sábado, 22 de marzo de 2025

El Cuento de Vah Curufin

 


Con " El Cuento de Vah Curufin", Diego Andrés Aguilar García, originario de Naucalpan de Juárez, recibió una mención honorífica en nuestro Duodécimo Concurso Estatal Pensador Mexicano de Literatura Escrita por Niñas, Niños y Jóvenes 2024. Esperamos disfruten de esta historia fantástica:


El Cuento de Vah Curufin



Para mi madre.

 

Había una vez, un árbol diferente, al que diario le crecían hojas negras.

No había sido chamuscado, ni había sufrido alguna quemadura.

Simplemente, tenía hojas negras. Sus padres, un roble acogedor para las aves

de la fuente y un pino afilado como una lanza, lo bautizaron como:

Vah Curufin.

La Semilla Oscura en el idioma de los árboles.

Como una oveja negra en un rebaño, Vah Curufin se quedaba en la tierra

mientras el resto de sus compañeros charlaban en el cielo.


Cada vez que intentaba acercarse a los mayores, los otros siempre le

respondían lo mismo:

—Eres muy pequeño. No encajas en nuestras gruesas ramas.

Y como siempre, Vah Curufin bajaba la mirada desilusionado.

Un día, mientras sus compañeros se divertían con el cálido sol, Vah Curufin,

privado de la luz, decidió por primera vez, explorar su pequeño tallo.

Ahí, pegado a su raíz negruzca, dormía plácidamente

un simpático hongo rojo con puntitos blancos.

—¿Que haces aquí?— Preguntó Vah Curufin agitando su tallo.

El pequeño hongo abrió los ojos y dando un bostezo, miró a la rama negra.

—Me llamo Matkyn— Respondió el hongo con una sonrisa—. Significa

‘‘Brillante y Peligroso’’ en el idioma de los hongos.

—Matkyn— Dijo Vah Curufin pensativo.

—Me pregunto: ¿Que hace un árbol tan único y especial como tú aquí? En esta

oscuridad, privado del caluroso sol.

—Soy muy pequeño. No hay lugar para mí arriba con los mayores—Dijo Vah

Curufin.

El hongo pensó un momento. Se miró fijamente y con una sonrisa, le habló al

árbol:

—Me llaman ‘‘Brillante y Peligroso’’ porque tengo una capa luminosa que me

da atracción. Pero detrás de ella, escondo un veneno con el cual me

gusta picar a todo aquel que se crea un presumido.

Vah Curufin se sorprendió. El hongo le lanzó un guiño.

—Y aunque no soy tan grande y bello como los árboles, tengo la capacidad de

protegerme y si me lo preguntas, el poder cuidarse es mejor que verse bien.

Así que quien quiera que se te acerque, tendrá que pasar antes por mi nefasta

piel.


Pasaron los días. Y mientras la luna dormía a todos los árboles, Vah Curufin y

Matkyn se divertían en su noche de juegos.

Columpiaban a las serpientes.

Reunían pájaros carpinteros, colibríes, águilas calvas, majestuosos halcones

para el concierto de las ranas y los sapos.

Y bailaban muy alegres la danza de las abejas, quienes vinieron después a

reclamar su baile.

En una tarde a inicios de invierno, mientras jugaban con una mariquita al ‘‘Un…

dos… tres… ¡rama quieta!’’, escucharon unos misteriosos pasos. Cuando

dieron una pequeña mirada, se dieron cuenta de que se avecinaba una

muchedumbre de leñadores.

Y sin piedad, empezaron a cortar todos los árboles.

A los robles les quitaron la madera para hacer casas.

Y a los pinos les colocaron cascabeles y estrellas para que diesen alegría a

miles de familias en la fiesta de navidad.

Sin embargo, ningún leñador se atrevió a tocarle una sola rama a Vah Curufin

ya que a pesar de ser muy pequeño, tenía a Matkyn, quien lo defendería hasta

el fin de los tiempos.

Y así, todo el bosque fue convertido en un mar nevado.

El hongo venenoso y el pequeño árbol ennegrecido salieron de la nieve y se la

sacudieron.

Aunque Vah Curufin y Matkyn se sentían muy solos sin la presencia de los

mayores, ambos se dieron cuenta, que solo se necesitaban el uno al otro.

Y un poco mejor, se dieron un fuerte abrazo en la nieve clara.

Cuando llegó la primavera, todo recobró la calma.

El sol derritió la nieve.

La nieve se convirtió en agua.

Y el agua se convirtió en lago.

Y los salmones llegaron tras la estación, batallando

contra la corriente y chapoteando ¡aquí y allá!

El señor oso salió de su cueva con su pijama blanca y

su gorrito de bolita. Bostezó, saludó a la pareja de

amigos, se estiró y se fue a pescar al lago.

Y por fin, Vah Curufin y Matkyn pudieron disfrutar

de los rayos del sol que tanto les hacía falta.

Pasaron los años. De un año, pasó una década.

Vah Curufin y Matkyn seguían disfrutando de todo a su alrededor.

Pero Vah Curufin empezó a crecer. Sus ramas se hicieron gruesas y su tronco

se volvió impenetrable.

El pájaro carpintero no podía picar su tronco ni siquiera para encontrar una

cucaracha intrusiva.



Los leñadores intentaron talarlo. Pero su tronco era misteriosamente fuerte.

Descargaban el hacha y el hacha rebotaba haciéndolos vibrar.

Ningún leñador pudo cortarlo.

Y así, Vah Curufin, más poderoso que la roca misma, creció.

