martes, 21 de enero de 2025

Bitácora privada


 


Este año, el jurado decidió dividir el tercer lugar de nuestro CONCURSO ESTATAL PENSADOR MEXICANO DE LITERATURA ESCRITA POR NIÑAS, NIÑOS Y JÓVENES entre dos obras totalmente dispares, que muestran la heterogeneidad del certamen, tanto en edades como en temáticas. “Bitácora privada”, del también músico Benjamín Hernández Miranda, de 17 años, originario de San Pedro Xalostoc, muestra una narrativa educada, que ha pasado ya por talleres literarios y cuyo autor manifiesta su vocación de escritor y el deseo de permanecer en las letras de manera profesional. Es extraño que nos lleguen obras eróticas a nuestro concurso, aunque no inédito, pues en años anteriores hemos conocido la visión de niñas, niños y adolescentes en torno a la sexualidad, a veces de manera luminosa, otras tantas también oscuras y conmovedoras. “Bitácora privada” refleja las lecturas de Benjamín hacia uno de los grandes maestros del género: El Marqués de Sade. Una oportunidad para el lector de adentrarse en la conciencia y el alma de un muy joven escritor no pocas veces complejo. Especialmente emotivo es para mí reconocer la formación de Benjamín, pues proviene del taller de mi camarada Aldo Rosales, escritor al que respeto. Esperamos disfruten su lectura:  



Bitácora Privada




Julio 15.

He soñado que, al abrir mi refrigerador únicamente encuentro un nido de ratas muertas.

Al despertar, abro la puerta de mi departamento y volteo hacia el final del pasillo. Empiezo a observar su rostro delgado, con labios como fresas. Bajo la vista y veo por pechos, un par de lunas, delicadas, recorro su vientre hasta llegar a aquel césped que adorna las fronteras del camino hacia el paraíso. Me saluda.

Comenzamos a caminar hacia el elevador. Observo su cabello creando olas excitantes.

Mientras bajamos, me dan ganas de agarrarla y empezar a besar su cuello, pero me resisto.

Al llegar abajo, la veo subir al camión escolar y yo parto. Paso por un supermercado, un cine, tiendas de ropa, hasta llegar a una heladería frente a unas bancas, desde las cuales, observo cómo pasan parejas, unas con prisa, otras molestas. Comienzo a recordar cómo, junto con mi hermano, íbamos a conquistar a quien pasara y nos atrajera.

Escucho las campanadas de la iglesia y entonces, sé que es hora de partir. Camino unas cuantas calles y llego a donde tuve que trabajar durante cinco años obligatorios, un comedor especialmente para personas de mi tipo. Ahí compro el menú de hoy, unos tacos dorados que quién sabe a qué barranco los fueron a recoger. Sigo mi camino, llego a las 2:00 pm al edificio, junto con el camión escolar, Sofía baja de prisa, observo cómo sube al elevador, me apresuro para poder subir junto a ella, pero el elevador cierra las puertas frente a mí.

Vuelvo a llamar al elevador, las puertas comienzan a cerrarse y vuelvo a estar oculto del mundo, solo: tengo miedo, golpeo los cuatro extremos para poder salir, sin resultado, me siento, abrazo mis rodillas, esperando que vengan…, y surge la luz, salgo corriendo hasta mi departamento.

 

Julio 16.

Sofía hoy tiene algo diferente, pero no logro ver qué.

Mientras bajamos en el elevador, la observo por detrás descifrando cuál es la diferencia. No lo logro. Abajo, ella sube al camión escolar; y mientas lo hace yo paro un taxi. Llegamos a su escuela, ella entra y yo, miro tras los barrotes. Sofía no quita la vista de un chico alto, piel marrón claro, con un pantalón largo y unca camisa rosa: yo lo conozco, entran a sus salones y los pierdo de vista. Una lágrima surge de mi ojo izquierdo, observo cómo mi padre se marcha, para nunca más volver, escucho mi voz gritando: «¡Vuelve, por favor!, ¡¡No fue mi culpa!!» se va apagando aquella última letra. Emito un sonido sordo y, vuelvo a estar frente a la escuela, me tambaleo y por poco caigo.

Cuando llega la hora de salida, nuevamente regreso detrás del camión escolar, Sofía baja y subimos los dos juntos, veo cómo su falda se mueve en el aire, llega a su departamento, me aproximo al mío y entro.

 


Agosto 18.

Han pasado muchas cosas desde que no abro esta libreta. Para empezar, he pasado por la revisión de mi supervisor, no tuve ningún problema: su cerebro no sirve más que para caminar, comer y defecar. Revisó mi diario personal, en el que tengo que escribir lo que hago a diario. Si tan solo encontrara esta libreta, me regresa a prisión, pues me prohíben relacionarme con menores de edad y, aún más fijarme en ellas, entonces me inculparían de cualquier crimen y sería perpetua, es por ello que la tengo bien escondida.

