A la probe indiada (jorobada)
de Tepotzotlán
El
cacique, en unos de sus berrinches, y habiéndose apropiado una vez más del pueblo
—y francamente disminuido por las taras propias de sus excesos—, decretó:
— ¡Muchos
dicen que soy un cacique, pero me vale madres, hay caciques malos y habemos caciques
buenos!
Quienes
sobrevivíamos bajo su yugo nos indignamos, heridos e incendiarios, sin reflexionar
en que, si algo cierto había declarado en toda su existencia aquel reyezuelo de
barranca, fue, sin darse cuenta, aquella memorable disquisición. Era verdad.
Era cierto. Sí hay caciques buenos: los caciques muertos.
Autor: Juan de Dios Maya Avila (Jorobado de Tepotzotlán)
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