Y creció.

Y creció aún más. Y Matkyn envejeció.

Ya no podía jugar como antes. Así que mientras Vah Curufin bañaba a los

pájaros bebés con sus hojas mojadas, Matkyn se recostaba en su tronco y

decía:

—Mi veneno es muy fuerte. Pero lo que es más fuerte, es la amistad.

Una noche. Mientras la madre pájaro dormía acogiendo a sus polluelos, Vah

Curufin se acercó a Matkyn:

—¿Estás bien?— Le preguntó el enorme árbol tiernamente.

—Estoy perfectamente bien—Le respondió con un hilo de voz—. No hay mejor

vida que estar a tu lado.

Y con estas palabras, el hongo se durmió para siempre.

Y el corazón de Vah Curufin se quebró.

Cuando Vah Curufin, alcanzó una altura gigantesca, más grande que una

ballena azul, de sus ramas negras surgió… una semilla.

La semilla cayó al suelo.

Y a esta le siguió una segunda ¡y una tercera! ¡y una cuarta! ¡y una quinta!

Los hijos de Vah Curufin salieron de la tierra y se estiraron con sus pequeñas

ramas. Alzaron la mirada y vieron el mundo.

—¡Que mundo tan grande, papá!

Uno de los hijos, vio de arriba a abajo a su padre y sorprendido, le preguntó:

—¿Como es que eres tan grande papá?

—Con paciencia— Respondió el viejo árbol—. La paciencia quita y la paciencia

da. Si dominas la paciencia, puedes hacer lo que sea.


Ilustraciones de J. R. R. Tolkien


miércoles, 5 de marzo de 2025

El Gato Volador

Con "El gato volador", la tepotzotleca Camila Estrada González, ha recibido una vez más la mención honorífica en nuestro Duodécimo Concurso Estatal Pensador Mexicano de Literatura Escrita por Niñas, Niños y Jóvenes 2024,  y con ello queremos reconocer su tenacidad, su naturaleza creativa y sobre todo su esfuerzo, porque el talento es nada si no se acompaña de trabajo constante. Esperamos disfruten de esta historia felina:



El gato volador

 Había una vez un gato color naranja atigrado muy bonito llamado Spaguetti. Su familia creía que Spaguetti siempre había sido “raro” porque éste quería aprender a volar y por ésta razón se hacía amigo de cualquier tipo de aves, pues les pedía que le enseñaran a volar. Su familia nunca lo había tratado igual que a sus otros hermanos y lo hacían valer menos, cuando iban de vacaciones, a Spaguetti lo dejaban en casa o si lo llevaban, lo ignoraban.

En la escuela, Spaguetti no se libraba de las burlas, humillaciones y de ser tratado injustamente, siempre le escondían su lunch o sus útiles escolares, lo usaban como ayuda en las tareas cuando les convenía y el resto del día lo ignoraban o le hacían burla, siempre estaba solo en el recreo.

Un día, Spaguetti decidió marcharse de su casa porque ya no aguantaba las críticas y desigualdades que vivía constantemente, además estaba muy flaco y hambriento ya que su familia solo comía aves y a él no le gustaba comerse a sus amigos. Otras veces, cuando comían pescado, solo le dejaban las sobras al pobre gato. Después de un largo viaje, únicamente acompañado por sus amigos y amigas las aves, Spaguetti encontró la casa perfecta, hasta parecía sacada de un sueño:

Era una roca hueca de la parte de abajo, justo para tener un techo con el cuál cubrirse, había pasto, un río con peces gordos y abundantes que podría compartir con las aves y no se acercaban los humanos por esa zona. Estaba decidido, Spaguetti se quedaría a vivir allí, dejó en un hueco de la cueva lo poco que tenía: una charola vieja, una manta, un sobre de comida que hacían los humanos y una fotografía de su abuela que había fallecido y era la única que había comprendido a Spaguetti y lo había respetado y querido. Sus cosas las cargaba en una simple manta café, luego de dejarlas se dispuso a explorar los alrededores, todo era muy bonito y Spaguetti le agradeció al universo que le dio un lugar tan hermoso para vivir.

Después de un tiempo viviendo ahí, Spaguetti se puso más gordito, pues ahora comía todos los días, hizo amigos aves y conoció a otros animales que vivían por ahí y que eran muy amigables y dispuestos a ayudarse entre sí, claro que no todo siempre fue de color rosa, había algunas veces que se peleaban los vecinos, había veces que se secaban las cosechas y más cosas, pero aún así, Spaguetti disfrutaba su vida nueva. Sin embargo, había algo que le faltaba a Spaguetti: volar. Tristemente comprendió, gracias a sus amigas las aves que la forma en que estaba formado su cuerpo no podría cumplir su sueño de volar, pero tenía otras habilidades, cómo ser muy rápido, trepar árboles, rocas y muros muy fácilmente, además de ser muy ágil al caer: siempre en cuatro patas. Cuando Spaguetti entendió que todos eran diferentes y únicos aceptó que no podría volar, pero sí disfrutar de la vida con sus propias habilidades de gato.

