Nos complace anunciar a los ganadores de nuestro NOVENO CONCURSO ESTATAL PENSADOR MEXICANO DE LITERATURA ESCRITA POR NIÑOS Y JÓVENES 2021, no sin antes disculparnos de antemano por la tardanza del veredicto, pero sucedió que este año llegaron más trabajos que en ninguna otra emisión y un par de esos trabajos eran novelas largas, lo cual dilató nuestro trabajo. Sin embargo, ello nos llena de satisfacción al saber que cada vez llegamos a más niños y jóvenes y que por ende, la calidad de los trabajos es de mayor calidad. Como sabrán, este año el concurso cambio de nombre y se ha decidido dedicarlo a la memoria de don Joaquín Fernández de Lizardi, El Pensador Mexicano, quien vivió durante largos años en nuestro Tepotzotlán, sede de este concurso. Por ello, la emisión 2021 se dedica a quien es considerado el primer novelista de las Américas. Sin más, nos place anunciar a los ganadores de este años, señalando solamente que el municipio de Naucalpan se significó por ser el lugar de origen de dos de los ganadores. Enhorabuena a todos los participantes.
Primer lugar
Espectros
Jorge Verduzco Vega
Tlalnepantla
14
años
Segundo Lugar
Tengo
un alma. Yo tengo 43 almas.
Jesús Eduardo Díaz
Mondragón
Naucalpan
14
años
Tercer lugar:
Timoteo
Amada María Martínez Rodríguez
Ixtapaluca
17 años
Menciones
honoríficas
Pedazos
de papel y tinta
Diaz
Mondragón Alice Yuriko
Naucalpan
17
años
Demencia
Renée
Agustina Trejo Vergara
Tepotzotlán
13
años
Malinalxóchitl
Emmanuel Escalante López
Malinalco
16 años
Autores
no mexiquenses cuya obra muestra una considerable calidad
Lorena Carolina Váquez Trujillo de Tuxtla Gutíerrez, Chiapas
Vanessa Balderrama Lizárraga de los Mochis, Sinaloa.
Guadalupe de Jesús Pérez Ledesma de Yahualica, Jalisco.
Sofía Calderón Álvarez de la Ciudad de México
TRABAJOS GANADORES
Primer lugar
Espectros
Jorge Verduzco Vega
Tlalnepantla
14 años
Kevin
salía de la escuela solo. No tenía ni un solo amigo. Él tenía doce años, era de
piel morena, su cabello era café oscuro, tenía unos ojos negros penetrantes,
delgado y no poseía destrezas físicas.
Eran las dos de la tarde y el sol brillaba con
intensidad, sus padres no lo recogían, a ellos no les importaba. Su padre era
alcohólico y su madre era apostadora.
La
calle por la que caminaba era solitaria, vacía. Kevin vio de reojo a una
camioneta; no le dio importancia. Después de unos minutos vio que todavía lo
seguía la camioneta. Empezó a caminar más rápido y la camioneta aceleró. En ese
momento corrió lo más rápido que pudo; pero la camioneta aceleró hasta quedar a
su lado. La puerta se abrió y un hombre lo jaló hacia adentro; el chico intentó
escapar, pero no era tan fuerte y terminó dentro del vehículo. El hombre que lo
secuestró le dio un puñetazo, dejándolo noqueado.
Varias horas después Kevin se despertó, adolorido. Estaba
completamente atado. Observó a su alrededor; era un lugar grande, había pocas
luces, por lo que estaba muy oscuro y en penumbra. Podía ver a los tipos que lo
habían secuestrado, los cuales cargaban armas, y a un hombre que estaba
hablando con ellos. El hombre era gordo, tenía una apariencia sucia y era un
poco calvo.
Kevin
se empezó a sentir asustado y nervioso, en ese momento recordó porqué no tenía
amigos; cuando él sentía emociones negativas, a veces podía escuchar voces e
interactuaba con ellas. Todos en la escuela lo consideraban anormal por eso;
Esa era la misma razón por la que sus padres no se preocupaban por él, ellos
pensaban que estaba loco.Por suerte, no escuchaba voces en ese lugar.
Pasaron
los minutos, y Kevin no podía escuchar de lo que estaban hablando los
secuestradores. Luego de un tiempo, el hombre gordo les entregó una maleta a
los tipos armados, los cuales la abrieron y sacaron lo que parecía ser dinero,
ellos lo contaron y asintieron con la cabeza.
Uno de los secuestradores se dirigió hacia Kevin, quien
estaba en shock, este lo arrastró hasta el hombre gordo. El chico pudo sentir
el hedor que emanaba y estando frente a él, se percató de que sufría
escoliosis, porque tenía los hombros desalineados, uno más arriba que otro. Lo
observó atentamente, con miedo de lo que pudiera pasar, y se dio cuenta de que
tenía en su mano un tatuaje de un cráneo entre dos pistolas, similar a la
bandera de los piratas.
El hombre sonrió, llevó a Kevin hacia su auto y comenzó a
manejar. Ninguno de los dos habló durante todo el camino. En eso, el hombre
rompió el silencio.
-Quiero
que una cosa quede clara, cabrón. No estoy para juegos. Tú vas a hacer lo que
te diga sin rechistar. Si no me obedeces, habrá consecuencias.
Kevin
no respondió, estaba asustado. El camino se le hizo muy largo y no sabía dónde
estaba. Hubo un punto en el que solo veía árboles. Poco después vio una casa
hecha de madera.
El hombre llevó a Kevin hacia la casa; al entrar, vio el
interior, no había ventanas, la única fuente de luz en ese lugar eran los
focos.
El hombre colocó un candado en la puerta, y miro fijamente
a Kevin.
-Hay
una habitación arriba, allá te vas a dormir. Tu única labor será servirme;
limpiarás la casa, prepararás la comida, acomodarás las cosas. Si haces alguna
cosa mal, vas a sufrir -dijo el hombre.
Kevin asintió y subió. Estaba aterrado, se sentía
indefenso, débil.
Cuando
llegó a la habitación vio que había varios chicos, los cuales estaban de pie,
lamentándose, sin percatarse de la llegada de Kevin.
-
¿Hola? -Dijo inseguro Kevin, no sabía que habría otras personas ahí. Ellos lo
voltearon a ver, sorprendidos; cuando los vio también se sorprendió:tenían la
piel pálida, los colores de los ojos estaban invertidos, lo que debía ser
blanco era negro y el iris lo tenían blanco.
-…
¿Puedes vernos? -preguntó una chica de al parecer trece años.
-Si,
¿Porqué no lo haría? -preguntó Kevin.
Pero entonces el hombre abrió la puerta; los chicos se
asustaron y él gritó:
-¡¿Con
quién diablos estás hablando?!
-Con
los otros chicos -respondió Kevin tembloroso.
-¡¿Qué
otros chicos?! -gritó con ira el hombre.
-Con
los que están aquí… -dijo Kevin, (los cuales seguía viendo)
-Te
dije que yo no iba a estar para juegos -dijo el hombre. Dicho esto, le pegó un
puñetazo en el estómago y en la cara. Kevin cayó al suelo y escupió sangre. El
hombre lo levantó y le dijo lentamente: Que esto no se vaya a repetir ¿oíste
imbécil? Somos los únicos en la casa.
Kevin
asintió asustado y aguantándose el dolor. El chueco lo dejó caer al suelo y
escupió encima de él mientras se retorcía.
Cuando
el chueco salió, Kevin se agarró la cabeza, aturdido. ¿Qué había pasado? Cerró
los ojos, intentando encontrar una explicación. No la halló.
-Dios,
¿Si estoy loco? -se preguntó a sí mismo, molesto.
-No,
no lo estás -dijo un chico.
-Claro
que sí, me estoy imaginando esta conversación porque estoy loco -respondió
Kevin de mala gana.
-No te
estás imaginando nada.
-¿Entonces
qué otra explicación hay? Además, escucho voces cuando me pongo nervioso.
-Es
que no somos producto de tu imaginación -respondió el chico.
-¿Y
entonces porqué él no los vio?
-…
Porque estamos muertos.
Kevin
se quedó en silencio, tratando de comprender.
-Es
obvio que no es cierto, no estoy platicando con un fantasma; en este momento
tengo cosas más importantes de que preocuparme ahora.
-Si no
nos crees, mira el cajón blanco que está junto a la cocina. Ese hombre siempre
toma una foto del niño que compra-dijo una niña de al parecer siete años que
intentaba reprimir su llanto.
Kevin
lo pensó, sabía que a ese hombre no le iba a agradar nada que estuviera
husmeando sus cosas. Pero lo que la niña dijo le parecía demasiado concreto
para ser producto de su imaginación. Es más, si lo que decían era cierto,
explicaría muchas cosas.
Kevin
esperó hasta la noche, cuando el hombre dormía, para poder salir de la
habitación y dirigirse hacia la cocina. Caminó lentamente, tratando de ser
cuidadoso para no despertarlo; vio que estaba en el sillón, con la televisión
encendida. Cada paso lo daba lenta y cuidadosamente, para no ser descubierto.
Llegó a la cocina, buscó el cajón que le había descrito la niña, lo encontró.
Lo abrió poco a poco y descubrió que era verdad, ahí estaban las fotos de todos
los chicos que había visto. Era imposible que las hubiera visto antes, por lo
tanto, no eran parte de su imaginación. Eso significaba… que las voces que él
oía nunca fueron imaginadas, sino que eran espíritus. Entonces comprendió como
podía ver a los chicos y no solo oírlos: al ser secuestrado experimentó una
gran angustia que lo detonó.
Regresó
silenciosamente a la habitación, los fantasmas lo estaban esperando. Kevin
tenía una pregunta, la cual debía saber, pero no quería oír la respuesta, ya que
sospechaba cual sería y le aterraba la idea.
-Oigan…
¿Cómo murieron? -preguntó Kevin, sin saber cuál sería su reacción.
Todos
se quedaron un momento en silencio. Hasta que un chico alto respondió.
-Todos
los que estamos en esta habitación, menos tú, claro, hemos sido asesinados por
ese hombre. La niña más pequeña empezó a llorar mientras que una de ojos
rasgados la abrazaba.
-Él
nos asesinó de las maneras más horrendas que te puedas imaginar -continuó el
chico-. Todos a los que compra le servimos exactamente una semana, y al séptimo
día nos mata; tortura solo por diversión y a cada víctima la mata de una manera
única.
Kevin
se sintió atemorizado, estaba en la casa de un asesino.
