mientras escapaba. Veía los árboles mientras avanzaba. Pero de prontosintió que su pierna volaba en mil pedazos y cayó. Se dio cuenta de que el hombre le había disparado con la escopeta, ocasionando que su pierna explotara, dejándolo sin poder caminar y sin la posibilidad de escapar.

Kevin empezó a llorar y gritar de la desesperación,del dolor. El chuecose empezó a acercar más y más, Kevin intentaba arrastrarse y avanzar, dejando un pequeño rastro de sangre. Pero no podía moverse mucho. El chueco lo alcanzó y después de darle varias patadas en la cara, comenzó a arrastrarlohasta la casa. Kevin lloraba, sabía que iba a morir; Sentía náuseas, tenía ganas de vomitar.

-…  Fuiste un desperdicio de dinero, no pudiste durar ni una semana, ¡Ni una! ¡¿Oíste, pequeño pedazo de mierda?! Tendré que acabar contigo antes de lo que esperaba. Pensaba divertirme contigo, hacerte temer, hacerte sufrir, arrebatarte la dignidad, bueno… no, eso ya lo hice con una niña de siete años, la disfruté mucho, sobre todo por su forma de llorar, como toda una puta. Tu no la conociste, ni lo harás, pero créeme si te digo, que era difícil no compadecerse de ella, pero no imposible -soltó una pequeña carcajada mientras Kevin se arrepentía de no haberle hecho caso a la chicabajita.

-No… por favor ¡Piedad! -gritaba Kevin con lágrimas en los ojos.

-Piedad… ja, que risa – dijo el chueco burlándose de Kevin.

Cuando llegaron a la casa, el hombre paró un momento para arreglar el generador, cuando lo logró, arrastró a Kevin hacia el sótano, el cual se veía mucho más oscuro que antes.Encendió las luces y empujó a Kevin mientras de un cajón sacaba un hacha.

-Bueno, creo que este es el adiós, pero lo hiciste bien. Ninguno de los otros llegó tan lejos. Es una pena que no vivas para contarlo -dijo el chueco al quitarle la camisa y prepararlo para atravesar su pecho con el arma.

-No, por favor ¡No! -gritó Kevin con desesperación. De repente, Kevin recordó el sueño que había tenido y, por impulso, empezó a repetir en voz alta las palabras que decía aquel ente.

El chueco entonces atacó. Pero cuando el hacha tocó el cuerpo de Kevin, ésta se desintegró.

-¡¿Qué demonios?! -gritó el hombre sorprendido.

Kevin también se sorprendió, y cuando volteó a ver, vio que todos los fantasmas estaban rodeando la habitación, tomados de la mano, expectantes y mirando hacia una pared; ésta empezó a quebrarse y el hombre retrocedió.

-¿Qué está pasando? -Preguntó el chueco, atónito.

La pared de pronto se rompió en pedazos y dejó ver una especie de portal, salió mucho polvo, tanto que cubrió el sótano por completo. Entonces, en medio de aquella neblina de polvo, vieron al ente salir del portal.

Era esquelético, encorvado, tenía dos ojos completamente blancos, su piel parecía haber sido desollada,su mandíbula era tan larga que parecía que formaba un grito, las vértebras sobresalían de su espalda y no tenía manos, sus brazos terminaban en punta.

-Tú, maldito pecador, vas a sufrir por todas las vidasque arrebataste e infancias que robaste -Dijo la criatura con voz de ultratumba-. Te preguntabas cómo este mortal pudo casi escapar,él tiene un don, puede hablar con nosotros, los seres del más allá.

-Entonces tendré que reunirlo con ellos -dijo el chueco con seguridad en su voz. Corrió hacia Kevin, iba a matarlo; pero cuando estaba a solo unos pasos del chico, se detuvo, no podía moverse. La criatura estaba en frente de él, y atravesó su pecho con su brazo. El chueco soltó un gemido de dolor y escupió un poco de sangre.

-Iluso humano, me das lástima. ¿Creías que matándolo… iba a irme sin más? No, desde tu primera víctima habías sellado tu destino –el ser hablaba sin mover su boca, dentro de la cual solo había una profunda y temible oscuridad. Se dio cuenta de que el chueco estaba rezando y empezó a reír, burlándose de su ingenuidad-. No hay dios que te salve, reces a quien reces, estás condenado. La salvación no existe. Sufrirás por todo lo que quede de la eternidad, y no puedes hacer absolutamente nada para cambiarlo.

-Por favor… piedad -rogó el hombre suplicante.

-¿Acaso estás pidiendo la misma piedad que les negaste a esos niños? -Preguntó con odio en su voz, mirándolo como un repugnante insecto-.Aquellos que han ocasionado sufrimiento, por mucho que se arrepientan, merecen sufrimiento. Es hora de que empiece el castigo, el verdadero dolor está apenas iniciando -después de decir esto, lo llevó hacia el portal, mientras Kevin y todos los fantasmas lo miraban.

El hombre gritaba y lloraba, intentando agarrarse de algo.

-¡Niño… Ayúdame! Si lo haces te daré cientos… no, miles… ¡Millones de pesos! ¡Solo tienes que hacer que pare!

Pero Kevin no podía reaccionar, estaba inmóvil y estupefacto; sintió un escalofrío recorrer por todo su cuerpo mientras el miedo se apoderaba de él.

Cuando el hombre empezó a atravesar el portal,su cuerpo ardió en llamas, y al terminar de cruzarlo, del otro lado solo quedaron cenizas.

-Para llegar aquí debes estar muerto, por lo que al cruzar, falleciste y dejaste de pertenecer al mundo de los vivos -explicó el ente mientras el chueco miraba a su alrededor, completamente aterrado.

El lugar donde se encontraban parecía una cueva, solo que en lugar de estar hecha de rocas era de tierra.

El chueco intentó alejarse, pero el ser lo partió a la mitad con su brazo, para después empezar a regenerarse lenta y dolorosamente.

La criatura atrajo el alma de la chica bajita a donde estaba, cuando ella cruzó el portal, pudo ver como había muerto; sintiendo una furia incontrolable miró al chueco con un desprecio indescriptible.

-Asesinaste a esta chica destrozando su cabeza, es justo que tú sientas lo mismo-dicho esto, utilizando sus brazosle aplastó la cabeza, manchándolos de sangre y materia gris.

Poco después, su cabeza volvió a regenerarse mientras el ente llamaba a Diego.

-Lo enterraste vivo, dejaste que pasara sus últimos momentos en una horrible claustrofobia, muriendo en la oscuridad, sin poder respirar. Veamos si esto es de tu talla…-de pronto, la tierra de aquel lugar comenzó a levitar y se metió a la boca del chueco, asfixiándolo.

Minutos más tarde, llamó al espíritu de la niña de siete años; apenas cruzó el portal, la criatura lo miró con desdén.