Cierto día, mientras Spaguetti estaba recolectando pescados, llegó una visita inesperada, era su hermano. El gato naranja atigrado vió de reojo a un gato de un tono gris uniforme que se acercaba, Spaguetti lo reconoció de inmediato, pues nadie tenía un tono como el de su hermano. Al principio fue incómodo, pues Spaguetti hacía mucho que no veía a nadie de su familia y pensaba que todos lo odiaban, su hermano fue el primero en hablar: se disculpó con Spaguetti por no apoyarlo como un hermano a pesar de que siempre le pareció muy interesante la forma de pensar de Spaguetti. Éste dudó en aceptar las disculpas de su hermano porque pensó que podía ser un engaño de su familia que le quitaría todo lo que había construido hasta ahora, pero después de reflexionar, Spaguetti comprendió a su hermano y aceptó sus disculpas sinceras. Estaba muy feliz, ahora tenía a alguien de su familia que lo apoyaba y en quien confió conforme pasaba el tiempo.

Y colorín colorado, Spaguetti el gato se despide con un abrazo.


Ilustraciones de Utagawa Kuniyoshi (1797-1861)


viernes, 7 de febrero de 2025

Cuentitos


Con sus Cuentitos, la pequeña Abril Villanueva Álvarez, de tan sólo 4 años, se hizo acreedora a una mención honorífica en nuestro Duodécimo Concurso Estatal Pensador Mexicano de Literatura Escrita por Niñas, Niños y Jóvenes 2024. Originaria de Izcalli, pero formada literariamente en la Casa de Teja de Tepotzotlán, Abril —conocidos por algunos enanos como Blanca Nieves—, aún no sabe escribir, así que le dictó sus historias a su mamá. La mente de una niña es una habitación al revés donde la luz y las tenebras juegan a las escondidas, y si no nos creen, lean estos Cuentitos:

 

Cuentitos



Conejita

Había una vez una conejita que estaba con su familia y se perdió.

La familia la andaba buscando, así que todos se fueron en su búsqueda.

La conejita estaba espantada por que se perdió en el bosque y se encontró con un lobo que la ataco, pero de pronto salió un león que mato al lobo, entonces la conejita y el león se hicieron amigos.

La conejita se puso feliz porque su familia la encontró y estaban sorprendidos por ser amiga del león .

Y fin.

 


El planeta pato.

Había una vez unas ardillas que iban despegando hacia el planeta pato para ahí encontrar a sus amigos los patos que estaban por irse de migración, así que unieron sus planetas para que las ardillas pudieran cuidar ambos planetas a la vez.

De pronto vino la nave enemiga, las ardillas rápidamente dispararon los cañones hacia los gansos que eran los enemigos, que siempre querían comenzar la guerra.

Esta vez los enemigos perdieron la batalla y se rindieron por que los patos también estaban de regreso, pero planeaban hacer un robot ganso que destruyera todo a su paso para la próxima vez.

 


Un león y una casa embrujada.

Había una vez un león que iba a ir a ver a su familia, pero se equivocó en el camino y se perdió en el bosque, encontró una casa embrujada le dio curiosidad se metió y había tres habitaciones, las conto, una, dos, tres; y pensó que puerta podría escoger y se decidió por la primera.

Abrió la puerta, entro y se encontró con tres lobos que se lo querían comer y mejor huyó y se fue a la segunda habitación en donde apenas abrió la puerta vio un espantapájaros que hacía cosas tenebrosas así que se dio la vuelta y fue a la tercera habitación, en ella había una piscina y ahí si entro y decidió refrescarse, pero al estar nadando se dio cuenta que había tiburones mecánicos y mejor salió corriendo.

El león ya quería huir y llegar con su familia, pero cada que intentaba llegar a la puerta de salida que tenia la llave algo tenebroso lo perseguía, aun así, decidió enfrentar todos sus miedos y tomar llave y salir. Fin.

 


Gatito espacial 3 000

Había una vez un gatito que esta huerfanito y vivía en la montaña, le encantaba mirar las estrellas imaginando que ahí vivía su familia, un día se encontró una computadora llamada 3 000 que le sirvió para construir un cohete y poder viajar hacia el espacio. La computadora le dio rutas para despegar y empezar a conocer el universo.

Cuando tuvo todo listo despego y en sus viajes visito todo tipo de planetas, hasta un día pudo entrar a un agujero negro.

Conoció muchísimos alienígenas y los lugares donde vivían.

Cuando volvió a la tierra construyo una casa utilizo piedras que había recolectado de cada uno de los planetas que visito a lo largo de todos los años en los que paso de viaje.

El gatito espacial paso el resto de su vida en esa casa, escribiendo libros con historias de los planetas que pudo conocer. Fin.

 

Ilustraciones de Mark Ryden


 






martes, 21 de enero de 2025

Bitácora privada


 


Este año, el jurado decidió dividir el tercer lugar de nuestro CONCURSO ESTATAL PENSADOR MEXICANO DE LITERATURA ESCRITA POR NIÑAS, NIÑOS Y JÓVENES entre dos obras totalmente dispares, que muestran la heterogeneidad del certamen, tanto en edades como en temáticas. “Bitácora privada”, del también músico Benjamín Hernández Miranda, de 17 años, originario de San Pedro Xalostoc, muestra una narrativa educada, que ha pasado ya por talleres literarios y cuyo autor manifiesta su vocación de escritor y el deseo de permanecer en las letras de manera profesional. Es extraño que nos lleguen obras eróticas a nuestro concurso, aunque no inédito, pues en años anteriores hemos conocido la visión de niñas, niños y adolescentes en torno a la sexualidad, a veces de manera luminosa, otras tantas también oscuras y conmovedoras. “Bitácora privada” refleja las lecturas de Benjamín hacia uno de los grandes maestros del género: El Marqués de Sade. Una oportunidad para el lector de adentrarse en la conciencia y el alma de un muy joven escritor no pocas veces complejo. Especialmente emotivo es para mí reconocer la formación de Benjamín, pues proviene del taller de mi camarada Aldo Rosales, escritor al que respeto. Esperamos disfruten su lectura:  



Bitácora Privada




Julio 15.