-Pero
no te preocupes, tu sí puedes escapar -dijo otro chico.
Kevin
lo miró confundido, y una chica agregó: Debido a que puedes comunicarte con
nosotros, te podemos ayudar. Verás, algunos de nosotros investigábamos la casa
mientras él dormía, y encontramos algunas cosas que te pueden ayudar a escapar
de este lugar.
-También
podemos avisarte si elchueco está cerca.
-¿El
chueco? -preguntó Kevin, al descubrir cómo se referían al hombre.
-Si,
¿Qué no viste lo chueco que tienelos hombros?
Kevin asintió con la cabeza, mientras pensaba
rápidamente. Pronto comprendió la ventaja que tenía, se podía comunicar con
personas que ya habían estado allí antes y encontrar lo necesario para escapar
de allí.
A Kevin se le
ocurrió un plan: al día siguiente mientras limpiara la casa comprobaría qué tan
cierto era lo que los fantasmas le habían dicho respecto a los hábitos del
hombre, lo que había en la casa, así como los atajos que podría tomar para
escapar.
-Oye,
¿Qué se siente ver fantasmas? -preguntó un chico de orejas grandes.
Kevin sonrió por lo irónico de su pregunta, por lo tanto,
comenzaron a hablar sobre sus vidas. Resultaba que el nombre de aquel chico era
Diego y tenía los mismos gustos que Kevin. Rápidamente se hicieron amigos. Le
parecía divertido a Kevin que uno de los pocos amigos que había hecho estuviera
muerto.
Se dispuso a dormir. Esa noche, soñó con una criatura,
estaban en una especie de vacíouno frente al otro; la criatura no le hacía
nada, pero su sola presencia lo incomodaba. Después de un tiempo, aquello
empezó a hablar en un lenguaje que Kevin no conocía; la criatura repetía una y
otra vez unaspalabras, y Kevin solo lo escuchaba. Luego de un tiempo, se
despertó sudando frio, todavía era de noche, por lo que se volvió a acostar en
la cama, intentando dormir.
A la mañana siguiente, una chica bajita le indicó a Kevin
que en la habitación del chueco, específicamente en el armario, había una llave
que le serviría para abrir un cuaderno, el cual tenía una cerradura.
En cuanto el chueco se levantó, obligó a Kevin a
barrer toda la casa, a limpiar su ropa, preparar el desayuno, entre otras
cosas.
Kevin,
mientras realizaba lo que le ordenaba, inspeccionaba la casa y vigilaba al
hombre, para conocer sus hábitos y averiguar en qué momentos podía investigar.
Algunas horas después, el chueco le gritó desde la sala que ordenara su
habitación y acomodara su ropa.
Kevin se dispuso a entrar en la habitación del hombre
mientras los fantasmas vigilaban que siguiera sentado en el sofá de la sala.
Kevin miró a su alrededor buscando su armario, unos momentos después lo
encontró, se dirigió a él y buscó dentro, cuando encontró la llave, sintió una
especie de orgullo. Pero cuando se disponía a salir de allí, Diego atravesó la
pared y le gritó que se escondiera, le hizo caso y se ocultó en el armario,
poco después pudo ver alchueco entraren la habitación. No lo podía creer, se
suponía que debía quedarse en el sofá. El chueco se paró en medio del
lugar mientras miraba a su alrededor.
-¡Maldito
bastardo! ¡No acomodaste ni un carajo! Más vale que te escondas muy bien,
pequeño imbécil.
El
hombre estaba muy cerca, Kevin sabía que, si lo encontraba, probablemente lo
mataría. Aguantó la respiración lo más que pudo, y cuando exhaló, procuró
hacerlo lo más silencioso posible. Sentía que iba a morir, sentía que todo
había terminado.
Sus
piernas temblaban, se sentía paralizado. Pero contra todo pronóstico, el
chuecosalió de la habitación. Kevin se quedó un rato en el armario;
inmóvil. Pronto le preguntó a los fantasmas, procurando susurrar débilmente,
que en dónde estaba la puerta que debía abrir. La chica bajita le dijo que ella
se lo iba a mostrar, y le pidió que la siguiera.
Cuando
él salió del armario, abrió cuidadosamente la puerta,sin hacer ruido. Pero
antes de eso, tomó la llave y la llevó consigo. Caminaba lentamente, dando
pasos ligeros mientras iba detrás de la chica. Los tablones que había en las
ventanas no lo cubrían todo, por lo que se podía observar la luz del exterior
iluminando tenuemente por donde él caminaba.
Pronto
escuchó una serie de pasos lentos y disparejos cerca de él. Se escondió debajo
de una mesa y observó cómo lo buscaba, respirando pesadamente y maldiciendo
para sí mismo. Lo paso de largo, sin siquiera notar la silueta que había debajo
de su mesa. Cuando Kevin dejó de verlo, salió de allí y continuó siguiendo a la
chica.
Pronto
llegaron a una puerta blanca y la abrieron. A diferencia del cuarto del
chueco, ese lugar estaba ordenado, había un escritorio con una lámpara de
noche, varios libreros y una silla.
-El
cuaderno está en el cajón izquierdo -le dijo ella mientras señalaba el
escritorio.
Kevin
se acercó cuidando de no hacer sonar ningún tablón y abrió el cajón. Dentro
encontró un cuaderno rojo con un candado. Sacó la llave del bolsillo y la
utilizó; momentos después el candado cayó al suelo. Abrió la libreta y en la
primera página leyó “contraseña de la caja fuerte” y abajo estaban escritos
unos números. Kevin supuso que eso era todo lo que necesitaba, pero le entró
curiosidad y siguió leyendo. Encontró tarjetas de crédito y dinero en efectivo.
Unas páginas después descubrieron una fotografía de su captor cuando era joven,
en la cual se veía sonriendo junto a otras personas en lo que parecía una
lujosa casa. Siguió pasando las pasando las páginas y en todas se veía que el
hombre creció en una familia adinerada.
-Si,
al parecer, el chueco nació teniendo papis ricos -contestó la chica
antes de que Kevin dijera algo -. Esadebe ser la razón del cómo puede comprar
tantos niños, su familia lo paga todo.
-¡Kevin,
cuidado! -dijo una voz atrás de él. Giró para ver quién había hablado, pero
pronto la puerta se abrió de golpe, y una voz similar a la que produciría un
león cazando a su presa, tronó en la habitación.
-Te
encontré cabrón -Kevin pudo distinguir la figura del chueco y su sombra
larga y torcida. Se acercó y lo jaló del brazo, Kevin intentó resistirse, pero
él le metió un puñetazo en el rostro, rompiéndole la nariz yno pudo hacer más.El
chueco lo llevó hasta el sótano, donde había muchas herramientas.A lado de
un mueble, había una caja fuerte;a pesar de tener los ojos entrecerrados por la
sangre y el dolor que estaba sintiendo, dedujo que aquel código podíaabrirla.
El chueco sacó un látigo; pateó al chico en el estómago y
le quitó la playera manchada de sangre, para comenzar a darle latigazos. Aquel
indefenso niño gritó de dolor con cada golpe que recibía, podía sentir su piel
abrirse y su carne cortarse. La sangre de su espalda se sentía caliente, y el
látigo se bañaba de esta.
Un par de minutos después, el chuecoparó
y se pudo ver como le dejó la espalda, con los músculos visibles. Kevinno podía
parar de llorar, pero intentaba evitar hacer ruido. El chueco, después
de “castigarlo” le ordenó que fuera a su habitación.
Kevin
regresó en silencio, sufriendo. Cuando los fantasmas lo vieron, se preocuparon
por él. Sabiendo que ya no debía hablar, lo dejaron descansar, mientras ellos
se quedaban en silencio, observándolo.
Esa noche, volvió a soñar con la criatura y esta vez pudo
escuchar con claridad lo que le decía; repetía una y otra vez las mismas
palabras, Kevin no las podía entender, pero sabía exactamente lo que estaba
diciendo; luego, el ser dijo algo que Kevin pudo comprender: Di estas palabras,
dilas, dilas, dilas…
De
repente, Kevin se despertó, no sabía lo que había pasado; pero presentía que
había sido más que un sueño. Estaba la habitación a oscuras, era de madrugada,
pero no tenía idea de qué hora era. Su percepción del tiempo se había perdido,
para él, cada minuto allí era una eternidad. Se quedó un tiempo allí, sintiendo
un indescriptible dolor en su espalda. No se escuchaba nada más que su propia
respiración. Recordó la caja fuerte que estaba en el sótano y decidió que no
perdería tiempo. Se levantó bruscamente, pero pronto lo lamentó al sentir un
punzante dolor en su espalda.
-¿Tuviste
una mala pesadilla? -preguntó Diego, mirándolo fijamente. Por un momento esto
le sobresaltó, pero cayó en cuenta de que los fantasmas no dormían.
-No,
¿En serio? Yo creí queera una buena pesadilla, ya sabes lo divertidas que son -respondió
sarcásticamente, segundos después se sintió mal-. Lo siento, pero es que este
dolor me está matando, no te imaginas como es.
-No,
¿Cómo lo voy a saber?, no es como si estuviera muerto o algo así -le contestó
sarcásticamente.
-Olvida
la estupidez que dije. En este momento debo hacer algo importante.
Kevin abrió la puerta cuidadosamente, y caminó muy
despacio. Diego lo siguió, para asegurarse de que no pasara nada. Cuando
llegaron a las escaleras, paso a paso Kevin bajó por ellas, mientras que Diego
lo hacía sin ninguna preocupación, y ante cualquier mínimo ruido, este último
le avisaba a su amigo para que se quedara quieto. Pronto llegaron a la puerta
del sótano. Diego se quedó afuera para vigilar mientras Kevin abría la caja
fuerte. Cuando la encontró, insertó el código; pero se dio cuenta de que no lo
recordaba bien, cuando falló, la caja soltó un pitido agudo. Diego le gritó que
dejara de hacer eso, que el hombre lo iba a descubrir. Kevin hizo caso omiso y
siguió insertando códigos mientras pitido tras pitido sonaba. Se comenzaba a
sentir nervioso cuando por fin dio con la clave. Abrió la caja y encontró dos
llaves más y una fotografía. La tomó y la observó con atención; en ella estaban
el chuecoy otros hombres, todos llevaban el mismo tatuaje de calavera
que Kevin había visto en la mano de aquel tipo, todos estaban sonriendo. Volteó
la foto y descubrió un texto escrito detrás de esta: “El inicio de una nueva
era”. El chico desconocía a qué se refería. Cuando terminó de leer, Diego
atravesó la puerta y lo miró a los ojos preocupado.