-¿La reconoces? Yo creo que sí. Lo que le hiciste, es innombrable, pero no te bastó con eso. Dejaste su cadáver en una fosa común, completamente abierta para que los insectos la devoraran, y de ella no quedaran nada más que huesos. Sentirás lo mismo que ella -de pronto de su enorme mandíbula comenzaron a salir una infinidad de arañas, cucarachas,polillas, gusanos, etc. Los cuales caían al sueloo volaban haciaelchueco;éste sentía sus patas y quebradizas alas sobre su cuerpo, al mismo tiempo que entraban a su interior, carcomiéndolo por dentro, mientras él lloraba por la desesperación y el temor que sentía. El sonido de las patas y zumbidos llenaron los oídos del hombre,pronto soltó un alarido de dolor y murió; los insectos habían devorado todos sus órganos.

El chueco siguió muriendo de horribles formas, hasta que terminó de pagar por todas las muertes que provocó.

-Ahora, tu castigo serápasar toda la eternidad sufriendo exactamente igual que todas tus víctimas, adquirirás el papel de cada uno de ellos en un infierno sin fin, sufrirás una y otra vez sin nada que esperar del futuro más que muerte y dolor.Éstafue la primera vez, pero no habrá una última.

El chueco gritó con agonía al saber cuál sería su destino. Mientras tanto,el portal empezó a cerrarse, y por un breve instante Kevin miró directamente los ojos de la criatura, y sintió que lo conocía, no sabía de dónde o porqué, pero lo hacía.A los pocos segundos, el portal desapareció.

Todos los fantasmas estaban contentos, algunos lloraban de felicidad;Diego se acercó a Kevin.

-Ahora podremos descansar en paz, gracias a ti, pudimos ver a nuestro asesino pagar.

Sin embargo, otro portal se abrió, Kevin no podía ver lo que había adentro, sus ojos solo observaban oscuridad absoluta a través de él; los fantasmas se dirigieron unas miradas entre sí y sonrieron.

-Bueno… creo que este es el adiós, me tengo que ir. No te preocupes por mí, estaré bien. Ojalá nos veamos en la otra vida -se despidió Diego, para después tomar aire y entrar a aquel misterioso sitio.

Lo acompañaron los demás, sin tener ni una pizca de miedo, sabiendo que así es como debía ser.

Kevin entonces se dio cuenta de que sus manos y pies estaban normales, como si nada hubiera pasado (las heridas de su espalda habían cicatrizado). Kevin sonrió, salió de la casa, sintiendo la brisa en su rostro y la libertad corriendo por sus venas, terminando por fin aquella pesadilla, sabiendo que jamás olvidaría a aquellos espectros que lo ayudaron a sobrevivir.

 


Segundo Lugar

Tengo un alma. Yo tengo 43 almas.

Díaz Mondragón Jesús Eduardo

Naucalpan

14 años


43 días antes de la hora cero.

Yo tengo alma…

Pienso, luego existo. ¿No?.

Yo no pienso.

Yo solo existo.

Yo… tengo un alma.

— Dime una cosa. ¿Me amas?.

— Claro que sí.

— ¿Es en serio?

— Es muy enserio. ¿Es acaso que no ves mi rostro?.

Hubo un vacío de voz dentro del lugar. Unos momentos después el silencio se hizo callar.

— Y… ¿Porqué me amas?

— Mmm… no lo sé. El corazón tiene razones que la misma razón decide ignorar… si

supiera el porqué ya no sería lo que yo siento amor, sería algo parecido a una relación de intercambio.

— Amm… Okay.

Podía escuchar en sus palabras el ligero viento que deja pasar su boca al no obtener la

respuesta que él pensaba. La respuesta que el anhelaba.

—¿Tú y yo qué somos, amor?

— Somos, querido… somos…

No supe responder… pero al parecer la sonrisa de su rostro parecía haber recibido todos los secretos del universo. Yo tenía una respuesta pero no creo que ni yo mismo quisiera escucharla, así que solo la repito en mi mente una vez más mientras el crepúsculo caía entre las montañas el cual era premio y castigo suficiente para mi cabeza contemplar los misterios de mi propia mente:

    Somos parte de un gran proceso en complejidad a partir de la auto organización. La materia auto organizada porque el desequilibrio abrió otro vacío dentro del universo… y entonces se creó la vida. Tú y yo, amor, somos el vacío del universo, somos vida. Somos tú y yo.

“Siempre decimos que estamos abajo de las estrellas. No es así. Yo no creo que sea así. No hay arriba ni abajo, y las estrellas nos rodean por todas partes. Pero decimos que estamos bajo las estrellas, es una belleza escalofriante pero  hermosa. El ser humano siente la inclinación de centrarse en el mal y tal vez por eso siempre desearía que estuvieras a mi lado; pero al menos nos coloca debajo de las estrellas”.

Supongo de esa es una frase perfecta para esta hora del día. Mejor dicho de la noche.

40 días antes de la hora cero.

— Mamá, Papá, tengo algo muy importante que decirles .

— ¿Qué sucede mijo?— pregunto mi madre mientras servía la comida y la ponía en la

mesa

— No nos vayas a salir con tus jaladas de nuevo que querer dejar la escuela ehh, mucho me esfuerzo yo para darte todo lo que necesitas. A ti y a tu hermana que viene en camino.

Exclamó mi padre mientras volteaba a ver el estómago de mi madre. Mi madre se limitó solo a sonreír.

— Lo siento papá pero ya lo decidí, me voy a ir pa’l otro lado de la frontera.

—¡Ya hablamos sobre esto! ¡No nos vas a abandonar aquí! ¡Tu madre está esperando tener a tu hermana! ¡Tú deber es terminar la escuela y ayudarme con la tienda—. Respondió un tanto furioso mi padre

— ¡Si dejó la escuela y me voy a Estados Unidos con Daniel podremos trabajar allá y

enviarte el dinero para todos! ¡Además de que tú ya no puedes trabajar!. Papá, tú ya estás grande, deberías descansar. No vaya a ser que de nuevo te tengamos que llevar al hospital y ahí si no la libras— traté de hablarle lo más tranquilo que podía porque a mí también me iba a doler dejarlos pero era lo mejor para todos.

Mi padre se levantó de la mesa sin dejarme de verme a los ojos.

— ¡Tú no te vas a ir a ningún lado! ¡Y menos con el puto ese de Daniel y sus mariconadas! ¡Mientras vivas en este techo vas a hacer lo que yo diga! ¡Todo esto es por culpa de de él y tuya, si no te hubieras juntado con él no te hubieras vuelto joto y…

Yo no podía voltear a verlo, sabía que era mi error, yo no debí de nacer así…

Sólo escuché un golpe y de repente un grito de mamá. Mi padre no respiraba estaba en el suelo. No se movía. El ya había muerto. Solamente estaba ahí y era lo único que impedía que muriera su alma.

Tres días antes de la hora cero.

… Y entonces se creó la vida… esa pequeña sonrisa dibujada en el ombligo de la oscuridad y allí en el centro se creó la felicidad.

Una persona infeliz no es una persona triste, simplemente no está feliz.

