jueves, 4 de abril de 2019

TEPOTZOTLÁN Y LOS APANTLES

Colegio de San Francisco Javier, Tepotzotlán, Estado de México.


La cultura histórica de Tepotzotlán se halla viva en sus costumbres y legados. La cosmovisión prehispánica, el arte y oficio novohispano, la fecundidad decimonónica y la modernidad del siglo xx se palpan en sus pueblos y barrios que aún reproducen las enseñanzas pretéritas. Ejemplo de ello, son los apantles o canales de agua rodada que se utilizan en el municipio para fines principalmente agropecuarios, aunque también existan beneficios en la piscicultura y la ecología. Esta técnica de riego nos viene de épocas prehispánicas. Seguramente los primeros en implementarlas en nuestra demarcación fueron los otomíes, aunque la palabra que ha persistido a los siglos sea de origen náhuatl: apantle.

Manantiales utilizados para hacer rodar el agua por los apantles

Se trata de angostos caños que utilizan la declinación de los terrenos para regar los sembradíos mediante la gravedad, haciendo útiles las parcelas más allá del tiempo de lluvias. Tenemos noticias de que los jesuitas se apropiaron de los apantles, a los cuales ellos llamaron acequias,  para, ahora sí que literalmente, llevar “agua a su molino” y abastecer en general al colegio de San Francisco Javier, hoy egregio Museo Nacional del Virreinato, donde cunden los vestigios hidráulicos (algunos destruidos, como el dicho molino, que desgraciadamente quedo en los terrenos que se robó Juan José Mendoza Zuppa). Este apropiamiento de los apantles o acequias, causó graves conflictos entre los nahuas y otomíes de Tepotzotlán y los jesuita.

Dique en uno de los apantles de San Miguel Cañadas

Para nuestra fortuna, aún quedan vestigios de estos caños de riego en pueblos como San Mateo Xóloc, Santiago Cuautlalpan, Santa Cruz y por supuesto en los Pueblos Altos: Cañada de Cisneros, Dolores y San Miguel Cañadas, donde además se construyen nuevos apantles prodigando así esta herencia cultural. Dejamos a ustedes el video en nuestro canal de youtube, esperando se suscriban al mismo.  







*Texto de Juan de Dios Maya Avila El Jorobado de Tepotzotlán