-Escóndete
-le gritó, apuntando con su dedo índice debajo de un mueble. Kevin tomó las dos
llaves y cerró la caja fuerte para que el hombre no se diera cuenta de lo que
había hecho. Se ocultó bajo el mueble que le indicó su amigo y escuchó la
puerta abrirse de golpe, seguido de una serie de lentos y disparejos pasos,
mientras resonaba una profunda respiración.
-Deja
de esconderte, niño. No te haré nada si apareces. Vamos, no eres estúpido. Si
sigues aquí, solo debes salir -caminó por el sótano, el cual estaba a oscuras.
Intentó encender el foco, pero no ocurrió nada cuando presionó el interruptor-.
¡Por un demonio, el maldito generador está fallando! -Rodeó el lugar, llegando
a patear algunas sillas para ver si el chico reaccionaba. El corazón de Kevin
latía a mil por hora, intentó aguantar la respiración, evitandohacer algún tipo
de ruido, pero ese lugar estaba repleto de polvo y comenzó a sentir un
cosquilleo en la nariz.
“Por
amor de Dios, esto no puede estar pasando, no en este momento” se dijo a sí
mismo. Sentía que estaba a punto de estornudar, pero no debía hacerlo, ya que
eso delataría su posición y…
La
desalineada silueta del chueco se notaba cada vez más cerca; Kevin,
desesperado, con sus dedos presionó su nariz, pero eso no iba a funcionar;
Intentó pensar en otra cosa, sacar de su mente aquella temible situación. Sin
embargo, hiciera lo que hiciera, no lo podía evitar.
Pero
pronto, el tipo caminó hacia las escaleras, a paso lento, solo se escuchó la
puerta abrirse y cerrarse de golpe, llevándose la escasa luz que llegaba, y
dejando a Kevin en completa oscuridad. Se sintió aliviado y dejó escapar el
estornudo que tanto había evitado soltar.
-¡Aquí
estás! -gritó el chueco con rabia mientras jalaba a Kevin hacia afuera,
con un martillo en la mano. Cuando logro sacarlo, lo golpeósonriendo con
malicia-. Alguien debe enseñarte a no poner las manos en lo que no es tuyo.
-dicho esto, empezó a golpear la mano del menor con el martillo mientras este
gritaba, fracturándosela. Kevin podía sentir los huesos de su mano partiéndose
ante la fuerza del duro objeto de metal; estaba conmocionado por tanto dolor.
El
chueco no tardó en llevarlo a su habitación, lo metió adentro y cerró la
puerta con seguro, para que no volviera a escapar. Kevin seguía llorando y
gritando. Los fantasmas intentaban calmarlo, pero era inútil. Diego buscó entre
los pocos cajones que había, pero no encontró nada que pudiera ayudarlo.
-Ahora
ya no podrás escapar -le dijo Diego, con total seriedad. Kevin sabía que tenía
razón, el hombre lo encerraría de ahora en adelante cada vez que terminara con
sus obligaciones hasta que finalizara la semana.
-Jamás
podré escapar -se dijo Kevin para sí mismo, con un nudo en el estómago y una
sensación horrible en la mano. Caminaba de un lado a otro, angustiado. La
desesperación lo estaba llevando al límite de su cordura.
Asesinos,
fantasmas, torturas… en el pequeño mundo que el joven vivía, eso parecía como
un cuento de terror, cosas que nunca creyó que presenciaría, mucho menos que
viviría.
-¿Pero
no conseguiste nada? -preguntó un chico de ojos pequeños.
-Bueno,
conseguí dos llaves, pero no me servirán de nada si estoy encerrado.
El
fantasma pensó por unos segundos, y dio un rápido vistazo a la puerta. Momentos
después le contestó-. Tienes dos llaves, si quitamos la llave que probablemente
abre la puerta de la casa, sobra una.
-Si,
¿Qué tiene?
-Que
solo necesitas una llave, por lo que sobra otra, entonces, ¿Para qué servirá?
-No lo
sé, ¿Cuál es tu punto?
-Que
esta puerta tiene seguro, por lo que, si una abre la entrada de la casa,
entonces la otra abre la habitación -contestó con orgullo. A Kevin le
sorprendió su deductiva forma de pensar,digna de un detective. Se dirigió a la
puerta y probó con una llave, no funcionó. Probó con la otra, la puerta hizo un
clic y se abrió. Diego lo volvió a seguir, junto a los otros fantasmas. Bajaron
por las escaleras y llegaron a la sala. El hombre estaba dormido en el sofá, a
pesar de solo haber pasado una media hora desde que lo encerró en su habitación.
Cuando Kevin se acercó, descubrió que el chueco había puesto una
escopeta sobre su regazo.
-Este
hijo de puta duerme como un tronco -comentó la chica bajita que le había
ayudado la otra vez-. Kevin, ¿Por qué no matas al maldito y nos haces un favor
a todos? Míralo, está durmiendo y tiene convenientemente una escopeta. Solo
apunta y dispara. No tiene nada de malo si es él. Ya no tendrás que preocuparte
más de él. Recuerda lo que te hizo, ¿No quieres hacerlo pagar?
Kevin
la observó en silencio. Lo pensó por unos segundos. No tendría nada de malo, ya
que él merecía morir después de todo lo que hizo. Sin embargo, algo en su
interior le hacía sentir mal por pensar en ello, como si supiera que no tenía
ningún derecho de arrebatar una vida, sin importar lo terrible que fuera.
-No,
no lo haré. Soy distinto a él. No quiero matar a nadie, solo quiero salir.
Dirigió
su mirada hacia la puerta de la casa y observó el candado;caminó hacia la
puerta utilizando la llave; estaba feliz, ¡Iba a escapar!
El
candado al caerse hizo un ruido tan fuerte quedespertó al chueco, quien
se sorprendió al verlo escapar; Kevin salió por la puerta y corrió sin mirar
atrás; el chuecolo siguió. Kevin sintió el viento en su cara y la
adrenalina correr por su sangre mientras escapaba. Veía los árboles mientras
avanzaba. Pero de prontosintió que su pierna volaba en mil pedazos y cayó. Se
dio cuenta de que el hombre le había disparado con la escopeta, ocasionando que
su pierna explotara, dejándolo sin poder caminar y sin la posibilidad de
escapar.
Kevin
empezó a llorar y gritar de la desesperación,del dolor. El chuecose
empezó a acercar más y más, Kevin intentaba arrastrarse y avanzar, dejando un
pequeño rastro de sangre. Pero no podía moverse mucho. El chueco lo
alcanzó y después de darle varias patadas en la cara, comenzó a
arrastrarlohasta la casa. Kevin lloraba, sabía que iba a morir; Sentía náuseas,
tenía ganas de vomitar.
-… Fuiste un desperdicio de dinero, no pudiste
durar ni una semana, ¡Ni una! ¡¿Oíste, pequeño pedazo de mierda?! Tendré que
acabar contigo antes de lo que esperaba. Pensaba divertirme contigo, hacerte
temer, hacerte sufrir, arrebatarte la dignidad, bueno… no, eso ya lo hice con
una niña de siete años, la disfruté mucho, sobre todo por su forma de llorar,
como toda una puta. Tu no la conociste, ni lo harás, pero créeme si te digo,
que era difícil no compadecerse de ella, pero no imposible -soltó una pequeña
carcajada mientras Kevin se arrepentía de no haberle hecho caso a la
chicabajita.
-No…
por favor ¡Piedad! -gritaba Kevin con lágrimas en los ojos.
-Piedad…
ja, que risa – dijo el chueco burlándose de Kevin.
Cuando
llegaron a la casa, el hombre paró un momento para arreglar el generador,
cuando lo logró, arrastró a Kevin hacia el sótano, el cual se veía mucho más
oscuro que antes.Encendió las luces y empujó a Kevin mientras de un cajón
sacaba un hacha.
-Bueno,
creo que este es el adiós, pero lo hiciste bien. Ninguno de los otros llegó tan
lejos. Es una pena que no vivas para contarlo -dijo el chueco al quitarle la
camisa y prepararlo para atravesar su pecho con el arma.
-No,
por favor ¡No! -gritó Kevin con desesperación. De repente, Kevin recordó el
sueño que había tenido y, por impulso, empezó a repetir en voz alta las
palabras que decía aquel ente.
El
chueco entonces atacó. Pero cuando el hacha tocó el cuerpo de Kevin, ésta se
desintegró.
-¡¿Qué
demonios?! -gritó el hombre sorprendido.
Kevin
también se sorprendió, y cuando volteó a ver, vio que todos los fantasmas
estaban rodeando la habitación, tomados de la mano, expectantes y mirando hacia
una pared; ésta empezó a quebrarse y el hombre retrocedió.
-¿Qué
está pasando? -Preguntó el chueco, atónito.
La
pared de pronto se rompió en pedazos y dejó ver una especie de portal, salió
mucho polvo, tanto que cubrió el sótano por completo. Entonces, en medio de
aquella neblina de polvo, vieron al ente salir del portal.
Era
esquelético, encorvado, tenía dos ojos completamente blancos, su piel parecía
haber sido desollada,su mandíbula era tan larga que parecía que formaba un grito,
las vértebras sobresalían de su espalda y no tenía manos, sus brazos terminaban
en punta.
-Tú,
maldito pecador, vas a sufrir por todas las vidasque arrebataste e infancias
que robaste -Dijo la criatura con voz de ultratumba-. Te preguntabas cómo este
mortal pudo casi escapar,él tiene un don, puede hablar con nosotros, los seres
del más allá.
-Entonces
tendré que reunirlo con ellos -dijo el chueco con seguridad en su voz.
Corrió hacia Kevin, iba a matarlo; pero cuando estaba a solo unos pasos del
chico, se detuvo, no podía moverse. La criatura estaba en frente de él, y
atravesó su pecho con su brazo. El chueco soltó un gemido de dolor y
escupió un poco de sangre.
-Iluso
humano, me das lástima. ¿Creías que matándolo… iba a irme sin más? No, desde tu
primera víctima habías sellado tu destino –el ser hablaba sin mover su boca,
dentro de la cual solo había una profunda y temible oscuridad. Se dio cuenta de
que el chueco estaba rezando y empezó a reír, burlándose de su
ingenuidad-. No hay dios que te salve, reces a quien reces, estás condenado. La
salvación no existe. Sufrirás por todo lo que quede de la eternidad, y no
puedes hacer absolutamente nada para cambiarlo.