Como no estar felices… Yo estoy feliz mientras tenga vida… Yo estoy feliz mientras pueda: ver al trigo crecer y al pan quemarse…

Yo estoy feliz mientras pueda acariciar la mejilla suave, mientras yo te ame y tú me ames…

Seré feliz.

Últimamente me he sentido solo. La radio canta la canción más alegre que conozco pero yo no sonrío. Todo el mundo se quedó quieto. Los objetos sin embargo nunca se habían sentido más acompañados… y todo por un virus…

La forma más básica de vida en la tierra… aunque la línea ya es medió borrosa la soledad de mi habitación sigue sin tener sentido. Los trazos de mi mano ya no son felices… mientras alguien mire al pan no envida el trigo no podrá dormir… mientras la rosa no sea bella mi corazón no sonreirá.

24 horas antes de la hora cero

Es la última función. El museo está por cerrar. El domo que nos cubre es oscuro…De un segundo a otro el lugar se ilumina todos lo que estamos en la sala nos asombramos, pequeños puntos iluminan las paredes del lugar, empiezo a escuchar una voz conocida. Una voz cálida.

— Esto es mil veces mejor si estas a mi lado—.

La explicación inició con una voz de una joven platicándonos sobre los sistemas, los

planetas, las estrellas sin embargo yo solo podía pensar en Daniel.

Lo amo.

Alguna vez escuché que una persona dijo: “El amor lo puede todo”

Pero no se refería a que fuera una fuerza mágica que termina guerras o gana batallas, se

refería a que hasta el más fuerte sucumbe ante esta.

Esa fuerza que nos deja vulnerables, pero a fin y al cabo felices.

Y eso es lo único que importa.

Daniel solo se giró hacia mí y su palabras eran la canción más hermosa que alguna vez se escribió

— Tú eres mi sol y por eso te amo—.

Yo quería decirle que yo sentía lo mismo .

Él es mi sol, es el desierto y él es la goma de borrar que hace desaparecer la palabra

“soledad”. Pero era demasiado decir y yo siempre sería el tipo que pensaba demasiado, él dijo que diría demasiado poco y Daniel era el tipo que siempre diría lo correcto.

23 horas antes de la hora 0

Sigues acostado en mi hombro… tu cabello negro recae sobre tu rostro como una pintura.

Una obra de arte.

Yo puedo…

Aunque el mismo destino me lancé una roca.

Aunque luego lance la segunda y tercera roca.

Mientras logre subir la montaña…

Yo puedo.

La función ha terminado se escuchó de fondo mientras las luces comenzaban a encenderse.

4 horas y un minuto antes de la hora cero

Ojalá pudiera grabar cada instante de mi vida, ojalá cada instante que grabara se sintiera

como el último y el primero; ojalá pudiera secar la lagrimas de mis ojos secos.

….

Recuerdo el sol en aquel septiembre…

Tú en mi suéter…

Es la persona más sincera atravesando el blanco cielo. Si tú tan solo me miraras luciendo ese suéter. Tú estás luciendo así mientras yo muero.Era un alegre instante de septiembre en la noche. Mi balcón es aguafiestas por no dejarme

ver las luces de la plaza. Si tan solo tuviera balcón. Mamá se durmió demasiado temprano hoy, no alcanzo a ver los fuegos artificiales en la plaza, pero yo no me los pensaba perder así que decidí salir por la ventana.

3 horas antes de la hora cero.

Las luces se apagan mientras camino por la calle gris… no solo era su color, algo olía

mal… no eran las coladeras, tampoco el mismo aire que alborotaba mi cabello, era el olor de que algo no iba bien. Vi a la misma camioneta negra pasar dos veces seguidas, no es demasiado importante. La noche avanza a medida que el camino se vuelve más oscuro. Espero que pueda salir de este laberinto antes de que sea demasiado oscuro para poder respirar.

Hora inexacta

Todos estábamos en el autobús el ambiente está muy tenso, nadie hablaba, el camino estaba muy peligroso pero aún así el autobús seguía…

Hora inexacta

Paso muy rápido…

Muchas balas… muchas armas… mucho ruido… mucha sangre.. demasiados gritos…

movimientos abruptos….

Esta no era una pesadilla de la que pudiera escapar…

Hora inexacta

Eran gritos, era dolor. No era llanto. Era desesperación. No eran encapuchados, eran

caudillos de una guerra absurda y todo por unos huertos de plantas medicinales. No eran

armas, era nuestro final. No eran ráfagas de balas hacia nosotros, eran las causas de un país unido para encontrar a los que se llevaron vivos, porque vivos los queremos.

Hora inexacta

Estaba de rodillas demasiado exhausto para pelear, con la cabeza cubierta de un velo

negro…

La oscuridad que veían mis ojos no era nada comparándola con lo que rodaba por mi

mente. Escuché un arma cargándose, podía escuchar el latido de sus corazones, no más agitado que el mío. Con las manos atadas intenté agarrarme de lo que pude; mis manos se cruzaron con los dedos de una alma conocida. Era Daniel. Su voz se ahogó en el grito de uno de los que estaba frente a nosotros, apreté su mano con fuerza mientras se escuchaba como levantaban sus armas. Aún podía escuchar el latir de sus corazones. Ellos tenían miedo. Ellos también tenían miedo. Un miedo inmenso. Supe que estaban igual de asustados que yo. Que todos nosotros. No estaba suficientemente cuerdo. Ni siquiera estaba seguro de poder hablar. Apenas pude susurrar un suplica.

— Por favor, Daniel. Por favor.

Apretaron el gatillo.

Todo se torno de matices negros.

Hora cero

En mi lápida hay unas letras mal pintadas de un negro desolador y triste…

Mi familia hubiera estado feliz de que volviera a casa

Mi novio hubiera estado feliz de que lo volviera a besar.

Mis amigos hubieran estado felices por salir a pasear juntos.

Mi hermana hubiera estado feliz de haberme conocido.

Mi alma aunque fría, nunca dejó que en mi familia se dieran por vencidos.

Después de mis 43 muertes, sigo aquí con vida.

Después de 42 metros bajo tierra, sigo aquí con vida.

Bajo 40 bolsas de basura, sigo aquí con vida.

Bajo 30 investigaciones por narcotráfico, sigo aquí con vida.

Durante 20 minutos pintando mi rostro en el muro de un panteón, ya no estoy aquí.

Durante 10 horas de camino a la Ciudad de México, ya no estoy aquí.

Por más de 7 años el eco del llanto de miles de familias que suspiran y aún se escucha su canto: ¡Vivos se los llevaron…!

Durante los 5 segundos que recordé a mi padre antes de subir al autobús…

…¡Con vida los queremos!

Gracias por ponerme en sus oraciones…

Aunque yo no creo en la Virgen

Aunque no me conociste…

¡Vivos se los llevaron…!

Tenía un alma…

Quiero de vuelta esos momentos con mi familia…

Quiero de vuelta a todos

¡Con vida los queremos!

