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Cerro sagrado de las Dos Jorobas, Tepotzotlán, México |
Ya para la gente antigua
que habitó Tepotzotlán incluso antes de los otomíes y los nahuas, de los
toltecas, chichimeas y teotihuacanos, o sea, hace unos cinco mil año, las
montañas de la sierra eran sagradas, eran el templo y la casa, el modo de
sustento y su protección en la guerra, el lugar de donde venían la enfermedades
pero también los remedios, el sitio donde erigir sus espacios sagrados y
también los camposantos donde sus ancestros reposaran, en suma, la montaña para
ellos era la vida y la muerte.
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Bellos ejemplares de flora circundan al cerro |
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La excursión padeciendo los rayos del sol |
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Agrestes caminos de la sierra |
El símbolo se confeccionó con tal poder que ha
llegado a nuestros días cargado de todos los significados que a lo largo de los
siglos se le atribuyeron y aunque muchos de ellos desafortunadamente han
quedado velados para nosotros en el polvo del tiempo, también es cierto que la Sierra
de Tepotzotlán todavía y a pesar de los vándalos que la han saqueado y
destruido (y esto incluye a autoridades y políticos) aún es santuario de
historia, cultura y naturaleza que le colocan como uno de los espacios
ecológicos y arqueológicos más importantes del país. Su conservación no puede
venir de quienes la están destruyendo con su indiferencia o sus ambiciones personales.
Su conservación sólo puede ser realizada por una sociedad civil responsable,
madura pero que sobre todo ame profundamente sus raíces y su historia. Conocer es
proteger. Nadie puede querer lo que no conoce. Por eso invitamos a la sociedad
de Tepotzotlán y sus diversos pueblos, e incluso de los municipios conurbados que
se ven beneficiados por nuestras montañas, a que conozcan y protejan al que se
supone es parque estatal Sierra de Tepotzotlán.
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Las sombra de la Dos Jorobas se extiende al infinito |
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Peñas que han embrujado al hombre durante siglos |
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Concierto de cimas caprichosas: La Sierra de Tepotzotlán |
Para finalizar este año, el
Jorobado de Tepotzotlán y algunos amigos cercanos que están en constante investigación
con lo referente al municipio, organizamos una visita a la que consideramos una
de las partes más sagradas de la sierra: El Cerro de la Dos Jorobas y Peña de
la Caparrosa, templo milenario, casa de fauna maravillosa como el coyote y el
gato montés y de flora increíble que varía en los microclimas que circundan el
cerro, entre los humedales de los bosques hasta la aridez de las magueyeras y
nopaleras. El asenso se hizo por La Estancia y sur misteriosos ríos, para
posteriormente entrar en terrenos de Peña Colorada y las frondas del Puerto del
Azafrán y terminar en el bello plan que une a las Dos Jorobas con la Caparrosa.
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Vistas panorámicas |
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Luces y sombras de cielo serrano |
Entendimos en la profundidad de esa noche cimarrona porque los hombres
concibieron en estos espacios la idea de dios y lo divino, porque con frecuencia
decimos ante sus inmensidad “no somos nada”, y con la nitidez del amanecer
supimos porque en otros tiempo esas cimas fueron observatorio y bastión de
guerra: desde sus cumbres se pueden ver Tula y Tepeji y sus sagrados cerros del
Xicuco y el Cincoque, se abre a los ojos la gran nación otomí de Chapa de Mota,
Villa del Carbón y Jilotepec, zona entrañable de nuestra propia historia
municipal, y al suroriente se despliega sin tapujos el valle del Anáhuac, sus
distintos señoríos que culminarían en el esplendor de México-Tenochtitlán ahora
—y desde nuestra cima— alfiletero de torres de concreto y manto cubierto de
cubitos de asfalto y cemento.
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Atardecer... |
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...anochecer... |
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...amanecer |
Todavía, por la casa donde nace el sol, nos miran
desde la distancia los padres de todos los cerros sagrados de la cuenca de
México: el humeante Popocatepetl y la dama blanca Iztaccihuatl.
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Los volcanes sagrados vistos desde las Dos Jorobas en Tepotzotlán |
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