-Por
favor… piedad -rogó el hombre suplicante.
-¿Acaso
estás pidiendo la misma piedad que les negaste a esos niños? -Preguntó con odio
en su voz, mirándolo como un repugnante insecto-.Aquellos que han ocasionado
sufrimiento, por mucho que se arrepientan, merecen sufrimiento. Es hora de que
empiece el castigo, el verdadero dolor está apenas iniciando -después de decir
esto, lo llevó hacia el portal, mientras Kevin y todos los fantasmas lo
miraban.
El
hombre gritaba y lloraba, intentando agarrarse de algo.
-¡Niño…
Ayúdame! Si lo haces te daré cientos… no, miles… ¡Millones de pesos! ¡Solo
tienes que hacer que pare!
Pero
Kevin no podía reaccionar, estaba inmóvil y estupefacto; sintió un escalofrío
recorrer por todo su cuerpo mientras el miedo se apoderaba de él.
Cuando
el hombre empezó a atravesar el portal,su cuerpo ardió en llamas, y al terminar
de cruzarlo, del otro lado solo quedaron cenizas.
-Para
llegar aquí debes estar muerto, por lo que al cruzar, falleciste y dejaste de
pertenecer al mundo de los vivos -explicó el ente mientras el chueco
miraba a su alrededor, completamente aterrado.
El
lugar donde se encontraban parecía una cueva, solo que en lugar de estar hecha
de rocas era de tierra.
El
chueco intentó alejarse, pero el ser lo partió a la mitad con su brazo, para
después empezar a regenerarse lenta y dolorosamente.
La
criatura atrajo el alma de la chica bajita a donde estaba, cuando ella cruzó el
portal, pudo ver como había muerto; sintiendo una furia incontrolable miró al chueco
con un desprecio indescriptible.
-Asesinaste
a esta chica destrozando su cabeza, es justo que tú sientas lo mismo-dicho
esto, utilizando sus brazosle aplastó la cabeza, manchándolos de sangre y
materia gris.
Poco
después, su cabeza volvió a regenerarse mientras el ente llamaba a Diego.
-Lo
enterraste vivo, dejaste que pasara sus últimos momentos en una horrible
claustrofobia, muriendo en la oscuridad, sin poder respirar. Veamos si esto es
de tu talla…-de pronto, la tierra de aquel lugar comenzó a levitar y se metió a
la boca del chueco, asfixiándolo.
Minutos más tarde, llamó al espíritu de la niña de siete
años; apenas cruzó el portal, la criatura lo miró con desdén.
-¿La
reconoces? Yo creo que sí. Lo que le hiciste, es innombrable, pero no te bastó
con eso. Dejaste su cadáver en una fosa común, completamente abierta para que
los insectos la devoraran, y de ella no quedaran nada más que huesos. Sentirás
lo mismo que ella -de pronto de su enorme mandíbula comenzaron a salir una
infinidad de arañas, cucarachas,polillas, gusanos, etc. Los cuales caían al
sueloo volaban haciaelchueco;éste sentía sus patas y quebradizas alas
sobre su cuerpo, al mismo tiempo que entraban a su interior, carcomiéndolo por
dentro, mientras él lloraba por la desesperación y el temor que sentía. El
sonido de las patas y zumbidos llenaron los oídos del hombre,pronto soltó un
alarido de dolor y murió; los insectos habían devorado todos sus órganos.
El
chueco siguió muriendo de horribles formas, hasta que terminó de pagar por
todas las muertes que provocó.
-Ahora,
tu castigo serápasar toda la eternidad sufriendo exactamente igual que todas
tus víctimas, adquirirás el papel de cada uno de ellos en un infierno sin fin,
sufrirás una y otra vez sin nada que esperar del futuro más que muerte y
dolor.Éstafue la primera vez, pero no habrá una última.
El
chueco gritó con agonía al saber cuál sería su destino. Mientras tanto,el
portal empezó a cerrarse, y por un breve instante Kevin miró directamente los
ojos de la criatura, y sintió que lo conocía, no sabía de dónde o porqué, pero
lo hacía.A los pocos segundos, el portal desapareció.
Todos
los fantasmas estaban contentos, algunos lloraban de felicidad;Diego se acercó
a Kevin.
-Ahora
podremos descansar en paz, gracias a ti, pudimos ver a nuestro asesino pagar.
Sin
embargo, otro portal se abrió, Kevin no podía ver lo que había adentro, sus
ojos solo observaban oscuridad absoluta a través de él; los fantasmas se
dirigieron unas miradas entre sí y sonrieron.
-Bueno…
creo que este es el adiós, me tengo que ir. No te preocupes por mí, estaré
bien. Ojalá nos veamos en la otra vida -se despidió Diego, para después tomar
aire y entrar a aquel misterioso sitio.
Lo
acompañaron los demás, sin tener ni una pizca de miedo, sabiendo que así es
como debía ser.
Kevin
entonces se dio cuenta de que sus manos y pies estaban normales, como si nada
hubiera pasado (las heridas de su espalda habían cicatrizado). Kevin sonrió,
salió de la casa, sintiendo la brisa en su rostro y la libertad corriendo por
sus venas, terminando por fin aquella pesadilla, sabiendo que jamás olvidaría a
aquellos espectros que lo ayudaron a sobrevivir.
Segundo Lugar
Tengo un alma. Yo tengo 43 almas.
Díaz Mondragón Jesús Eduardo
Naucalpan
14 años
43 días antes de la hora cero.
Yo tengo alma…
Pienso, luego existo. ¿No?.
Yo no pienso.
Yo solo existo.
Yo… tengo un alma.
— Dime una cosa. ¿Me amas?.
— Claro que sí.
— ¿Es en serio?
— Es muy enserio. ¿Es acaso que no ves mi
rostro?.
Hubo un vacío de voz dentro del lugar. Unos
momentos después el silencio se hizo callar.
— Y… ¿Porqué me amas?
— Mmm… no lo sé. El corazón tiene razones que
la misma razón decide ignorar… si
supiera el porqué ya no sería lo que yo
siento amor, sería algo parecido a una relación de intercambio.
— Amm… Okay.
Podía escuchar en sus palabras el ligero
viento que deja pasar su boca al no obtener la
respuesta que él pensaba. La respuesta que el
anhelaba.
—¿Tú y yo qué somos, amor?
— Somos, querido… somos…
No supe responder… pero al parecer la sonrisa
de su rostro parecía haber recibido todos los secretos del universo. Yo tenía
una respuesta pero no creo que ni yo mismo quisiera escucharla, así que solo la
repito en mi mente una vez más mientras el crepúsculo caía entre las montañas
el cual era premio y castigo suficiente para mi cabeza contemplar los misterios
de mi propia mente:
—
Somos
parte de un gran proceso en complejidad a partir de la auto organización. La
materia auto organizada porque el desequilibrio abrió otro vacío dentro del
universo… y entonces se creó la vida. Tú y yo, amor, somos el vacío del
universo, somos vida. Somos tú y yo.
“Siempre decimos que estamos abajo de las
estrellas. No es así. Yo no creo que sea así. No hay arriba ni abajo, y las
estrellas nos rodean por todas partes. Pero decimos que estamos bajo las
estrellas, es una belleza escalofriante pero hermosa. El ser humano siente la inclinación
de centrarse en el mal y tal vez por eso siempre desearía que estuvieras a mi
lado; pero al menos nos coloca debajo de las estrellas”.
Supongo de esa es una frase perfecta para
esta hora del día. Mejor dicho de la noche.
40 días antes de la hora cero.
— Mamá, Papá, tengo algo muy importante que
decirles .
— ¿Qué sucede mijo?— pregunto mi madre
mientras servía la comida y la ponía en la
mesa
— No nos vayas a salir con tus jaladas de
nuevo que querer dejar la escuela ehh, mucho me esfuerzo yo para darte todo lo
que necesitas. A ti y a tu hermana que viene en camino.
Exclamó
mi padre mientras volteaba a ver el estómago de mi madre. Mi madre se limitó
solo a sonreír.
— Lo siento papá pero ya lo decidí, me voy a
ir pa’l otro lado de la frontera.
—¡Ya hablamos sobre esto! ¡No nos vas a
abandonar aquí! ¡Tu madre está esperando tener a tu hermana! ¡Tú deber es
terminar la escuela y ayudarme con la tienda—. Respondió un tanto furioso mi
padre
— ¡Si dejó la escuela y me voy a Estados
Unidos con Daniel podremos trabajar allá y
enviarte el dinero para todos! ¡Además de que
tú ya no puedes trabajar!. Papá, tú ya estás grande, deberías descansar. No vaya
a ser que de nuevo te tengamos que llevar al hospital y ahí si no la libras—
traté de hablarle lo más tranquilo que podía porque a mí también me iba a doler
dejarlos pero era lo mejor para todos.
Mi padre se levantó de la mesa sin dejarme de
verme a los ojos.
— ¡Tú no te vas a ir a ningún lado! ¡Y menos
con el puto ese de Daniel y sus mariconadas! ¡Mientras vivas en este techo vas
a hacer lo que yo diga! ¡Todo esto es por culpa de de él y tuya, si no te
hubieras juntado con él no te hubieras vuelto joto y…
Yo no
podía voltear a verlo, sabía que era mi error, yo no debí de nacer así…
Sólo escuché un golpe y de repente un grito
de mamá. Mi padre no respiraba estaba en el suelo. No se movía. El ya había
muerto. Solamente estaba ahí y era lo único que impedía que muriera su alma.
Tres días antes de la hora cero.
… Y entonces se creó la vida… esa pequeña
sonrisa dibujada en el ombligo de la oscuridad y allí en el centro se creó la
felicidad.
Una persona infeliz no es una persona triste,
simplemente no está feliz.
Como no estar felices… Yo estoy feliz
mientras tenga vida… Yo estoy feliz mientras pueda: ver al trigo crecer y al
pan quemarse…
Yo estoy feliz mientras pueda acariciar la
mejilla suave, mientras yo te ame y tú me ames…
Seré feliz.
Últimamente me he sentido solo. La radio
canta la canción más alegre que conozco pero yo no sonrío. Todo el mundo se
quedó quieto. Los objetos sin embargo nunca se habían sentido más acompañados…
y todo por un virus…
La forma más básica de vida en la tierra…
aunque la línea ya es medió borrosa la soledad de mi habitación sigue sin tener
sentido. Los trazos de mi mano ya no son felices… mientras alguien mire al pan
no envida el trigo no podrá dormir… mientras la rosa no sea bella mi corazón no
sonreirá.