Tengo un alma y mientras no se haga justicia…Seguimos siendo 43 almas.

Siendo sincero no tengo idea de cómo termine escribiendo esta historia…

“A veces empiezo una frase y no tengo ni idea de hacia dónde va. Sólo espero averiguarlo en el camino”.

 


Tercer lugar:

Timoteo

de Amada María Martínez Rodríguez

Ixtapaluca

17 años



Timoteo, hijo de la muerte,

a todos los iguala,

su alma, libre de negocios,

en los que se asocian los civiles.

 

Un niño animado

por las rítmicas de su corazón mudo

sosteniendo a la vida con recoro,

tan solo, en su actitud lozana

paralizada en sus manos.

 

Es entonces, donde

empuña los humores negros

por el crispo de su cerebelo,

cuando su calma, pinta

el invisible destello de las estrellas

que atestiguan la diamantina que cae

por el zarandeo juguetón a la luna.

 

Nadie lo toca y el infante altivo

solo bebe la tendencia elevada,

donde empina la despedida

a las cajas celestes -con complejo de algodón-,

ni siquiera la hija de la cumbre, mira nunca antes

las bóvedas en el cielo;

¡Desplomado!

 

guarda espejos en sus ojos,

sin el reino luminoso en que sus pestañas

se quedaron invisibles y sin sombras.

 

Mientras siente la fabulosa confusión

donde el ser en su cúspide se ve trasplantado,

cuando ciernen el cuerpo sobre si,

zambulléndose sin dejarse limitar

-desprendido- al atreverse a mirar al sol,

ahogándose en los prismas de sus lágrimas.

 

En tanto aborrece al entendimiento,

y queda vacío, en la mera plenitud,

replegando de repente las velas nuevas

de su naufragio fundido,

durmiéndose hasta morir,

con su hermana, la esperanza,

 

buena ilusión,

buen hijo,

perdonado - arrullado-  nuevamente.

abandonado en la infinita mortalidad.

 


Menciones honoríficas


Pedazos de papel y tinta

Alice Yuriko Diaz Mondragón 

Naucalpan

17 años


“Aún hay tiempo. Siempre hay tiempos;

Para encontrarnos a nosotros mismos,

A volver a ser quienes éramos.

Un lugar feliz. Un lugar donde aún hay

Secretos del universo que tenemos que

Crecer y descubrirlos”


Mordred DM


Las dudas revelan la realidad de tus esperanzas

Existen ocasiones en las que quisiera tomar todas las palabras del mundo y escribirlas en pequeños pedazos de papel, y lanzarlos al aire. Parecerían aves volando hacia el sol. Sin esas palabras, sin esas aves, el aire sería azul, un limpio y perfecto azul. El mundo siempre ha sido un lugar ensordecedor, sería algo inescrutable y hermoso en medio de tanto silencio. Algunas personas tienen mascotas, muchas de ellas tiene un perro. Yo no. Yo tengo un terapeuta. Se llama Daniel. Prefería tener un perro.

$600

Apenas terminaba nuestra primera sesión, Daniel me hizo un monto de preguntas.

Al parecer no le gustaron mis respuestas. Estoy seguro que no le agrada nada de lo que digo, a eso se dedica; preguntar y no agradarle a nadie. Cada vez que me hacia una pregunta no paraba de contestar: «No lo sé, no estoy seguro»

Me imagino que se cansó.

Tal vez no era que no sabía, tal vez simplemente no quería contestar, no lo sé, no estoy

seguro.

— No estás seguro de muchas cosas, ¿verdad, Aris?

— Sólo mis amigos me llaman así y si, supongo que así es — dije. No quería hablar con

él, no con él.

— De acuerdo, háblame de ellos.

— ¿De quiénes?

— De tus amigos, ¿Cómo es tu relación con ellos?

— No lo sé, no estoy seguro —. Supongo que esas eran una de mis palabras favoritas,

probablemente son la respuesta a mis problemas, las respuestas a mi vida.

Daniel solo asintió mientras se acomodaba sus lentes viejos al igual que el papel tapiz.

Sabia lo que Daniel pensaba. A él le gusta mucho eso. Pensar. Él es un hombre amistoso y pensativo, pero a mí no me agradan los tipos amistosos.

— Te voy a dar una tarea — comentó.

Tarea. Está bien —. Quiero que me cuentes algo significativo, algo importante sobre ti.

Sólo lo mire.

— ¿Algo significativo? ¿Cómo qué?

— Sabes a qué me refiero, Aristóteles.

— Claro.

Sonrió por la manera en la que dije:

«claro».

— Puedes hacerlo por escrito o dibujar algo.

— ¿Escribir?.

 No contestó.

— Sí, ok. — expresé.

— Está bien que estés enojado conmigo. ¿Lo sabes?

— No estoy enojado contigo.

— Suenas irritado. Suenas molesto.

— Estoy cansado

— ¿Con quién estas enojado? — me interrogó.

— No lo sé, no estoy seguro —. No lo sé, no estoy seguro.

— ¿Puede ser honesto contigo, Aristóteles?

— Si, claro —. Sé honesto.

Solo eso me faltaba.

— No creo que estes diciendo la verdad. Creo que estás muy molesto —.

Quería decirle algo. Algo que empezará con «vete» y terminará con

«a la mierda». Pero no lo hice. No debía hacerlo.

— Haré mi trabajo — respondí.

Regresé a mi casa. No había nadie.

Tomé mi diario y lo hojeé. Estudié mi letra. Tenía muy mala letra. Nadie podría leerlo, pero yo sí. Esa era la buena noticia. No es que alguien querría leerlo.

Odiaba tener un diario, era como tener un conteo personal de mi propia estupidez. Esa era la mala noticia. Estuve sentado demasiado tiempo mirando ese cuaderno, odio mi diario pero…

Creo que es una buena manera de saber en lo que has mejorado y en lo que hemos empeorado.

Supongo que yo voy empeorando.

 Esto fue lo que escribí:

 No me gusta recordar.

 Recordar me hacer sentir muchas cosas.

 No me gusta sentir cosas.

 

 Estuve observando otras hojas de mi diario, en casi todas solo hablaba de mí. Excepto una:

 

 Este verano aprendí a patinar. No, eso no es cierto. Alguien me enseñó. Max.

Arranqué la hoja.

A veces solamente necesitamos saber lo que

nos escribieron en el interior.

Yo no creo en Dios. No estoy seguro de creer en algo.

No lo sé, no estoy seguro.

Pero tengo mis teorías. Cuando nacemos, todos llevamos escrito algo con lo que nos

identificamos, algo de lo que somos. Algo de lo que necesitamos ser..

Como yo lo veo… algunas personas llevan escritas la palabra «valiente», a otros

tienen la palabra «sabio», otros tantos tienen «feliz». Yo ni siquiera se lo que llevo

escrito.

Supongo que Max no estaría de acuerdo conmigo.

Trate de no pensar en Max. No funcionó.

Recuerdo la lluvia, en andar por las calles sin ti. Me caí al suelo y no volviste por mi.

