jueves, 28 de noviembre de 2019

UN DIBUJO DEL PADRE CARRASCO OCULTO EN TEPOTZOTLÁN




Hace uno días, con motivo de la conmemoración del 20 de noviembre, salió a la luz el nombre del padre Gonzalo Carrasco, quien, por mandato del presidente Madero, ocupó el puesto de rector del entonces recién reabierto colegio de Tepotzotlán. Este Padre Carrasco adquirió tallas de leyenda durante su estadía en nuestro municipio, principalmente cuando los carrancistas nos invadieron. Se dice que Carrasco obró milagros para que los tepotzotlecas salieran bien librados ante las tropas del barbas de chivo. A Carrasco lo apresaron los carrancistas cuando éstos tomaron el seminario y junto a sus pupilos los confinaron en la casa de la señora Cruz Tinoco viuda de Puga. El general Francisco Coss reconoció a Carrasco y sabiéndolo un gran pintor, le propuso devolverle su libertad a cambio de que el jesuita pintara un cuadro de Carranza. El padre aceptó.


Autorretrato del padre Gonzalo Carrasco

Y sí, Gonzalo Carrasco (Otumba, 1859—Puebla, 1936) fue un pintor de grandes alcances, formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes, pero al cabo atacado por fervores religiosos que le llevaron a la Compañía de Jesús. Poseedor de una técnica envidiable, era llamado a ser uno de los grandes pintores de la nación, tal como lo señalara el esteta Justino Fernández, pero al escoger la religión como camino, dedicó a ésta sus mayores esfuerzos y su pintura, en su mayoría óleos, siempre tienen un sesgo católico. Pero bien, esto trae a colación la siguiente historia. A partir del artículo ya citado, uno de nuestros lectores, el señor José Almazán Cervantes Gallo, nos escribió para decirnos que tenía en su poder un dibujo del padre Carrasco el cual buscaba autenticar. A partir de ese momento, abrimos con él un diálogo franco y que de alguna manera ha de abonar a las ya dilatadas anécdotas sobre el padre Carrasco con nuestro pueblo. El bisabuelo del señor Almazán, de nombre Luis Gutiérrez, fue ni más ni menos que el carretero del padre Carrasco. Oficio ya por nosotros olvidado, pero primordial en aquellas épocas. Don Luis Gutiérrez, tepotzotleca de cepa, honesto, de valores bien fundamentados, pronto se hizo simpático a los ojos de Carrasco, que le habrá tomado singular cariño, ello lo colegimos de que en algún momento le regaló una imagen, al parecer dibujada por el propio Carrasco, que muestra un Jesucristo, de pie sobre un hemisférico pedestal y con nubes aborrascadas tras de sí, coronando con aureola estrellada en forma de cruz sus largos cabellos que le caen a los hombros; rostro beatífico y barbado, muestra en su pecho el sagrado corazón y finamente adornados con arabescos y filigranas sus vestidos, sueltos en dificultosos pliegues.






Hago esta breve descripción para puntualizar la dificultad del trazo, tal y como lo confirman las fotografías que nos manda el señor Almazán, a manos de quien llegó la obra luego de que un tío suyo, quien las heredó de don Luis Gutiérrez, se la confiara cual tesoro particular. Ahora bien, el señor Almazán, un tanto escéptico con la leyenda de su familia, se ha acercado a nosotros con el afán de que le ayudemos a autenticar la obra, hecha, al parecer, a lápiz. Como nosotros no somos especialistas, le hemos propuesto mostrarlas por este medio y así quizás encontrar quien nos ayude en la tarea. La obra carece de firma, pero Carrasco solía dejar así sus pinturas. La técnica “realista” en el trazo, ciertamente admirable, bien se le puede atribuir al virtuoso jesuita que de ella da muestras en cuadros como “Job en el estercolero”, “San José y el niño” o “El primer milagro de la virgen de Guadalupe”. Ya la historia familiar del señor Almazán vale para el interés de los amantes de la historia y del arte.


Job en el estercolero






*Texto de Juan de Dios Maya Avila El Jorobado de Tepotzotlán





jueves, 21 de noviembre de 2019

TEPOTZOTLÁN EN LOS ALBORES DE LA REVOLUCIÓN






Para el año 1900, Tepotzotlán ostenta dentro de su territorio siete haciendas, que en la primera década del siglo XX, habrán ejecutado al dedillo el régimen porfirista, y reprimido y forzado a trabajos mal pagados a la población indígena y campesina de nuestro municipio. Sabemos que el 20 de noviembre de 1910 estalla la revolución en el país. En ese año el presidente municipal es don Agustín Espinoza, cacique que en ocasiones anteriores había ocupado el cargo.



Para 1911, año en que se entronizó en la capital don Ignacio Madero, Juan Ángeles y posteriormente Ángel Villarreal, se alternan en la presidencia municipal. Una de las acciones que realiza Madero en la presidencia, es restituirle sus bienes a la Compañía de Jesús, hecho por el cual, el seminario de Tepotzotlán les es entregado en su totalidad, estipulando que su rector sería el padre Gonzalo Carrasco, afamado pintor y sacerdote, personaje de varias leyendas revolucionarias de nuestra demarcación que contaremos en otra oportunidad.





*Texto de Juan de Dios Maya Avila El Jorobado de Tepotzotlán