24 horas antes de la hora cero
Es la última función. El museo está por
cerrar. El domo que nos cubre es oscuro…De un segundo a otro el lugar se
ilumina todos lo que estamos en la sala nos asombramos, pequeños puntos
iluminan las paredes del lugar, empiezo a escuchar una voz conocida. Una voz
cálida.
— Esto es mil veces mejor si estas a mi
lado—.
La explicación inició con una voz de una
joven platicándonos sobre los sistemas, los
planetas, las estrellas sin embargo yo solo
podía pensar en Daniel.
Lo amo.
Alguna vez escuché que una persona dijo: “El
amor lo puede todo”
Pero no se refería a que fuera una fuerza
mágica que termina guerras o gana batallas, se
refería a que hasta el más fuerte sucumbe
ante esta.
Esa fuerza que nos deja vulnerables, pero a
fin y al cabo felices.
Y eso es lo único que importa.
Daniel solo se giró hacia mí y su palabras
eran la canción más hermosa que alguna vez se escribió
— Tú eres mi sol y por eso te amo—.
Yo quería decirle que yo sentía lo mismo .
Él es mi sol, es el desierto y él es la goma
de borrar que hace desaparecer la palabra
“soledad”. Pero era demasiado decir y yo
siempre sería el tipo que pensaba demasiado, él dijo que diría demasiado poco y
Daniel era el tipo que siempre diría lo correcto.
23 horas antes de la hora 0
Sigues acostado en mi hombro… tu cabello
negro recae sobre tu rostro como una pintura.
Una obra de arte.
Yo puedo…
Aunque el mismo destino me lancé una roca.
Aunque luego lance la segunda y tercera roca.
Mientras logre subir la montaña…
Yo puedo.
La función ha terminado se escuchó de fondo
mientras las luces comenzaban a encenderse.
4 horas y un minuto antes de la hora cero
Ojalá pudiera grabar cada instante de mi
vida, ojalá cada instante que grabara se sintiera
como el último y el primero; ojalá pudiera
secar la lagrimas de mis ojos secos.
….
Recuerdo el sol en aquel septiembre…
Tú en mi suéter…
Es la persona más sincera atravesando el
blanco cielo. Si tú tan solo me miraras luciendo ese suéter. Tú estás luciendo
así mientras yo muero.Era un alegre instante de septiembre en la noche. Mi
balcón es aguafiestas por no dejarme
ver las luces de la plaza. Si tan solo
tuviera balcón. Mamá se durmió demasiado temprano hoy, no alcanzo a ver los
fuegos artificiales en la plaza, pero yo no me los pensaba perder así que
decidí salir por la ventana.
3 horas antes de la hora cero.
Las luces se apagan mientras camino por la
calle gris… no solo era su color, algo olía
mal… no eran las coladeras, tampoco el mismo
aire que alborotaba mi cabello, era el olor de que algo no iba bien. Vi a la
misma camioneta negra pasar dos veces seguidas, no es demasiado importante. La
noche avanza a medida que el camino se vuelve más oscuro. Espero que pueda
salir de este laberinto antes de que sea demasiado oscuro para poder respirar.
Hora inexacta
Todos estábamos en el autobús el ambiente
está muy tenso, nadie hablaba, el camino estaba muy peligroso pero aún así el
autobús seguía…
Hora inexacta
Paso muy rápido…
Muchas balas… muchas armas… mucho ruido… mucha
sangre.. demasiados gritos…
movimientos abruptos….
Esta no era una pesadilla de la que pudiera
escapar…
Hora inexacta
Eran gritos, era dolor. No era llanto. Era
desesperación. No eran encapuchados, eran
caudillos de una guerra absurda y todo por
unos huertos de plantas medicinales. No eran
armas, era nuestro final. No eran ráfagas de
balas hacia nosotros, eran las causas de un país unido para encontrar a los que
se llevaron vivos, porque vivos los queremos.
Hora inexacta
Estaba de rodillas demasiado exhausto para
pelear, con la cabeza cubierta de un velo
negro…
La oscuridad que veían mis ojos no era nada
comparándola con lo que rodaba por mi
mente. Escuché un arma cargándose, podía
escuchar el latido de sus corazones, no más agitado que el mío. Con las manos
atadas intenté agarrarme de lo que pude; mis manos se cruzaron con los dedos de
una alma conocida. Era Daniel. Su voz se ahogó en el grito de uno de los que
estaba frente a nosotros, apreté su mano con fuerza mientras se escuchaba como
levantaban sus armas. Aún podía escuchar el latir de sus corazones. Ellos
tenían miedo. Ellos también tenían miedo. Un miedo inmenso. Supe que estaban
igual de asustados que yo. Que todos nosotros. No estaba suficientemente
cuerdo. Ni siquiera estaba seguro de poder hablar. Apenas pude susurrar un
suplica.
— Por favor, Daniel. Por favor.
Apretaron el gatillo.
Todo se torno de matices negros.
Hora cero
En mi lápida hay unas letras mal pintadas de
un negro desolador y triste…
Mi familia hubiera estado feliz de que
volviera a casa
Mi novio hubiera estado feliz de que lo
volviera a besar.
Mis amigos hubieran estado felices por salir
a pasear juntos.
Mi hermana hubiera estado feliz de haberme
conocido.
Mi alma aunque fría, nunca dejó que en mi
familia se dieran por vencidos.
Después de mis 43 muertes, sigo aquí con
vida.
Después de 42 metros bajo tierra, sigo aquí
con vida.
Bajo 40 bolsas de basura, sigo aquí con vida.
Bajo 30 investigaciones por narcotráfico,
sigo aquí con vida.
Durante 20 minutos pintando mi rostro en el
muro de un panteón, ya no estoy aquí.
Durante 10 horas de camino a la Ciudad de
México, ya no estoy aquí.
Por más de 7 años el eco del llanto de miles
de familias que suspiran y aún se escucha su canto: ¡Vivos se los llevaron…!
Durante los 5 segundos que recordé a mi padre
antes de subir al autobús…
…¡Con vida los queremos!
Gracias por ponerme en sus oraciones…
Aunque yo no creo en la Virgen
Aunque no me conociste…
¡Vivos se los llevaron…!
Tenía un alma…
Quiero de vuelta esos momentos con mi
familia…
Quiero de vuelta a todos
¡Con vida los queremos!
Tengo un alma y mientras no se haga
justicia…Seguimos siendo 43 almas.
Siendo sincero no tengo idea de cómo termine
escribiendo esta historia…
“A veces empiezo una frase y no tengo ni idea
de hacia dónde va. Sólo espero averiguarlo en el camino”.
Tercer lugar:
Timoteo
de Amada María Martínez Rodríguez
Ixtapaluca
17 años
Timoteo, hijo de la muerte,
a todos los iguala,
su alma, libre de negocios,
en los que se asocian los civiles.
Un niño animado
por las rítmicas de su corazón mudo
sosteniendo a la vida con recoro,
tan solo, en su actitud lozana
paralizada en sus manos.
Es entonces, donde
empuña los humores negros
por el crispo de su cerebelo,
cuando su calma, pinta
el invisible destello de las estrellas
que atestiguan la diamantina que cae
por el zarandeo juguetón a la luna.
Nadie lo toca y el infante altivo
solo bebe la tendencia elevada,
donde empina la despedida
a las cajas celestes -con complejo de
algodón-,
ni siquiera la hija de la cumbre, mira nunca
antes
las bóvedas en el cielo;
¡Desplomado!
guarda espejos en sus ojos,
sin el reino luminoso en que sus pestañas
se quedaron invisibles y sin sombras.
Mientras siente la fabulosa confusión
donde el ser en su cúspide se ve
trasplantado,
cuando ciernen el cuerpo sobre si,
zambulléndose sin dejarse limitar
-desprendido- al atreverse a mirar al sol,
ahogándose en los prismas de sus lágrimas.
En tanto aborrece al entendimiento,
y queda vacío, en la mera plenitud,
replegando de repente las velas nuevas
de su naufragio fundido,
durmiéndose hasta morir,
con su hermana, la esperanza,
buena ilusión,
buen hijo,
perdonado - arrullado- nuevamente.
abandonado en la infinita mortalidad.
Menciones honoríficas
Pedazos de papel y tinta
Alice Yuriko Diaz Mondragón
Naucalpan
17 años
“Aún hay tiempo. Siempre hay tiempos;
Para encontrarnos a nosotros mismos,
A volver a ser quienes éramos.
Un lugar feliz. Un lugar donde aún hay
Secretos del universo que tenemos que
Crecer y descubrirlos”
Mordred DM
Las dudas revelan la realidad de tus
esperanzas
Existen ocasiones en las que quisiera tomar
todas las palabras del mundo y escribirlas en pequeños pedazos de papel, y
lanzarlos al aire. Parecerían aves volando hacia el sol. Sin esas palabras, sin
esas aves, el aire sería azul, un limpio y perfecto azul. El mundo siempre ha
sido un lugar ensordecedor, sería algo inescrutable y hermoso en medio de tanto
silencio. Algunas personas tienen mascotas, muchas de ellas tiene un perro. Yo
no. Yo tengo un terapeuta. Se llama Daniel. Prefería tener un perro.
$600
Apenas terminaba nuestra primera sesión,
Daniel me hizo un monto de preguntas.
Al parecer no le gustaron mis respuestas.
Estoy seguro que no le agrada nada de lo que digo, a eso se dedica; preguntar y
no agradarle a nadie. Cada vez que me hacia una pregunta no paraba de
contestar: «No lo sé, no estoy seguro»
Me imagino que se cansó.
Tal vez no era que no sabía, tal vez
simplemente no quería contestar, no lo sé, no estoy
seguro.
— No estás seguro de muchas cosas, ¿verdad,
Aris?
— Sólo mis amigos me llaman así y si, supongo
que así es — dije. No quería hablar con
él, no con él.
— De acuerdo, háblame de ellos.
— ¿De quiénes?
— De tus amigos, ¿Cómo es tu relación con
ellos?
— No lo sé, no estoy seguro —. Supongo que
esas eran una de mis palabras favoritas,
probablemente son la respuesta a mis
problemas, las respuestas a mi vida.
Daniel solo asintió mientras se acomodaba sus
lentes viejos al igual que el papel tapiz.
Sabia lo que Daniel pensaba. A él le gusta
mucho eso. Pensar. Él es un hombre amistoso y pensativo, pero a mí no me
agradan los tipos amistosos.