En ese momento solo quedaba que la tormenta se apiadara de mi.

Una vez que aceptas tus miedos, ya no son

miedos sino limitaciones.

Recuerdo la lluvia, el andar por las calles por ti. Me caí al suelo y no volviste por mi.

En ese momento solo quedaba que la tormenta se apiadara de mi.

A lo lejos se veía una sombra que parecía mi único fin. Pero era mamá con corriendo

por la tormenta que intentaba partir a él mundo en dos; pero este mundo era el que

me hacía resistir. Ver como la lluvia forzaba a el mundo a partirse en dos, y ver como

este mundo se rehusaba a romperse.

Supongo que mi madre simplemente siempre fue así, o solo fueron las copas de más

que bebí.

El día de la tormenta fue el último en el que vimos a papá, mi madre dijo que todo

estaría bien, todo mientras nos acostábamos en un colchón que apenas si se ponía

sostenerse a sí mismo.

Nuestro cuarto era una hoja de papel, desgastada y demacrada. Absorbida por el

tiempo, la tinta ya no pintaba la paredes, las palabras se caían al tocar la puerta, los

sueños ni siquiera llegaban a el otro lado de la avenida.

Ni madre dijo que todo estaría bien.

Mi mamá dijo que todo estaba bien.

Mi mamá dijo que así estábamos bien.

Mi madre siempre nos dijo que así estábamos muy bien. Nunca nos hizo falta alegría, pero un poco de dinero nos podría hacer bien.

Cuando mamá dijo que estaba bien, mamá dijo que estaba bastante bien.

Nuestro tipo de gente tiene una cama para pasar la noche, y eso está bien.

Mamá dijo que éramos buenos niños. Y nuestro segundo papá dijo que nunca

escucháramos a aquellos que nos apuntaban a nuestros pies con sus dedos groseros y se

burlaban, porque éramos buenos niños. Buenos niños.

Recuerdo preguntarle a mi mamá y a nuestros tercer papá ¿Por qué nunca viajamos a tierras nuevas?. Tal vez tenía siete años.

En realidad sólo visitábamos amigos. Nada que contar cuando terminaba el verano. Puede que tuviera trece años.

Realmente nunca fuimos a comprar ropa, las persona nos pensaban a montones, nuevos

zapatos una vez al año. Tal vez tenía unos quince o dieciséis. Luego a salir a jugar fútbol y arruinarlos. A los dieciocho fue mi primera vez. Mi madre

dijo que estaba bien, mi madre dijo que estaba bastante bien. Nuestro tipo de gente tiene una cama para pasar la noche. Allí a los dieciocho fue mi primera vez. Y creo que eso está bien.

Nuestra madre dijo que éramos chicos buenos, nuestro sexto papá dijo que nunca

escucháramos a los chicos que nos apuñalaban con sus dedos groseros. Porque éramos

chicos buenos.

No me malinterpreten, no me lo tomaba a mal.

Tenía el suficiente amor de mi mamá y nuestro noveno papá, pero creo que no me

entendieron realmente, cuando dije que quería ser de los grandes de Hollywood. Puede que

lo haya pensado a los veintitrés. Les dije a mis hermanos que me estarían viendo en

televisión. Puede que tres de ellos se marcharan un poco después, los que se quedaron me

llamaron soñador.

Los mayores comenzaron a fastidiarme, pero ahora todos están en su camilla delante de mi.

Mamá dijo que estaba bastante bien. Nuestro tipo de gente ahora tiene un hotel para

dormir, y eso esta bien.

Papá dijo que éramos buenos chicos, una señora que dijo ser nuestra nueva mamá nos dijo

que nunca escucháramos a aquellos hombres que nos apuntaban un sus arma y nos

disparaban.. Pero ella nunca nos dijo que éramos hombres buenos. Nunca nos dijo que

estaba bien, nunca nos dijo que estaba bastante bien.

Yo no sé de donde vengo, nunca conocí realmente mis nueve casas. Pero Max… él sí lo

sabía.

En alguna parte leí que todo estamos hechos de polvo de estrellas, que al principio y al final

de todo en eso nos convertimos; en polvo de estrellas. Tal vez no me voy, tal vez nunca me

fui, tal vez solo simplemente vuelvo a casa.

La cuestión no es que tenga veintiséis y probablemente mañana cumpla cuarenta y tres.

El problema tampoco es que no se quien soy, tampoco es que no sepa de donde vengo.

Si nos ponemos técnicos el problema sería Daniel. Si definitivamente debe de ser eso.

«bueno ese no es el punto»

Tal vez simplemente necesitaba escribir todo lo que podía sentir en cada palabra que yo

decidí escribir, solo necesitaba un poco más de fuerza para decidir, solo necesitaba un poco

más de tiempo para terminar de escribir todas la palabras del mundo y lanzarlas a volar.

Por cierto, creo que mentí cuando dije que no sabía quién era…

Mi nombre es Max.

A decir verdad esas palabras son las únicas que necesitaba escribir… una forma decir lo

que soy con tinta y papel… una forma de sentir en blanco y negro… una forma de saber

decir todas las palabras del mundo en una hoja de papel… y creo saber que es lo que llevo escrito dentro de mí. Porque cada uno escribe su historia. En su propia hoja, con su propia pluma, con su propia letra, con sus propias palabras, con su propia tinta…

Mi nombre es Max.

 


Demencia

Renée Agustina Trejo Vergara

Tepotzotlán

13 años



En una isla apartada de cualquier presencia humana vivía Giselle, una niña cuyos padres eran encargados de un hospital psiquiátrico, locos peligrosos tratados en esa prisión del terror, su madre y su padre nunca pensaron que la niña estuviera tan sola y desesperada por un amigo, por lo cual al llegar la noche bajaba al cuarto donde los enfermos yacían, la niña poco a poco empezaba a entenderlos, a ver las cosas que veían y creían. Un paciente en especial, antiguo maestro de historia, se obsesionó tanto con la historia prehispánica que empezó a vivir como ellos, haciendo sacrificios con animales y hasta personas, eran tan interesantes las historias que contaban que la niña empezó a hacer lo mismo con sus mascotas y cualquier animal que se le cruzase con la esperanza de que el sol no muriera nunca. Sus padres ni siquiera enterados de su comportamiento por tal trabajo no pudieron hacer nada, no sabían que su hija se convertiría en la persona más peligrosa de aquel horrible y temible lugar.

 

Pero eso no fue todo, la llegada del último paciente fue la gota que derramó el vaso, el paciente en particular oía voces pero no voces buenas como te muestran en algunas películas, eran voces peligrosas, las cuales le habían obligado a matar 51 personas incluyendo a su esposa, padres e hijos, a Giselle le encantaban los pacientes nuevos, por lo cual lo visitaba cada noche, él siempre le platicaba de lo que oía, de las cosas que le hacían hacer, la niña cada vez se iba enfermando más mientras el paciente le seguía contando, hasta que llego el día en que ella también oía las mismas voces, lo espeluznante es que le decían que matara a sus padres y liberara a sus amigos, como Giselle no tenía ningún lazo con sus padres, no le costó trabajo resistirse a lo que le decían, así que cuando llegó el día, de espero a que sus padres durmieran, bajó a la cocina por un cuchillo, subió al cuarto, les dió un beso de buenas noches y después los apuñalo varias veces sin ningún remordimiento, agarró las llaves de la celda y fue abriendo cada una de ellas.