He soñado que, al abrir mi refrigerador únicamente encuentro un nido de ratas muertas.

Al despertar, abro la puerta de mi departamento y volteo hacia el final del pasillo. Empiezo a observar su rostro delgado, con labios como fresas. Bajo la vista y veo por pechos, un par de lunas, delicadas, recorro su vientre hasta llegar a aquel césped que adorna las fronteras del camino hacia el paraíso. Me saluda.

Comenzamos a caminar hacia el elevador. Observo su cabello creando olas excitantes.

Mientras bajamos, me dan ganas de agarrarla y empezar a besar su cuello, pero me resisto.

Al llegar abajo, la veo subir al camión escolar y yo parto. Paso por un supermercado, un cine, tiendas de ropa, hasta llegar a una heladería frente a unas bancas, desde las cuales, observo cómo pasan parejas, unas con prisa, otras molestas. Comienzo a recordar cómo, junto con mi hermano, íbamos a conquistar a quien pasara y nos atrajera.

Escucho las campanadas de la iglesia y entonces, sé que es hora de partir. Camino unas cuantas calles y llego a donde tuve que trabajar durante cinco años obligatorios, un comedor especialmente para personas de mi tipo. Ahí compro el menú de hoy, unos tacos dorados que quién sabe a qué barranco los fueron a recoger. Sigo mi camino, llego a las 2:00 pm al edificio, junto con el camión escolar, Sofía baja de prisa, observo cómo sube al elevador, me apresuro para poder subir junto a ella, pero el elevador cierra las puertas frente a mí.

Vuelvo a llamar al elevador, las puertas comienzan a cerrarse y vuelvo a estar oculto del mundo, solo: tengo miedo, golpeo los cuatro extremos para poder salir, sin resultado, me siento, abrazo mis rodillas, esperando que vengan…, y surge la luz, salgo corriendo hasta mi departamento.

 

Julio 16.

Sofía hoy tiene algo diferente, pero no logro ver qué.

Mientras bajamos en el elevador, la observo por detrás descifrando cuál es la diferencia. No lo logro. Abajo, ella sube al camión escolar; y mientas lo hace yo paro un taxi. Llegamos a su escuela, ella entra y yo, miro tras los barrotes. Sofía no quita la vista de un chico alto, piel marrón claro, con un pantalón largo y unca camisa rosa: yo lo conozco, entran a sus salones y los pierdo de vista. Una lágrima surge de mi ojo izquierdo, observo cómo mi padre se marcha, para nunca más volver, escucho mi voz gritando: «¡Vuelve, por favor!, ¡¡No fue mi culpa!!» se va apagando aquella última letra. Emito un sonido sordo y, vuelvo a estar frente a la escuela, me tambaleo y por poco caigo.

Cuando llega la hora de salida, nuevamente regreso detrás del camión escolar, Sofía baja y subimos los dos juntos, veo cómo su falda se mueve en el aire, llega a su departamento, me aproximo al mío y entro.

 


Agosto 18.

Han pasado muchas cosas desde que no abro esta libreta. Para empezar, he pasado por la revisión de mi supervisor, no tuve ningún problema: su cerebro no sirve más que para caminar, comer y defecar. Revisó mi diario personal, en el que tengo que escribir lo que hago a diario. Si tan solo encontrara esta libreta, me regresa a prisión, pues me prohíben relacionarme con menores de edad y, aún más fijarme en ellas, entonces me inculparían de cualquier crimen y sería perpetua, es por ello que la tengo bien escondida.

Sofía ha cambiado bastante, cuando la sigo, me doy cuenta de que cada día está más hermosa. Aquel chico llega junto con ella los días de escuela; ambos bajan tomados de la mano y me saludan, me da náuseas el pensar que se acuesta con aquel novato, pero sus genes, son los mejores con los que podría estar.

 

Agosto 21.

Hoy es fin de semana y los padres de Sofía vienen para, como ellos dicen, “ver que todo esté en orden”, son los días que más odio, pues no la puedo ver como a diario.

Esta vez, también llegó el chico y junto con él, sus padres: su padre no es muy distinto a él.

Espero a que el pasillo esté en silencio y entonces, voy por mi comida; sabe a estiércol, quemada. Esta vez, me atendió uno nuevo.

Mientras como, veo cómo se intenta escapar; los policías, inmediatamente lo meten a una habitación donde, yo sé que le advierten y amenazan con regresar a prisión. Una hora después salió, lastimado, golpeado, abusado, y regresó al trabajo.

Al volver, llamo al elevador y, al llegar éste abajo, sale Sofía junto con el chico y sus padres, como siempre, Sofía y el chico me saludan, pero no puedo moverme y menos hablar, el padre parece que ve un fantasma, sale como si yo no existiera y se van.

 

Septiembre 25.

No sé cuánto tiempo ha pasado, mis reservas se agotaron, no he visto a Sofía.

Ya tengo hambre, salgo y llamo al elevador, no llega, salen de con Sofía los padres del chico, se acercan a mí, el elevador aún no llega. Intento escapar, pero cada uno cubre un lado, me dirigen a un rincón oscuro, no tengo cómo defenderme, me golpean y luego, me fuerzan a arrodillarme, me abren la boca y solo siento cómo entran y salen de mí, escucho decir: «primero pase usted», siento una mano en mi hombro, y me aparto de inmediato, me golpeo en la pared y quedo dentro del elevador. Todos me miran extrañado, «Hola», los saludo intentando aparentar como si nada hubiera pasado.