— Te voy a dar una tarea — comentó.
Tarea. Está bien —. Quiero que me cuentes
algo significativo, algo importante sobre ti.
Sólo lo mire.
— ¿Algo significativo? ¿Cómo qué?
— Sabes a qué me refiero, Aristóteles.
— Claro.
Sonrió por la manera en la que dije:
«claro».
— Puedes hacerlo por escrito o dibujar algo.
— ¿Escribir?.
No
contestó.
— Sí, ok. — expresé.
— Está bien que estés enojado conmigo. ¿Lo
sabes?
— No estoy enojado contigo.
— Suenas irritado. Suenas molesto.
— Estoy cansado
— ¿Con quién estas enojado? — me interrogó.
— No lo sé, no estoy seguro —. No lo sé, no
estoy seguro.
— ¿Puede ser honesto contigo, Aristóteles?
— Si, claro —. Sé honesto.
Solo eso me faltaba.
— No creo que estes diciendo la verdad. Creo
que estás muy molesto —.
Quería decirle algo. Algo que empezará con
«vete» y terminará con
«a la mierda». Pero no lo hice. No debía
hacerlo.
— Haré mi trabajo — respondí.
Regresé a mi casa. No había nadie.
Tomé mi diario y lo hojeé. Estudié mi letra.
Tenía muy mala letra. Nadie podría leerlo, pero yo sí. Esa era la buena
noticia. No es que alguien querría leerlo.
Odiaba tener un diario, era como tener un
conteo personal de mi propia estupidez. Esa era la mala noticia. Estuve sentado
demasiado tiempo mirando ese cuaderno, odio mi diario pero…
Creo que es una buena manera de saber en lo
que has mejorado y en lo que hemos empeorado.
Supongo que yo voy empeorando.
Esto
fue lo que escribí:
No me
gusta recordar.
Recordar me hacer sentir muchas cosas.
No me
gusta sentir cosas.
Estuve
observando otras hojas de mi diario, en casi todas solo hablaba de mí. Excepto
una:
Este
verano aprendí a patinar. No, eso no es cierto. Alguien me enseñó. Max.
Arranqué la hoja.
A veces solamente necesitamos saber lo que
nos escribieron en el interior.
Yo no creo en Dios. No estoy seguro de creer
en algo.
No lo sé, no estoy seguro.
Pero tengo mis teorías. Cuando nacemos, todos
llevamos escrito algo con lo que nos
identificamos, algo de lo que somos. Algo de
lo que necesitamos ser..
Como yo lo veo… algunas personas llevan
escritas la palabra «valiente», a otros
tienen la palabra «sabio», otros tantos
tienen «feliz». Yo ni siquiera se lo que llevo
escrito.
Supongo que Max no estaría de acuerdo
conmigo.
Trate de no pensar en Max. No funcionó.
Recuerdo la lluvia, en andar por las calles
sin ti. Me caí al suelo y no volviste por mi.
En ese momento solo quedaba que la tormenta se apiadara de mi.
Una vez que aceptas tus miedos, ya no son
miedos sino limitaciones.
Recuerdo la lluvia, el andar por las calles
por ti. Me caí al suelo y no volviste por mi.
En ese momento solo quedaba que la tormenta
se apiadara de mi.
A lo lejos se veía una sombra que parecía mi
único fin. Pero era mamá con corriendo
por la tormenta que intentaba partir a él mundo
en dos; pero este mundo era el que
me hacía resistir. Ver como la lluvia forzaba
a el mundo a partirse en dos, y ver como
este mundo se rehusaba a romperse.
Supongo que mi madre simplemente siempre fue
así, o solo fueron las copas de más
que bebí.
El día de la tormenta fue el último en el que
vimos a papá, mi madre dijo que todo
estaría bien, todo mientras nos acostábamos
en un colchón que apenas si se ponía
sostenerse a sí mismo.
Nuestro cuarto era una hoja de papel,
desgastada y demacrada. Absorbida por el
tiempo, la tinta ya no pintaba la paredes,
las palabras se caían al tocar la puerta, los
sueños ni siquiera llegaban a el otro lado de la avenida.
Ni madre dijo que todo estaría bien.
Mi mamá dijo que todo estaba bien.
Mi mamá dijo que así estábamos bien.
Mi madre siempre nos dijo que así estábamos
muy bien. Nunca nos hizo falta alegría, pero un poco de dinero nos podría hacer
bien.
Cuando mamá dijo que estaba bien, mamá dijo
que estaba bastante bien.
Nuestro tipo de gente tiene una cama para
pasar la noche, y eso está bien.
Mamá dijo que éramos buenos niños. Y nuestro
segundo papá dijo que nunca
escucháramos a aquellos que nos apuntaban a
nuestros pies con sus dedos groseros y se
burlaban, porque éramos buenos niños. Buenos
niños.
Recuerdo preguntarle a mi mamá y a nuestros
tercer papá ¿Por qué nunca viajamos a tierras nuevas?. Tal vez tenía siete
años.
En realidad sólo visitábamos amigos. Nada que
contar cuando terminaba el verano. Puede que tuviera trece años.
Realmente nunca fuimos a comprar ropa, las
persona nos pensaban a montones, nuevos
zapatos una vez al año. Tal vez tenía unos
quince o dieciséis. Luego a salir a jugar fútbol y arruinarlos. A los dieciocho
fue mi primera vez. Mi madre
dijo que estaba bien, mi madre dijo que
estaba bastante bien. Nuestro tipo de gente tiene una cama para pasar la noche.
Allí a los dieciocho fue mi primera vez. Y creo que eso está bien.
Nuestra madre dijo que éramos chicos buenos,
nuestro sexto papá dijo que nunca
escucháramos a los chicos que nos apuñalaban
con sus dedos groseros. Porque éramos
chicos buenos.
No me malinterpreten, no me lo tomaba a mal.
Tenía el suficiente amor de mi mamá y nuestro
noveno papá, pero creo que no me
entendieron realmente, cuando dije que quería
ser de los grandes de Hollywood. Puede que
lo haya pensado a los veintitrés. Les dije a
mis hermanos que me estarían viendo en
televisión. Puede que tres de ellos se
marcharan un poco después, los que se quedaron me
llamaron soñador.
Los mayores comenzaron a fastidiarme, pero
ahora todos están en su camilla delante de mi.
Mamá dijo que estaba bastante bien. Nuestro
tipo de gente ahora tiene un hotel para
dormir, y eso esta bien.
Papá dijo que éramos buenos chicos, una
señora que dijo ser nuestra nueva mamá nos dijo
que nunca escucháramos a aquellos hombres que
nos apuntaban un sus arma y nos
disparaban.. Pero ella nunca nos dijo que
éramos hombres buenos. Nunca nos dijo que
estaba bien, nunca nos dijo que estaba
bastante bien.
Yo no sé de donde vengo, nunca conocí
realmente mis nueve casas. Pero Max… él sí lo
sabía.
En alguna parte leí que todo estamos hechos
de polvo de estrellas, que al principio y al final
de todo en eso nos convertimos; en polvo de
estrellas. Tal vez no me voy, tal vez nunca me
fui, tal vez solo simplemente vuelvo a casa.
La cuestión no es que tenga veintiséis y
probablemente mañana cumpla cuarenta y tres.
El problema tampoco es que no se quien soy,
tampoco es que no sepa de donde vengo.
Si nos ponemos técnicos el problema sería
Daniel. Si definitivamente debe de ser eso.
«bueno ese no es el punto»
Tal vez simplemente necesitaba escribir todo
lo que podía sentir en cada palabra que yo
decidí escribir, solo necesitaba un poco más
de fuerza para decidir, solo necesitaba un poco
más de tiempo para terminar de escribir todas
la palabras del mundo y lanzarlas a volar.
Por cierto, creo que mentí cuando dije que no
sabía quién era…
Mi nombre es Max.
A decir verdad esas palabras son las únicas
que necesitaba escribir… una forma decir lo
que soy con tinta y papel… una forma de
sentir en blanco y negro… una forma de saber
decir todas las palabras del mundo en una
hoja de papel… y creo saber que es lo que llevo escrito dentro de mí. Porque
cada uno escribe su historia. En su propia hoja, con su propia pluma, con su
propia letra, con sus propias palabras, con su propia tinta…
Mi nombre es Max.
Demencia
Renée Agustina Trejo Vergara
Tepotzotlán
13 años
En una isla apartada de cualquier presencia
humana vivía Giselle, una niña cuyos padres eran encargados de un hospital
psiquiátrico, locos peligrosos tratados en esa prisión del terror, su madre y
su padre nunca pensaron que la niña estuviera tan sola y desesperada por un
amigo, por lo cual al llegar la noche bajaba al cuarto donde los enfermos
yacían, la niña poco a poco empezaba a entenderlos, a ver las cosas que veían y
creían. Un paciente en especial, antiguo maestro de historia, se obsesionó
tanto con la historia prehispánica que empezó a vivir como ellos, haciendo
sacrificios con animales y hasta personas, eran tan interesantes las historias
que contaban que la niña empezó a hacer lo mismo con sus mascotas y cualquier
animal que se le cruzase con la esperanza de que el sol no muriera nunca. Sus
padres ni siquiera enterados de su comportamiento por tal trabajo no pudieron
hacer nada, no sabían que su hija se convertiría en la persona más peligrosa de
aquel horrible y temible lugar.
Pero eso no fue todo, la llegada del último
paciente fue la gota que derramó el vaso, el paciente en particular oía voces
pero no voces buenas como te muestran en algunas películas, eran voces
peligrosas, las cuales le habían obligado a matar 51 personas incluyendo a su
esposa, padres e hijos, a Giselle le encantaban los pacientes nuevos, por lo
cual lo visitaba cada noche, él siempre le platicaba de lo que oía, de las
cosas que le hacían hacer, la niña cada vez se iba enfermando más mientras el
paciente le seguía contando, hasta que llego el día en que ella también oía las
mismas voces, lo espeluznante es que le decían que matara a sus padres y
liberara a sus amigos, como Giselle no tenía ningún lazo con sus padres, no le
costó trabajo resistirse a lo que le decían, así que cuando llegó el día, de
espero a que sus padres durmieran, bajó a la cocina por un cuchillo, subió al
cuarto, les dió un beso de buenas noches y después los apuñalo varias veces sin
ningún remordimiento, agarró las llaves de la celda y fue abriendo cada una de
ellas.
Nunca pienses en buscar aquel lugar y si lo
encuentras recuerda que están sueltos y no hay quien los detenga.