 

Nunca pienses en buscar aquel lugar y si lo encuentras recuerda que están sueltos y no hay quien los detenga.



Malinalxóchitl

Emmanuel Escalante López

Malinalco

16 años



En uno de los tantos pueblos de México, pueblos tan parecidos en lo cotidiano entre sí,

pero distinguibles entre ellos por su gente y anécdotas. Al pie de las montañas, entre

vegetación exuberante en el pueblo de Malinalco se escuchaba a un par de adolescentes

corriendo a través de las venas del pueblo, jóvenes cuyos gritos llevaba el viento hasta la

ventana de una morada de fachada blanca con techo de teja de dos aguas.

-¡FERNANDO!, ¡SAAAAL FEEEER! ¡PEDRO DESPERTÒ!

La ventana de la casa abrió dejando ver a un chico asombrado como perplejo. - ¡No

jueguen, vamos a verlo! -respondió Fernando.

-Ya lo llevaron a su casa. ¡Baja! -Replicaba uno de los amigos.

Los 3 chicos se dirigieron caminando por las calles empedradas del pueblo y casas

multicolores hasta la morada de su amigo Pedro, llenos de energía y vivacidad que la

juventud otorga.

-Ninguno ha hablado con alguien más de lo que sucedió hace dos días ¿Cierto? -

Preguntase uno de los chicos en su camino por la carretera.- No, ninguno del grupo lo ha

hecho.- Contestó inmediatamente Fernando.- No será prudente alardear ya que nos

pueden acusar con los policías o los de turismo.-Dijo uno de los chicos.- Quitando eso,

me alegra demasiado saber que Pedro ya está mejor, llegue a creer que no la contaría

cuando lo encontramos tirado a las faldas del cerro.- Un semblante de preocupación

adornaba la cara del chico.- Mira, no paso a mayores ,los demás del grupo ya están con

él, mejor apurémonos para platicar con todos de eso.- Dijo Ricardo, uno de los dos chicos

que acompañaban a Fernando.

Los 3 chicos llegaron a la morada de Pedro en una tarde llena de brisa, soleada y calurosa,

así son los días en Malinalco. Eran los últimos días del verano. Entraron en el cuarto

donde Pedro yacía recostado, alrededor de él sentadas se encontraban Tonantzin, mejor

conocida con el alias de “la china”, y Abril la más joven de todo el grupo. Saludando a

todos los presentes Fernando, Ricardo y Emmanuel se sentaron en las blancas sillas de

plástico con logotipo de una cervecera famosa, muy comunes en las casas mexicanas.

Tras un par de bromas entre amigos, insultos afectivos y varias carcajadas, Fernando

pregunto a Pedro si recordaba algo de aquella noche en que subieron el cerro a lo que él

contestó que no.

-Lo único que recuerdo fue haber entrado en los huertos de café a media noche, subir por

piedras del cerro y tomar un descanso porque a Ricardo le costaba retomar la respiración,

ya ves que es bien fumador.- Contestó Pedro cuya frente era ocultada por vendajes

blancos.- Te iremos refrescando la memoria , pero que mala suerte tienes. De todo el

grupo fuiste el único que no fumo y te paso lo peor. - Dijo Emmanuel- Estabas en tus 5

sentidos y te aseguro tropezaste o pisaste una piedra floja que te hizo caer, ves que

cuando llueve todo se pone muy resbaloso. Para que no te apuraste. Como sea, no importa,

me alegra que estés bien amigo, nos diste un buen susto. -Continuo hablando Emmanuel.-

Después de pasar por los huertos fuimos subiendo el cerro por la parte trasera, la luna

llena fue una ventaja porque nos ilumino perfectamente, apenas tuvimos que encender los

celulares aparte que el camino que tomamos estaba muy firme, como si varias personas

ya hubieran hecho un sendero por ahí. Ya a la mitad de camino todo se puso más fácil

porque conectamos por fin con los escalones de las ruinas. - Dijo Emmanuel quien narraba

la anécdota a su amigo Pedro.

-Sí, esa primera mitad estuvo pesadísima. -Interrumpió Abril a Emma en la charla.- A la

china se le estrello el celular cuando intento escalar el árbol que conectaba con el camino

de las cuevas.

-No sé si sean cuevas, Abril. -Comento Ricardo.- Son como huecos grandes donde no da

la lluvia, y por ahí pasamos agachándonos.- ¡SI,SÌ! como sea.- Prosiguió Abril.- Una vez

que llegamos a las escaleras que conectan con las ruinas apagamos todos las luces de los

celulares ya que temíamos que hubiera algún cuidador o el mismo chaman, Tonatiuh, ese

que tiene su casa en el otro cerro viendo de frente a las pirámides, ese señor que se la pasa

haciendo limpias y rituales a los turistas.-En la mirada de Abril era visible la emoción del

relato.- Ya vez que dicen, que una vez mato a un hombre y siempre carga pistola en mano.

-Pero estábamos exagerando, no nos hubiera podido hacer nada, aunque nos hubiera

descubierto, ¡POR DIOS, VIVE HASTA EL OTRO CERRO! - Habló Emmanuel. - Lo

que si nos preocupo fue la casa que encontramos antes de llegar hasta arriba.

-Sí, noma. Pensamos que ahí vivía el cuidador, pero era muy pequeña y antigua. De

hecho, la puerta de madera que tenía estaba cerrada ya desgastada por el tiempo. -

Interrumpió Fernando. Es una de las cosas que no había visto, bueno como es una zona

en la que no hay acceso a turistas supongo que antes vivía ahí un cuidador o el encargado.

Pasamos en puntitas a un costado de la casa, silenciosos, pensando que alguien estaba ahí.

Ya después vimos que ni luz tenía la choza, entonces la tensión paso rápido, pero sin duda

la mejor parte fue cuando llegamos a las pirámides.

-Sí , no inventes.-Interrumpió Tonatzi la cual había estado atenta a la conversación.- Me

sentí como Indiana Jones al ver las ruinas de noche dan una perspectiva muy mágica.

Conectas con tus ancestros, como un viaje al pasado. Incluso las vibras que emanaban del

lugar te hacían sentir en paz, como si hubiéramos estado allí antes, cuando era un centro

de ceremonias Aztecas.