«Hola, tío» me dice el padre, pierdo el control. «Perdone, me recordó a un familiar» añade casi al instante. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Debía decirle que sí era yo aquel tío suyo, que tanto le quería y a quien admiraba cuando tan solo tenía unos cuantos años y luego se encargaron de borrar su existencia para salvar el honor de la familia?

No volví a decir nada ese día.

Septiembre 26.

Subimos al elevador, cierra las puertas y lo atoro, el chico intenta apartarme para seguir subiendo, yo saco un cuchillo y lo apuñalo, me acerco a Sofía, la tomo por la cintura y la beso, acaricio su cuerpo, ella no se resiste, vuelvo a accionar el elevador y la llevo a mi departamento. Cada vez que me acerco a ella, tengo miedo de que suceda este impulso.

 

Septiembre 28.

«Disculpe a mi padre por el otro día, seguramente le recordó a su tío que murió cuando él apenas era un niño, dice que era muy cercano a él». Con que muerto ¿eh?, mi familia fingió mi muerte para que fuera olvidado más fácil. Tenía ganas de llorar en aquel momento, pero me detuve; al llegar arriba, ellos salieron y, antes de que desaparecieran de mi alcance, tomé al chico por el brazo, «tu padre no se equivocó, nunca morí» le dije y lo solté, era hora de que se fuera sin saber más.


Octubre 10.

«¿Quieres saber por qué fingieron mi muerte?» le pregunto al chico mientras subíamos en el elevador, él afirmó. «antes de irte, toca mi puerta» terminamos de subir y entro a mi departamento, no pasó ni una hora cuando escucho el sonido de la puerta, me acerco y abro, venía con Sofía. «Sofía, no sé si deberías escucharlo tú también» dije esperando a que ella se fuera, no lo hizo, los pasé les serví té y… vuelve a sonar la puerta.

“no los pueden ver aquí” “¿Dónde los escondo?” vuelve a sonar la puerta, “la última advertencia, ahora van a derribarla”. Sin darme cuenta estoy dando vueltas por la habitación, el chico se levanta, me toca el brazo para tranquilizarme, pero yo lo empujo, cae a donde estaba sentado, “un nuevo guardia” «No fue mi culpa» grito. La puerta me devuelve el grito “cadena perpetua” caigo al piso, abrazo mis rodillas, el chico vuelve a tocarme «no, por favor, no» sollozo, me suelta, escucho cómo el guardia electrocuta a alguien, cierro los ojos, llorando. Cuando los abro, distingo la silueta del chico metiendo algo en su bolsillo, se acerca a Sofía y después, comienza a caminar a la puerta, la abre. “Él los llamó, me quieren llevar a aquel agujero de nuevo”. Entra alguien, mis lágrimas no me dejan ver, me levantan y me sientan en una silla. «¿Qué hace ella aquí?» mi voz apenas se distinguía del llanto, a lado de Sofía, distingo dos siluetas altas, de hombre, «No hice nada» repito una y otra vez. Pierdo el control por completo, no sé qué esperar ahora.  Los recuerdos de lo que viví durante todo ese tiempo me penetran simultáneamente. «¡¡No fue mi culpa!!» Me desmayo.

Al despertar, estoy rodeado por cinco personas dos de ellas paramédicos. Veo a Sofía. «¿Cómo se encuentra?» escucho decir a alguien, seguro es un policía que espera mi última confesión. «Ha despertado» le responden los paramédicos. Se arrodilla junto a mí. «¿Estás bien?» me pregunta con mucha calma, «Soy Pablo, el padre de David» aclara inmediatamente al ver mi confusión, su tono de voz me tranquiliza, «Usted es mi tío». Lo miro y distingo su rostro mientras una lágrima surge de su ojo derecho. Volteo a ver a Sofía y le pregunto cuántos años tiene, «16» me contesta.

 

Octubre 12.

«Tío, quiero saber la verdad» Ahí estaban los tres nuevamente, sentados en mi departamento. «Tengo un problema» confieso con voz temblorosa y apenas audible «Me gustan de una edad específica  de 14 a 16, me relacionaba con muchas. Iba a las plazas con mi hermano menor a cazar, por lo regular, quinceañeras, hermosas,  vírgenes, era fácil y divertido: primero la conquista y en el momento adecuado, poseerlas, pero llegó el día en que cumplí 18 y no pude parar» «tuviste problemas con alguna?» Pregunta David «Sólo con una, yo tenía 22 años, tu padre ha había nacido, llevábamos saliendo más de seis meses, pero una vez, la caja estaba vacía, no quedaba ni uno, pero a ella no le importó y quedó embarazada. Sus padres al enterarse, me acusaron de violarla y terminé en prisión» me dejo sumergir en los recuerdos, en lo bien que se sentía poseerlas, sentir su humedad mientras escuchaba sus gemidos de placer en mi oído, en ese instante, el placer se convirtió en llanto y me escuché a mí mismo, suplicando que pararan. «¿Y el bebé?» pregunta mi sobrino regresándome a la realidad. «la obligaron a abortar».

No noté la cara de desprecio o asco que esperaba por parte de Sofía y David, en cambio, noté preocupación. «¿Pasa algo malo?» pregunté, Sofía agachó la cabeza mientras lo negaba. Realmente estaba preocupada.