Malinalxóchitl
Emmanuel Escalante López
Malinalco
16 años
En uno
de los tantos pueblos de México, pueblos tan parecidos en lo cotidiano entre
sí,
pero
distinguibles entre ellos por su gente y anécdotas. Al pie de las montañas,
entre
vegetación
exuberante en el pueblo de Malinalco se escuchaba a un par de adolescentes
corriendo
a través de las venas del pueblo, jóvenes cuyos gritos llevaba el viento hasta
la
ventana
de una morada de fachada blanca con techo de teja de dos aguas.
-¡FERNANDO!,
¡SAAAAL FEEEER! ¡PEDRO DESPERTÒ!
La
ventana de la casa abrió dejando ver a un chico asombrado como perplejo. - ¡No
jueguen,
vamos a verlo! -respondió Fernando.
-Ya lo
llevaron a su casa. ¡Baja! -Replicaba uno de los amigos.
Los 3
chicos se dirigieron caminando por las calles empedradas del pueblo y casas
multicolores
hasta la morada de su amigo Pedro, llenos de energía y vivacidad que la
juventud
otorga.
-Ninguno
ha hablado con alguien más de lo que sucedió hace dos días ¿Cierto? -
Preguntase
uno de los chicos en su camino por la carretera.- No, ninguno del grupo lo ha
hecho.-
Contestó inmediatamente Fernando.- No será prudente alardear ya que nos
pueden
acusar con los policías o los de turismo.-Dijo uno de los chicos.- Quitando
eso,
me
alegra demasiado saber que Pedro ya está mejor, llegue a creer que no la
contaría
cuando
lo encontramos tirado a las faldas del cerro.- Un semblante de preocupación
adornaba
la cara del chico.- Mira, no paso a mayores ,los demás del grupo ya están con
él,
mejor apurémonos para platicar con todos de eso.- Dijo Ricardo, uno de los dos
chicos
que
acompañaban a Fernando.
Los 3
chicos llegaron a la morada de Pedro en una tarde llena de brisa, soleada y
calurosa,
así
son los días en Malinalco. Eran los últimos días del verano. Entraron en el
cuarto
donde
Pedro yacía recostado, alrededor de él sentadas se encontraban Tonantzin, mejor
conocida
con el alias de “la china”, y Abril la más joven de todo el grupo. Saludando a
todos
los presentes Fernando, Ricardo y Emmanuel se sentaron en las blancas sillas de
plástico
con logotipo de una cervecera famosa, muy comunes en las casas mexicanas.
Tras
un par de bromas entre amigos, insultos afectivos y varias carcajadas, Fernando
pregunto
a Pedro si recordaba algo de aquella noche en que subieron el cerro a lo que él
contestó
que no.
-Lo
único que recuerdo fue haber entrado en los huertos de café a media noche,
subir por
piedras
del cerro y tomar un descanso porque a Ricardo le costaba retomar la
respiración,
ya ves
que es bien fumador.- Contestó Pedro cuya frente era ocultada por vendajes
blancos.-
Te iremos refrescando la memoria , pero que mala suerte tienes. De todo el
grupo
fuiste el único que no fumo y te paso lo peor. - Dijo Emmanuel- Estabas en tus
5
sentidos
y te aseguro tropezaste o pisaste una piedra floja que te hizo caer, ves que
cuando
llueve todo se pone muy resbaloso. Para que no te apuraste. Como sea, no
importa,
me
alegra que estés bien amigo, nos diste un buen susto. -Continuo hablando
Emmanuel.-
Después
de pasar por los huertos fuimos subiendo el cerro por la parte trasera, la luna
llena
fue una ventaja porque nos ilumino perfectamente, apenas tuvimos que encender
los
celulares
aparte que el camino que tomamos estaba muy firme, como si varias personas
ya
hubieran hecho un sendero por ahí. Ya a la mitad de camino todo se puso más
fácil
porque
conectamos por fin con los escalones de las ruinas. - Dijo Emmanuel quien
narraba
la
anécdota a su amigo Pedro.
-Sí,
esa primera mitad estuvo pesadísima. -Interrumpió Abril a Emma en la charla.- A
la
china
se le estrello el celular cuando intento escalar el árbol que conectaba con el
camino
de las
cuevas.
-No sé
si sean cuevas, Abril. -Comento Ricardo.- Son como huecos grandes donde no da
la
lluvia, y por ahí pasamos agachándonos.- ¡SI,SÌ! como sea.- Prosiguió Abril.- Una
vez
que
llegamos a las escaleras que conectan con las ruinas apagamos todos las luces
de los
celulares
ya que temíamos que hubiera algún cuidador o el mismo chaman, Tonatiuh, ese
que
tiene su casa en el otro cerro viendo de frente a las pirámides, ese señor que
se la pasa
haciendo
limpias y rituales a los turistas.-En la mirada de Abril era visible la emoción
del
relato.-
Ya vez que dicen, que una vez mato a un hombre y siempre carga pistola en mano.
-Pero
estábamos exagerando, no nos hubiera podido hacer nada, aunque nos hubiera
descubierto,
¡POR DIOS, VIVE HASTA EL OTRO CERRO! - Habló Emmanuel. - Lo
que si
nos preocupo fue la casa que encontramos antes de llegar hasta arriba.
-Sí,
noma. Pensamos que ahí vivía el cuidador, pero era muy pequeña y antigua. De
hecho,
la puerta de madera que tenía estaba cerrada ya desgastada por el tiempo. -
Interrumpió
Fernando. Es una de las cosas que no había visto, bueno como es una zona
en la
que no hay acceso a turistas supongo que antes vivía ahí un cuidador o el encargado.
Pasamos
en puntitas a un costado de la casa, silenciosos, pensando que alguien estaba
ahí.
Ya
después vimos que ni luz tenía la choza, entonces la tensión paso rápido, pero
sin duda
la
mejor parte fue cuando llegamos a las pirámides.
-Sí ,
no inventes.-Interrumpió Tonatzi la cual había estado atenta a la
conversación.- Me
sentí
como Indiana Jones al ver las ruinas de noche dan una perspectiva muy mágica.
Conectas
con tus ancestros, como un viaje al pasado. Incluso las vibras que emanaban del
lugar
te hacían sentir en paz, como si hubiéramos estado allí antes, cuando era un
centro
de
ceremonias Aztecas.
-¿Y
después que llegaron qué hicieron ahí? - Preguntó Pedro. - Subimos la pirámide
pequeña.-
Contestó Fernando.-Esa que sirve como mirador de todo el pueblo, ¿No
recuerdas
el paisaje? (Tiempo después Fernando describiría aquel paisaje como si todo el
pueblo
fuese un árbol gigante de navidad. Cuyas casas eran luces de colores con
intensidades
diferentes en su brillo y opacidad, quizá debido al efecto psicodélico en el
que se
encontraba en aquel momento.) -Después, Fernando sacó la pipa y pues nos dimos
un
toque.-respondió Ricardo.- Pero no inventen, el ruido que se escuchaba dentro
del
templo
de ceremonias, ¿Lo recuerdan?.- Todos al unísonos menos Pedro asintieron con
la
mirada y con un fuerte “SÌ”.- Se escuchaba el sonido de un puerco que lloraba.-
Comentó
Emma.- Yo lo sentí más como un sapo.- Dijo Abril.- Yo sigo diciendo que era
un
aullido , no de un lobo porque aquí no hay , era más de un coyote.- Hablo
Fernando.-
Sigo
pensando que ese animal estaba más cerca de lo que pensamos.
¡No
seas exagerado Fer!.- Dijo Tonatzi con tono alargado, o sea estábamos ya
muuuuuy
pachecos
cuando llego la lluvia y escuchamos el aullido , pero los primeros ruidos que
se
oyeron
fue algo que jamás había escuchado antes, era una mezcla de animales, pero bien
raros.
-¿Qué?
¿Cómo es que no recuerdo ni la lluvia? - Exclamó Pedro. – Es bien extraño. Como
cuando
tomas mucho y al día siguiente no recuerdas nada, pero yo ni tome.
-Solamente
estábamos sentados en el mirador y de la nada la lluvia comenzó , pero fue
una
madre lluvia, de esas que caen de golpe.- respondió Emmanuel.- Ya todos en
estado
pacheco
nos paniqueamos porque no podíamos regresar bajando las piedra , era muy
peligroso
por lo que quisimos bajar por el camino convencional, por las escaleras de
piedra
que dan con la taquilla pero tú nos dijiste que ahí si habría policías o
guardias
vigilando
lo cual era una tontería porque ya eran las 3 de la mañana y justo cuando íbamos
a
tomar el mismo camino de regreso escuchamos el aullido de un animal demasiado
cerca.
Lo que
comentaba Fernando, ahora si estaba muy cerca de nosotros. Todos paniqueados
echamos
a correr por el camino de las escaleras sin miedo a lo que los de vigilancia
nos
harían,
solo teníamos que brincar la barda de aluminio, esperando que los agarráramos
dormidos.
En ese momento te perdimos de vista, ya no supimos nada de ti hasta que te
encontramos
tirado cerca de los huertos de San Juan.
El
grupo de amigos siguió conversando, tomando el incidente como una anécdota para
la
posteridad.
Llegada la tarde, los 5 amigos salieron de la casa de Pedro cada uno en
dirección
a su hogar ya que Pedro se sentía muy cansado por el fuerte golpe en la cabeza
que
había sufrido y necesitaba reposo.
A la
mañana del día siguiente Fernando llegó al hotel Tepehuakan en el cual
trabajaba
por
las mañanas como recepcionista. Saludo a su compañero y amigo de trabajo Jenaro
quien
era encargado de la limpieza y jardinería del hotel.
-
¿Cómo andamos Jenaro?
-Pus
ya ves, aquí trabajando. - Dijo Jenaro mientras barría la recepción. - ¿Qué
tal,
siempre
sí subiste a las ruinas?
-Sí,
estuvo bien chido, me fui con toda la banda de amigos. Acá entre nos, no le
digas a
nadie,
que es secreto.
-No,
si ya sabe que soy rete-bueno pa guardar secretos. ¿Y no escucharon el sonido
de
los
sapos? Ves que cuando uno escucha su croac, es porque le están pidiendo agua al
cielo
y
anuncian que lloverá.
-La
verdad no sabría decirte, o sea , escuchamos unos ruidos extraños, pero fíjate
que sí
nos
llovió .
-Tenga
cuidado Fer, en una de esas estuvieron cerca de un Nahual o peor, la bruja del
cerro
los estaba vigilando. De por si no le gustan las visitas.