-¿Y después que llegaron qué hicieron ahí? - Preguntó Pedro. - Subimos la pirámide

pequeña.- Contestó Fernando.-Esa que sirve como mirador de todo el pueblo, ¿No

recuerdas el paisaje? (Tiempo después Fernando describiría aquel paisaje como si todo el

pueblo fuese un árbol gigante de navidad. Cuyas casas eran luces de colores con

intensidades diferentes en su brillo y opacidad, quizá debido al efecto psicodélico en el

que se encontraba en aquel momento.) -Después, Fernando sacó la pipa y pues nos dimos

un toque.-respondió Ricardo.- Pero no inventen, el ruido que se escuchaba dentro del

templo de ceremonias, ¿Lo recuerdan?.- Todos al unísonos menos Pedro asintieron con

la mirada y con un fuerte “SÌ”.- Se escuchaba el sonido de un puerco que lloraba.-

Comentó Emma.- Yo lo sentí más como un sapo.- Dijo Abril.- Yo sigo diciendo que era

un aullido , no de un lobo porque aquí no hay , era más de un coyote.- Hablo Fernando.-

Sigo pensando que ese animal estaba más cerca de lo que pensamos.

¡No seas exagerado Fer!.- Dijo Tonatzi con tono alargado, o sea estábamos ya muuuuuy

pachecos cuando llego la lluvia y escuchamos el aullido , pero los primeros ruidos que se

oyeron fue algo que jamás había escuchado antes, era una mezcla de animales, pero bien

raros.

-¿Qué? ¿Cómo es que no recuerdo ni la lluvia? - Exclamó Pedro. – Es bien extraño. Como

cuando tomas mucho y al día siguiente no recuerdas nada, pero yo ni tome.

-Solamente estábamos sentados en el mirador y de la nada la lluvia comenzó , pero fue

una madre lluvia, de esas que caen de golpe.- respondió Emmanuel.- Ya todos en estado

pacheco nos paniqueamos porque no podíamos regresar bajando las piedra , era muy

peligroso por lo que quisimos bajar por el camino convencional, por las escaleras de

piedra que dan con la taquilla pero tú nos dijiste que ahí si habría policías o guardias

vigilando lo cual era una tontería porque ya eran las 3 de la mañana y justo cuando íbamos

a tomar el mismo camino de regreso escuchamos el aullido de un animal demasiado cerca.

Lo que comentaba Fernando, ahora si estaba muy cerca de nosotros. Todos paniqueados

echamos a correr por el camino de las escaleras sin miedo a lo que los de vigilancia nos

harían, solo teníamos que brincar la barda de aluminio, esperando que los agarráramos

dormidos. En ese momento te perdimos de vista, ya no supimos nada de ti hasta que te

encontramos tirado cerca de los huertos de San Juan.

El grupo de amigos siguió conversando, tomando el incidente como una anécdota para la

posteridad. Llegada la tarde, los 5 amigos salieron de la casa de Pedro cada uno en

dirección a su hogar ya que Pedro se sentía muy cansado por el fuerte golpe en la cabeza

que había sufrido y necesitaba reposo.

A la mañana del día siguiente Fernando llegó al hotel Tepehuakan en el cual trabajaba

por las mañanas como recepcionista. Saludo a su compañero y amigo de trabajo Jenaro

quien era encargado de la limpieza y jardinería del hotel.

- ¿Cómo andamos Jenaro?

-Pus ya ves, aquí trabajando. - Dijo Jenaro mientras barría la recepción. - ¿Qué tal,

siempre sí subiste a las ruinas?

-Sí, estuvo bien chido, me fui con toda la banda de amigos. Acá entre nos, no le digas a

nadie, que es secreto.

-No, si ya sabe que soy rete-bueno pa guardar secretos. ¿Y no escucharon el sonido de

los sapos? Ves que cuando uno escucha su croac, es porque le están pidiendo agua al cielo

y anuncian que lloverá.

-La verdad no sabría decirte, o sea , escuchamos unos ruidos extraños, pero fíjate que sí

nos llovió .

-Tenga cuidado Fer, en una de esas estuvieron cerca de un Nahual o peor, la bruja del

cerro los estaba vigilando. De por si no le gustan las visitas.

- ¿Cuál bruja, Jenaro?

-Pues la bruja Malinalxochitl, esa por la que el pueblo se llama así. Bueno mi apa, en

paz descanse, me conto de chiquito que en el cerro de las ruinas habitaba en una casa

viejísima la bruja Malinalxochitl, hermana de Huitzilopochtli y que antes de la

conquista era temida por todos. Este pueblo de hecho estaba lleno de brujos, ahorita ya

no, pero antes era un lugar donde se daba mucho la magia.

-No inventes ¿y luego, por qué cuidado con ella?

-Pues porque no le gustan las visitas, piensa que son enviados de su hermano para

asesinarla. Dicen que quien se la encuentre ya no vuelve para contarla.

-Como que no te creo, Jenaro.

-La pura verdad, de hecho, se han encontrado cadáveres en las faldas del cerro con

heridas cerca del corazón, como si algo los hubiera arañado, pero no solo eso, también

desaparecidos, de esos se dice que la bruja los vuelve sus súbditos para adorarla, pero

igual, nadie vive o aparece para contarlo.

- ¿Y no será un animal el que mata a esa gente?

-Cómo cree Fernando, si ningún animal tiene garras tan grandes como las marcas que

deja en los muertos.

-Me pones a pensar Jenaro, porque justo recuerdo haber pasado por una casa

abandonada, bueno creímos que ahí vivía un velador, pero no, nadie.

-Mire que suerte, de seguro paso por la casa de la bruja y ni lo noto.

-Bueno, pues si existe al menos estaba fuera de casa ayer, de la que me libre. - Dijo

Fernando con una risa. Después pensó para sí. “¿Cómo es posible que la gente todavía

crea en esas historias?”

Llego la noche, Fernando que se sentía sumamente cansado después de acarrear algunas

cajas de la bodega a la camioneta de carga de su padre, se recostó. Decidido recostarse y

descansar, perderse en las redes sociales de su celular y esperar, así como cada día que la

noche cobijara sus ojos y que la última luz que viera fuera la que emitiera su celular.

Hasta que en las altas horas de la madrugada el sonido de una canción conocida por él

resonó en su habitación. Era su teléfono celular y tras contestar, con un somnoliento

“Hola” se escuchó del otro lado del altavoz la voz de Pedro.

- ¡FER, FER, AYUDAME!

- ¿Qué paso? ¿Todo bien Pedro?

-Acabo de soñar con las ruinas. Y, y, y con aquella casa abandonada que encontramos.-

Dijo Pedro lleno de pánico.

-Pero ¿Qué tiene? Solo era una casa abandonada ¿Qué soñaste después?

-Que la casa estaba abierta. -Dijo Pedro. -Y yo estaba dentro de ella, pero, pero era

extraño, yo no era yo.

- ¿A qué te refieres?

-Sí, fue como haber visto todo través de los ojos de alguien más, como un videojuego, no

pensaba en moverme o en hablar, yo no controlaba ese cuerpo, era un espectador en el

cuerpo de alguien o algo. Solo pude ver la puerta abierta de la casa, pero yo me encontraba

dentro, bueno no yo, la persona que yo era en el sueño.