Octubre 23.

Al regresar de comer, escucho gritos provenientes del apartamento de Sofía. «!David, ¿Estás estúpido?! ¡Eres mayor de edad! Sofía, ¿Cómo pudiste permitirlo?» escucho cómo la puerta de su apartamento se azota.

 

Noviembre 15.

«Sofía, ¿qué te pasa?» le pregunté al verla llorando. «Estoy embarazada, mis padres ya se dieron cuenta y van a acusar al responsable de violación»

 

Noviembre 18.

«Cúlpame a mí» le digo mientras subíamos en el elevador.  «Cúlpame a mí y vive tu vida con David»  «No puedo hacerlo» me responde a lo cual yo insisto «Así todos estamos a salvo» al ver su cara de confusión le atreví a confesar «Desde que te vi,  me obsesioné contigo,  en más de una ocasión tuve el impulso de atacarte, y ya no quiero hacer más daño a nadie.  Acúsame a mí y así nadie correrá peligro» ella no me respondió, no me dijo qué iba a hacer o qué pensaba. Se fue.

 

Hola:

Aprecio mucho lo que has hecho por mi hijo, Sofía y él me lo contaron todo, te debo una. Decidieron tener al bebé, espero lo conozcas lo más pronto posible. Sofía y David se van a casar después de que ella dé a luz, pero ya te contaré en persona. Te visitaré lo más pronto posible, y si te otorgan la fianza, avísame. La pagaré.

Cuentas con todo mi apoyo, te quiero

Con afecto: Pablo, tu sobrino.

 

Ilustraciones de Egon Schiele



viernes, 17 de enero de 2025

El sueño de la realidad


 

Con el cuento "El sueño de la realidad", Valentina Aldana Díaz, originaria del municipio de Tepotzotlán, se hizo acreedora al segundo lugar de nuestro CONCURSO ESTATAL PENSADOR MEXICANO DE LITERATURA ESCRITA POR NIÑAS, NIÑOS Y JÓVENES en su emisión 2024. El sueño de la realidad es un trabajo de terror psicológico y onírico que no deja de tener dejos de aquella parricida tragedia griega de Electra. Esperamos que a varios de ustedes los deje sin dormir:


El sueño de la realidad


Hola mi nombre es Eva, tengo 17 años, nací el 7 de julio, tengo dos hermanos; el mayor se llama

Mike y tiene 24 años, mi otro hermano se llama Billy, él tiene 20.

Mi madre casi nunca está en la casa ya que la mayor parte del día está trabajando y mi padre está

muerto, por suerte. No me malinterpreten, yo sí quería a mi padre, bueno más o menos; ya que

me presenté les cuento porque digo que por suerte mi padre está muerto.

Cuando tenía 10 años mi padre fue asesinado por el mejor amigo de Mike llamado Damián. El día

del asesinato yo estaba afuera jugando con mis hermanos mi madre estaba trabajando como de

costumbre y mi papá estaba dentro de la casa leyendo como siempre, todo estaba normal como

un día cualquiera, tocaron el timbre y mi papá abrió. Quien tocó fue Damián, el entró a la casa

apuntándole con una pistola a la cabeza a mi padre, mis hermanos y yo no nos dimos cuenta de

esto hasta que escuchamos los gritos de mi madre quién había visto a mi padre de rodillas

suplicando por su vida con un arma en su frente y a Damián gritándo a mi padre que “le entregara

la llave”.


Mi madre fue por nosotros al patio y nos dijo lo que ocurria; a esto mis hermanos y mi madre

entraron a la casa, justo cuando Mike abrió la puerta y entró recibió una herida de bala en su

hombro. Billy y mi madre entraron y cerraron la puerta detrás de ellos, yo decidí asomarme por la

ventana y lo que vi fue a mi padre desangrándose en el suelo con una herida de bala en la frente; a

Billy golpeando a Damián hasta dejarlo inconsciente y adentro mi madre llorando y tapando la

herida de Mike.

Ustedes pensarían que empecé a llorar o sentí miedo o tristeza pero no, no sentí nada de eso, no

le tomé importancia, de hecho lo único que hice fue, subir en silencio a mi cuarto.

Escuchaba las sirenas de las ambulancias llegando y a los policías entrando a mi casa.

En el velorio todos estaban llorando menos Mike y yo, bueno él porque estaba en el hospital pero

no dudo que también estuviera llorando o estuviera triste yo por el contrario no estaba tomándole

mucha importancia a la situación, lo único en lo que pensaba es que quería comer algo después de

eso; sentía una sensación de libertad pero al mismo tiempo algo en mí decía que él seguía vivo.

Después de un año mi madre decidió que nos mudaríamos de casa, el viaje fue largo y tedioso

como de costumbre mi madre iba manejando Mike en el asiento del copiloto Billy durmiendo y yo

escuchando las pláticas de Mike y mi mamá

Al llegar no podía creer cuál iba a ser nuestra nueva casa, era gigante, con un patio igual de

grande. Al entrar lo primero que hice fué caminar por toda la casa viendo que cosas habían dejado

los antiguos dueños; en la cocina no había mucho que ver solo algunos platos y tazas; en la sala

había una chimenea y arriba de ella un cuadro enorme de un señor con bigote y barba, estaba

vestido con un traje de militar; al lado del cuadro había dos espadas muy antiguas, mi mamá me

dijo que tuviera cuidado con eso porque no estaban muy fijas; las escaleras eran grandes y

rechinaban cada que alguien pisaba un escalón; los cuartos de arriba eran muy grandes también.