-
¿Cuál bruja, Jenaro?
-Pues
la bruja Malinalxochitl, esa por la que el pueblo se llama así. Bueno mi apa,
en
paz
descanse, me conto de chiquito que en el cerro de las ruinas habitaba en una
casa
viejísima
la bruja Malinalxochitl, hermana de Huitzilopochtli y que antes de la
conquista
era temida por todos. Este pueblo de hecho estaba lleno de brujos, ahorita ya
no,
pero antes era un lugar donde se daba mucho la magia.
-No
inventes ¿y luego, por qué cuidado con ella?
-Pues
porque no le gustan las visitas, piensa que son enviados de su hermano para
asesinarla.
Dicen que quien se la encuentre ya no vuelve para contarla.
-Como
que no te creo, Jenaro.
-La
pura verdad, de hecho, se han encontrado cadáveres en las faldas del cerro con
heridas
cerca del corazón, como si algo los hubiera arañado, pero no solo eso, también
desaparecidos,
de esos se dice que la bruja los vuelve sus súbditos para adorarla, pero
igual,
nadie vive o aparece para contarlo.
- ¿Y
no será un animal el que mata a esa gente?
-Cómo
cree Fernando, si ningún animal tiene garras tan grandes como las marcas que
deja en
los muertos.
-Me
pones a pensar Jenaro, porque justo recuerdo haber pasado por una casa
abandonada,
bueno creímos que ahí vivía un velador, pero no, nadie.
-Mire
que suerte, de seguro paso por la casa de la bruja y ni lo noto.
-Bueno,
pues si existe al menos estaba fuera de casa ayer, de la que me libre. - Dijo
Fernando
con una risa. Después pensó para sí. “¿Cómo es posible que la gente todavía
crea
en esas historias?”
Llego
la noche, Fernando que se sentía sumamente cansado después de acarrear algunas
cajas
de la bodega a la camioneta de carga de su padre, se recostó. Decidido
recostarse y
descansar,
perderse en las redes sociales de su celular y esperar, así como cada día que
la
noche
cobijara sus ojos y que la última luz que viera fuera la que emitiera su
celular.
Hasta
que en las altas horas de la madrugada el sonido de una canción conocida por él
resonó
en su habitación. Era su teléfono celular y tras contestar, con un somnoliento
“Hola”
se escuchó del otro lado del altavoz la voz de Pedro.
-
¡FER, FER, AYUDAME!
- ¿Qué
paso? ¿Todo bien Pedro?
-Acabo
de soñar con las ruinas. Y, y, y con aquella casa abandonada que encontramos.-
Dijo
Pedro lleno de pánico.
-Pero
¿Qué tiene? Solo era una casa abandonada ¿Qué soñaste después?
-Que
la casa estaba abierta. -Dijo Pedro. -Y yo estaba dentro de ella, pero, pero
era
extraño,
yo no era yo.
- ¿A
qué te refieres?
-Sí,
fue como haber visto todo través de los ojos de alguien más, como un
videojuego, no
pensaba
en moverme o en hablar, yo no controlaba ese cuerpo, era un espectador en el
cuerpo
de alguien o algo. Solo pude ver la puerta abierta de la casa, pero yo me
encontraba
dentro,
bueno no yo, la persona que yo era en el sueño.
-¡No
inventes!
-En
verdad, todavía tengo fresco el sueño, la choza era por dentro un pequeño
cuarto sin
muebles
había repisas de maderas y sobre ellas unos frascos, no recuerdo qué tenían
dentro.
La casa estaba tan vacía y la luz que entraba de fuera tras abrir la puerta era
lo
único
que la iluminaba, una luz demasiado brillante, como si la luna se hubiese
acercado
al
cerro, asomando su rostro.
-
Tranquilo, tuviste una pesadilla sin duda, en verdad que esa noche la tendremos
bien
grabada
en un buen tiempo, pero ya ha pasado, solo fue un sueño. Salimos de esa, mejor
hablemos
de otras cosas para que olvides más rápido lo que soñaste.
Sí,
tienes razón.- Dijo Pedro con un poco de templanza en sus palabras.
Pasaron
la madrugada hablando unas horas más. Fernando se asomo a su ventana para
ver el
cielo estrellado, ciertas constelaciones se divisaban con facilidad, había una
estrella
que
irradiaba más luz que todas las demás. Fernando sabía que ese tipo de estrellas
podrían
ser planetas. Se sintió lleno de vida, encontraba una similitud entre las
estrellas y
los
sueños, ya que había estrellas tan brillantes que pareciera que las puedes
tocar, lo
mismo
con lo sueños cuando se vuelven realidad.
…
La
tarde del día siguiente paso desapercibida por todo el pueblo de Malinalco. En
la plaza
central
las señoras de gran edad vendían frutos metidos en pequeñas cubetas de colores
que
habían cosechado en sus huertos. Los hombres, cuyas canas y arrugas delataban
su
longeva
edad, así como sus padecimientos se divisaban cargando canasta de dulces
típicos;
alegrías, palanquetas, semillas de girasol, cacahuates. Así como a los
alfareros
ofreciendo
su producto sobre una manta azul cielo superpuesta en el suelo rocoso del
pueblo.
Las personas más jóvenes atendían los puestos de comida; tacos, enchiladas,
pambazos,
todos con la misma estética, mesas largas metálicas cobijadas por un mantel
de
plástico acompañadas de grandes canastos de pan para el consumidor y gigantes
jarras
de
aguas de sabores. En un pueblo lleno de vegetación cuyas casas están salpicadas
con
flores
de colores, el sol quemaba el suelo, los pies ardían con solo caminar, pero los
habitantes
del pueblo tan acostumbrados a su día a día se han hecho de pies corriosos.
-¡No,
no, no puedo creerlo! ¡Es que! No, no le creo, Pedro es muchas cosas, pero
nunca
nos ha
mentido será que ese golpe ya lo dejo esquizofrénico. Aparte mando la nota de
voz
al
grupo de whats, lo tomaran de loco ¿Qué hora es? ¡Bahh! 11 de la noche. Deja le
marco.
-Dijo
Fernando en su soliloquio con tono angustiado. ¡No contesta! Seguro estará
hablando
con alguien del crew que también se preocupó.
El día
tomo su curso hasta llegada la noche, las calles a medianoche en plena
oscuridad,
en la
casa de cada uno de los amigos de Pedro se escuchaban las voces de cada
integrante
hablando al auricular de su celular en voz baja.
-Ya no
contesto nada después de su nota de voz ¿Estará bien?
-Deberíamos
ir a verlo. – Declaro la “la china”.
-No,
no, de seguro le dio un ataque de pánico y le han de haber dado unas pastillas
para
dormirlo.
-De
cualquier forma. Mañana tempranito nos lanzamos a verlo. ¿Okay?
-Vale.-
Respondieron todos al unísono y colgaron la llamada.
El
reloj marco las horas. El sol asomaba su rostro entre los montes. Toda la
pandilla se
encontraba
al pie de la ventana de la casa de Pedro. Gritaron su nombre, tocaron la
puerta,
pero
nadie abrió.
-Parece
que no hay nadie en casa amigos. -Comentó Abril.
-Dejen
le marco a sus padres. - Dijo “la china”.
Tras
unos minutos de espera, el teléfono marcaba y marcaba, pero no contestaba
nadie.
Hasta
que por fin se escuchó “Bueno, ¿quién habla?”. La china contestó, colocándose
el
teléfono
al oído. Habló por unos minutos y colgó el teléfono con lágrimas en los ojos,
no
pudo
sostener el llanto como si la tristeza fuese una fuerza que ejerció poder
natural sobre
ella.
Todos estaba atentos a que la china comenzara a hablar.
¡PEDRO
NO ESTÀ! -Dijo la china tras haber parado su llanto. -Sus papás fueron a
Tenancingo
para levantar un acta y conseguir ayuda para buscarlo. Piensan que se escapó
de la
casa. Estaban muy angustiados.
El
rostro de Fernando palideció ante la noticia.
- ¿Y
qué hacemos?
Vamos
a buscarlo. ¡Rápido, hay que separarnos y difundir el mensaje!
-
Amigos. - Hablo Fernando que no había dicho nada tras recibir la noticia. - ¿Y
si en
verdad
lo que Pedro mando en su nota de voz era cierto?
-Sea o
no sea cierto, no lo sabemos Fer. De lo único que estamos seguros es que Pedro
no
aparece y necesitamos encontrarlo. ¡VAMOS! ¡NO TE QUEDES PARADO! - Le
dijo
“La china” quien corrió rápidamente y tras ella el resto del crew menos
Fernando.
Este
tomó su celular para escuchar de nuevo el audio de Pedro el cual había ya
escuchado
tantas veces en la madrugada y le había robado el sueño la noche anterior.
“Amigos,
he intentado callarlo y pocos de ustedes saben, pero no he podido dormir desde
hace
ya dos días enteros. Cada vez que duermo en mis sueños siento que no soy yo,
solo
un
espectador. Y la forma que habito a veces es humana pero sus manos y la piel de
esa
cosa
que soy es escamosa, como las de un reptil. Muy parecida a la piel de las
serpientes
de
aquí. Aquella choza que vimos en las pirámides no estaba abandonada, había
alguien
ahí
cuando pasamos y ahora yo puedo ver cómo nos observaba pasar cuando subimos el
cerro.
Primero vi solamente a través de los ojos de esa cosa el interior de la casa y
pude
deducir
que es una bruja. Nos vi a nosotros de lejos, mientras estábamos sentados en el
mirador.
Todo desde lejos. Ahorita que acabo de despertar, gritando de mi pesadilla, vi
como
atravesó los cultivos de café de donde entramos y estaba caminando por las
calles
del
pueblo, ya de madrugada como si estuviera pasando en verdad, lo que más temo es
lo
que ya
sé. No solo está deambulando por aquí, está buscándome, ya logro encontrar el
camino
al pueblo y ahora viene por mí, en este momento. Temo volver a dormir y soñar
que
veo la fachada de mi casa, que me veo a mi mismo dormido a través de la ventana
de
mi
cuarto mientras alguien está fuera. Porque es alguien no soy yo. Por favor,
necesito su
ayuda,
no sé qué hacer. ¡TENGO QUE BUSCAR UNA SALIDA! Amigos, tengo mucho
sueño.
Mis padres me han dado pastillas para dormir, pero no quiero tomarlas. Tengo
miedo
de no volver a despertar.”
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