-¡No inventes!

-En verdad, todavía tengo fresco el sueño, la choza era por dentro un pequeño cuarto sin

muebles había repisas de maderas y sobre ellas unos frascos, no recuerdo qué tenían

dentro. La casa estaba tan vacía y la luz que entraba de fuera tras abrir la puerta era lo

único que la iluminaba, una luz demasiado brillante, como si la luna se hubiese acercado

al cerro, asomando su rostro.

- Tranquilo, tuviste una pesadilla sin duda, en verdad que esa noche la tendremos bien

grabada en un buen tiempo, pero ya ha pasado, solo fue un sueño. Salimos de esa, mejor

hablemos de otras cosas para que olvides más rápido lo que soñaste.

Sí, tienes razón.- Dijo Pedro con un poco de templanza en sus palabras.

Pasaron la madrugada hablando unas horas más. Fernando se asomo a su ventana para

ver el cielo estrellado, ciertas constelaciones se divisaban con facilidad, había una estrella

que irradiaba más luz que todas las demás. Fernando sabía que ese tipo de estrellas

podrían ser planetas. Se sintió lleno de vida, encontraba una similitud entre las estrellas y

los sueños, ya que había estrellas tan brillantes que pareciera que las puedes tocar, lo

mismo con lo sueños cuando se vuelven realidad.

La tarde del día siguiente paso desapercibida por todo el pueblo de Malinalco. En la plaza

central las señoras de gran edad vendían frutos metidos en pequeñas cubetas de colores

que habían cosechado en sus huertos. Los hombres, cuyas canas y arrugas delataban su

longeva edad, así como sus padecimientos se divisaban cargando canasta de dulces

típicos; alegrías, palanquetas, semillas de girasol, cacahuates. Así como a los alfareros

ofreciendo su producto sobre una manta azul cielo superpuesta en el suelo rocoso del

pueblo. Las personas más jóvenes atendían los puestos de comida; tacos, enchiladas,

pambazos, todos con la misma estética, mesas largas metálicas cobijadas por un mantel

de plástico acompañadas de grandes canastos de pan para el consumidor y gigantes jarras

de aguas de sabores. En un pueblo lleno de vegetación cuyas casas están salpicadas con

flores de colores, el sol quemaba el suelo, los pies ardían con solo caminar, pero los

habitantes del pueblo tan acostumbrados a su día a día se han hecho de pies corriosos.

-¡No, no, no puedo creerlo! ¡Es que! No, no le creo, Pedro es muchas cosas, pero nunca

nos ha mentido será que ese golpe ya lo dejo esquizofrénico. Aparte mando la nota de voz

al grupo de whats, lo tomaran de loco ¿Qué hora es? ¡Bahh! 11 de la noche. Deja le marco.

-Dijo Fernando en su soliloquio con tono angustiado. ¡No contesta! Seguro estará

hablando con alguien del crew que también se preocupó.

El día tomo su curso hasta llegada la noche, las calles a medianoche en plena oscuridad,

en la casa de cada uno de los amigos de Pedro se escuchaban las voces de cada

integrante hablando al auricular de su celular en voz baja.

-Ya no contesto nada después de su nota de voz ¿Estará bien?

-Deberíamos ir a verlo. – Declaro la “la china”.

-No, no, de seguro le dio un ataque de pánico y le han de haber dado unas pastillas para

dormirlo.

-De cualquier forma. Mañana tempranito nos lanzamos a verlo. ¿Okay?

-Vale.- Respondieron todos al unísono y colgaron la llamada.

El reloj marco las horas. El sol asomaba su rostro entre los montes. Toda la pandilla se

encontraba al pie de la ventana de la casa de Pedro. Gritaron su nombre, tocaron la puerta,

pero nadie abrió.

-Parece que no hay nadie en casa amigos. -Comentó Abril.

-Dejen le marco a sus padres. - Dijo “la china”.

Tras unos minutos de espera, el teléfono marcaba y marcaba, pero no contestaba nadie.

Hasta que por fin se escuchó “Bueno, ¿quién habla?”. La china contestó, colocándose el

teléfono al oído. Habló por unos minutos y colgó el teléfono con lágrimas en los ojos, no

pudo sostener el llanto como si la tristeza fuese una fuerza que ejerció poder natural sobre

ella. Todos estaba atentos a que la china comenzara a hablar.

¡PEDRO NO ESTÀ! -Dijo la china tras haber parado su llanto. -Sus papás fueron a

Tenancingo para levantar un acta y conseguir ayuda para buscarlo. Piensan que se escapó

de la casa. Estaban muy angustiados.

El rostro de Fernando palideció ante la noticia.

- ¿Y qué hacemos?

Vamos a buscarlo. ¡Rápido, hay que separarnos y difundir el mensaje!

- Amigos. - Hablo Fernando que no había dicho nada tras recibir la noticia. - ¿Y si en

verdad lo que Pedro mando en su nota de voz era cierto?

-Sea o no sea cierto, no lo sabemos Fer. De lo único que estamos seguros es que Pedro

no aparece y necesitamos encontrarlo. ¡VAMOS! ¡NO TE QUEDES PARADO! - Le

dijo “La china” quien corrió rápidamente y tras ella el resto del crew menos Fernando.

Este tomó su celular para escuchar de nuevo el audio de Pedro el cual había ya

escuchado tantas veces en la madrugada y le había robado el sueño la noche anterior.

“Amigos, he intentado callarlo y pocos de ustedes saben, pero no he podido dormir desde

hace ya dos días enteros. Cada vez que duermo en mis sueños siento que no soy yo, solo

un espectador. Y la forma que habito a veces es humana pero sus manos y la piel de esa

cosa que soy es escamosa, como las de un reptil. Muy parecida a la piel de las serpientes

de aquí. Aquella choza que vimos en las pirámides no estaba abandonada, había alguien

ahí cuando pasamos y ahora yo puedo ver cómo nos observaba pasar cuando subimos el

cerro. Primero vi solamente a través de los ojos de esa cosa el interior de la casa y pude

deducir que es una bruja. Nos vi a nosotros de lejos, mientras estábamos sentados en el

mirador. Todo desde lejos. Ahorita que acabo de despertar, gritando de mi pesadilla, vi

como atravesó los cultivos de café de donde entramos y estaba caminando por las calles

del pueblo, ya de madrugada como si estuviera pasando en verdad, lo que más temo es lo

que ya sé. No solo está deambulando por aquí, está buscándome, ya logro encontrar el

camino al pueblo y ahora viene por mí, en este momento. Temo volver a dormir y soñar

que veo la fachada de mi casa, que me veo a mi mismo dormido a través de la ventana de

mi cuarto mientras alguien está fuera. Porque es alguien no soy yo. Por favor, necesito su

ayuda, no sé qué hacer. ¡TENGO QUE BUSCAR UNA SALIDA! Amigos, tengo mucho

sueño. Mis padres me han dado pastillas para dormir, pero no quiero tomarlas. Tengo

miedo de no volver a despertar.”