Después de explorar un poco la casa, salí para ayudar a mis hermanos a bajar las cajas de la

mudanza cada quien se llevó su maleta y su caja a su habitación; mi cuarto era muy grande, tenía

muchísimo espacio y una gran ventana que daba vista al patio. Después de sacar algunas cosas de

la maleta me dormí pues habíamos llegado tarde y tenía muchísimo sueño.

Al día siguiente Billy tenía que ir a la universidad y Mike y mi mamá salieron a buscar un nuevo

trabajo; yo me quedé sola en la mañana, no hice mucho solo acomode un poco las cosas de mi

habitación comí algo y salí a ver qué podía haber en el patio. Lo único que encontré fue un pozo

viejo que soltaba un olor feo, como si hubiera un animal muerto ahí adentro.


Pasaron varias horas y se me hacía raro que Billy no llegara, después pasaron aún más horas y yo

ya me estaba preocupando, estaba anocheciendo y ninguno de los tres había llegado, les marcaba

y no contestaban.

De repente escuché un silbido muy parecido al que hacía mi padre cuando quería llamarnos, algo

en mí decía que lo ignorara pero mi curiosidad fue más grande y decidí ir a la sala ya que según yo

de ahí venía el silbido, estuve un buen rato intentando averiguar de dónde provenía exactamente

el sonido hasta que me di cuenta que venía de la chimenea, moví los troncos y descubrí una llave

vieja, era pequeña y en la parte de arriba tenía un calaca, cuando tomé la llave el silbido sonaba

como si viniera de afuera, yo seguía con curiosidad así que guarde la llave y salí al patio; el silbido

me dirigia al pozo; cualquier persona normal que viera el pozo y percibiera el olor se iría, pero yo

no, asi que me acerque y cuando estaba lo suficientemente cerca para caerme, sentí como alguien

me empujó por la espalda y percibí un olor muy familiar, percibí el olor de mi papá, en ese

momento, extrañamente, despertéMe sentía un tanto desorientada, estaba en mi recamara, despertando; escuché voces que venían

de la sala, pensé que eran mis hermanos y mi madre así que baje; mientras iba bajando por la

escalera me di cuenta que la casa estaba al revés; las cosas que estaban en la derecha ahora

estaban en la izquierda y viceversa.

Yo no entendía que pasaba, una parte de mí pensaba que era un sueño pero la otra sabía que no

lo era, se había sentido demasiado real como para que fuera un simple sueño, al ir a la sala me

quedé paralizada; mis hermanos estaban hablando con mi padre. Yo no creía lo que estaba

pasando: ¿Como mi padre difunto que yo vi morir, vi su cuerpo desangrándose, podía estar ahí

sentado hablando con mis hermanos?- Esos pensamientos fueron interrumpidos con la voz de mi

padre diciéndome: Hola hijita, qué bueno que bajaste, ven, siéntate con tus hermanos, platícame

cómo te fue hoy.

Lo único que salió de mi boca fue decirle: ¿Qué haces aquí, tú estás muerto cómo es posible?

Mis hermanos comenzaron a reír, mi padre también y entre risas me dijo: qué estás diciendo, yo

nunca he muerto y no voy a morir muy pronto, ven siéntate y déjate de tonterías. Me senté al lado

de Billy, yo sabía que algo andaba mal, les dije que me iba a mi cuarto, que estaba cansada; mi

padre me dijo que me esperara que quería hablar conmigo; yo obedecí y me quedé ahí.

Mike y Billy salieron a comprar algo que mi padre les pidió; cuando se fueron, él se acercó a mí y

me dijo: No vuelvas a hablar de mi muerte, no intentes hacer nada, si lo haces, yo me enteraré y no

querrás saber lo qué haré.



Al escuchar esto me dieron escalofríos no sabía qué decir ni qué hacer; escuché llegar a mi madre

y fui con ella, le conté todo lo que me había pasado y me dijo que me dejara de tonterías que mi

padre siempre había estado vivo y que sería mejor que no tocara el tema.

Yo no sabía que estaba pasando, me subí a mi cuarto y cuando escuché que Mike y Billy habían

llegado corrí con ellos a contarles todo; Mike me miró mal y también me dijo que me dejara de

tonterías que mi padre siempre había estado vivo y que sería mejor que no tocara el tema; esto

me espantó aún más. Pensaba que Billy me diría lo mismo, pero me dio un abrazo y me dijo: Por

favor ya no toques el tema, es por tu bien y por el nuestro también; sé que es raro para ti, él no es

tu padre.

Y me dijo al oído, que si había hallado una llave, la guardara muy bien y que no le contara a nadie,

me dijo que cuando estuviera segura de usarla, no dudara en hacerlo y hullera. Después se alejó y

se fue.

Esto me dejó pensando toda la tarde hasta que llegué a la conclusión de que si había llegado por el

pozo podría irme por ahí también. Me dirigí hacia allá y al llegar le encontré clausurado con una

tapa de madera cerrada con candado; la cerradura me pareció familiar vi que era la misma de la

llave y cuando estaba buscando en mis bolsillos para probarla; escuché los gritos desgarradores de

Billy.

Corrí hacia la casa y cuando entré vi a mi madre desangrándose en el suelo con una herida de bala

en la cabeza a Mike con una herida de bala en el hombro mientras Billy estaba golpeando hasta

dejar inconsciente a Damián.

Mi supuesto padre se acercó a mí y me dijo: si vuelves a intentar otra cosa, volverá a pasar, pero

esta vez a tu verdadera madre.

Estaba ocurriendo justo lo que le pasó a mi padre pero esta vez a mi mamá; quería seguir

pensando que era un mal sueño y que en algún momento iba a despertar, pero sabía que esto no

era así; tenía que hacer algo para irme de ahí lo antes posible.

En el velorio, Billy se acercó a mí y me dijo, ya sabes dónde usar la llave, él va a estar vigilándote

ten cuidado; si quieres respuestas ve con Damián, él ya está muerto en ambas realidades, él te

ayudará. Al siguiente día hice eso, fui a la estación de policía donde sabía que estaba Damián y le

pregunté cómo me podía ir de ese lugar, él me dijo que la única salida era el pozo, en la primera

oportunidad que tuviera tenía que lanzarme por ahí, pero tenía que matar antes a mi padre, de

una forma u otra; no me dijo más y se lo llevaron a su celda.

Regresé a la casa donde mi supuesto padre me estaba esperando, tenía miedo de lo que me

pudiera hacer, pero lo único que hizo fue decirme que subiera a mi habitación y me durmiera; la

verdad tenía mucho miedo de quedarme dormida pero el sueño fue más fuerte que mi miedo y

me quede dormida.

Al día siguiente baje con la intención de asesinar a mi papá e irme de ahí lo antes posible; pero en

ese momento escuché su voz detrás de mí diciéndome: hagas lo que hagas no te vas a ir sin que

yo te mate primero, te lo advertí una vez, no pienso hacerlo dos veces-. Después de esto él subio a

la habitación de Billy, sabía que no iba a pasar nada bueno, así que subí corriendo detrás de él para

evitar que le hiciera algo a Billy pero fue muy tarde; al entrar a su habitación vi su cuerpo en la

cama y su cabeza en la mano de mi padre; él volteó a verme; cuando volteó pude ver una cara que

no era de una persona normal; tenía los ojos blancos, su boca era el doble de grande, me sonrió y

pude ver que solo tenía colmillos, sus pies eran de una cabra, sus manos en vez de tener uñas

tenía garras y en la espalda le habían salido púas. Me asusté muchísimo y corrí hacia la puerta

mientras escuchaba su voz monstruasa gritándome: vuelve, es inútil intentar irse de aquí, no

parare hasta matar a cada persona que se cruce en mi camino para lograr mi objetivo-

En ese momento recordé las palabras de Damián, así que corrí hacia la sala y agarré la espada que

estaba junto al cuadro de la chimenea; justo cuando la agarré sentí una arañazo en mi pierna; yo le

dí un espadazo en la cara y me fui lo más rápido que pude. Solté un grito pidiendo ayuda, el dolor

era muy fuerte y caí al suelo; alcancé a ver a Mike, le pedí ayuda; cuando se estaba acercando a mí

vi como él lo cortaba por la mitad; no podía creer lo que estaba viendo, me levanté lo más rápido

que pude e intente correr hacia la puerta.

Cuando estaba intentando abrirla sentí otro arañazo pero en mi espalda el me volteo y me ahorcó

me estaba levantando del cuello mientras reía; con la fuerza que aún tenía, le enterré la llave en

su mano, se la enterré con tanta fuerza que fue suficiente para que me dejara; agarre aire y subí al

segundo piso estaba buscando una forma de escapar y me dirigí a mi cuarto ya que la ventana

daba justo al pozo; era el momento de saltar e irme, pero sabía que tenía que matarlo antes.

Recorde que Billy tenía un arma guardada en su cuarto después del asesinato de mi padre; corrí a

su habitación y la encontré; escuchaba como subía las escaleras y su risa se escuchaba cada vez

más cerca; regrese a mi cuarto, abrí la ventana y me escondí detrás de la puerta; cuando entro me

subí a una caja que tenía al lado y salte sobre él, le puse la pistola en el centro de su cabeza y

dispare; no espere ni un segundo y salte por la ventana; me lastime muchísimo pero caí en varios

arbustos; corrí hacia el pozo, lo abrí con la llave y salté dentro.

En ese momento escuché la voz de Billy diciéndome: despierta ya llegamos, ahora tú fuiste la que

se durmió todo el viaje.


Cuando abrí bien los ojos, me percate que Mike estaba sentado al lado de Billy lo cual se me hizo extraño, cuando vi quien venía sentado en el asiento del copiloto, un escalofrío recorrió mi cuerpo, era mi padre; no podía creer lo que estaba viendo, bajamos del auto y conté todo lo que había pasado a Billy, él se rio y me dijo que estaba loca, que nuestro padre nunca había fallecido; en ese momento oí la voz de mi padre diciéndome: que te pasa hijita, por qué estás tan rara conmigo? antes de que pudiera contestar algo, Billy se adelantó y le dijo todo lo que le había platicado; por lo que mi madre y Mike también escucharon, los cuatro se fueron y entre risas mi papá me dijo: no digas tonterías hija, fue solo un sueño, mejor ven y ayuda a bajar las cosas. Después de un rato, decidí creerles, pues tuve suficiente tiempo para soñar todas esas cosas y la verdad estaba contenta de que fuera solo un sueño; estaba feliz de ver a mi familia completa otra vez. En la noche mi papá entro a mi habitación, me dio las buenas noches, me abrazo y me dijo: un simple disparo no me puede matar.-

Después de decir eso comenzó a reír, me quede paralizada viendo como agarraba la llave y salía de mi habitación.



Ilustraciones de
Ilustraciones del argentino Santiago Caruso