Sofía ha cambiado bastante, cuando la sigo, me doy cuenta de que cada día está más hermosa. Aquel chico llega junto con ella los días de escuela; ambos bajan tomados de la mano y me saludan, me da náuseas el pensar que se acuesta con aquel novato, pero sus genes, son los mejores con los que podría estar.

 

Agosto 21.

Hoy es fin de semana y los padres de Sofía vienen para, como ellos dicen, “ver que todo esté en orden”, son los días que más odio, pues no la puedo ver como a diario.

Esta vez, también llegó el chico y junto con él, sus padres: su padre no es muy distinto a él.

Espero a que el pasillo esté en silencio y entonces, voy por mi comida; sabe a estiércol, quemada. Esta vez, me atendió uno nuevo.

Mientras como, veo cómo se intenta escapar; los policías, inmediatamente lo meten a una habitación donde, yo sé que le advierten y amenazan con regresar a prisión. Una hora después salió, lastimado, golpeado, abusado, y regresó al trabajo.

Al volver, llamo al elevador y, al llegar éste abajo, sale Sofía junto con el chico y sus padres, como siempre, Sofía y el chico me saludan, pero no puedo moverme y menos hablar, el padre parece que ve un fantasma, sale como si yo no existiera y se van.

 

Septiembre 25.

No sé cuánto tiempo ha pasado, mis reservas se agotaron, no he visto a Sofía.

Ya tengo hambre, salgo y llamo al elevador, no llega, salen de con Sofía los padres del chico, se acercan a mí, el elevador aún no llega. Intento escapar, pero cada uno cubre un lado, me dirigen a un rincón oscuro, no tengo cómo defenderme, me golpean y luego, me fuerzan a arrodillarme, me abren la boca y solo siento cómo entran y salen de mí, escucho decir: «primero pase usted», siento una mano en mi hombro, y me aparto de inmediato, me golpeo en la pared y quedo dentro del elevador. Todos me miran extrañado, «Hola», los saludo intentando aparentar como si nada hubiera pasado.

«Hola, tío» me dice el padre, pierdo el control. «Perdone, me recordó a un familiar» añade casi al instante. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Debía decirle que sí era yo aquel tío suyo, que tanto le quería y a quien admiraba cuando tan solo tenía unos cuantos años y luego se encargaron de borrar su existencia para salvar el honor de la familia?

No volví a decir nada ese día.

Septiembre 26.

Subimos al elevador, cierra las puertas y lo atoro, el chico intenta apartarme para seguir subiendo, yo saco un cuchillo y lo apuñalo, me acerco a Sofía, la tomo por la cintura y la beso, acaricio su cuerpo, ella no se resiste, vuelvo a accionar el elevador y la llevo a mi departamento. Cada vez que me acerco a ella, tengo miedo de que suceda este impulso.

 

Septiembre 28.

«Disculpe a mi padre por el otro día, seguramente le recordó a su tío que murió cuando él apenas era un niño, dice que era muy cercano a él». Con que muerto ¿eh?, mi familia fingió mi muerte para que fuera olvidado más fácil. Tenía ganas de llorar en aquel momento, pero me detuve; al llegar arriba, ellos salieron y, antes de que desaparecieran de mi alcance, tomé al chico por el brazo, «tu padre no se equivocó, nunca morí» le dije y lo solté, era hora de que se fuera sin saber más.


Octubre 10.

«¿Quieres saber por qué fingieron mi muerte?» le pregunto al chico mientras subíamos en el elevador, él afirmó. «antes de irte, toca mi puerta» terminamos de subir y entro a mi departamento, no pasó ni una hora cuando escucho el sonido de la puerta, me acerco y abro, venía con Sofía. «Sofía, no sé si deberías escucharlo tú también» dije esperando a que ella se fuera, no lo hizo, los pasé les serví té y… vuelve a sonar la puerta.

“no los pueden ver aquí” “¿Dónde los escondo?” vuelve a sonar la puerta, “la última advertencia, ahora van a derribarla”. Sin darme cuenta estoy dando vueltas por la habitación, el chico se levanta, me toca el brazo para tranquilizarme, pero yo lo empujo, cae a donde estaba sentado, “un nuevo guardia” «No fue mi culpa» grito. La puerta me devuelve el grito “cadena perpetua” caigo al piso, abrazo mis rodillas, el chico vuelve a tocarme «no, por favor, no» sollozo, me suelta, escucho cómo el guardia electrocuta a alguien, cierro los ojos, llorando. Cuando los abro, distingo la silueta del chico metiendo algo en su bolsillo, se acerca a Sofía y después, comienza a caminar a la puerta, la abre. “Él los llamó, me quieren llevar a aquel agujero de nuevo”. Entra alguien, mis lágrimas no me dejan ver, me levantan y me sientan en una silla. «¿Qué hace ella aquí?» mi voz apenas se distinguía del llanto, a lado de Sofía, distingo dos siluetas altas, de hombre, «No hice nada» repito una y otra vez. Pierdo el control por completo, no sé qué esperar ahora.  Los recuerdos de lo que viví durante todo ese tiempo me penetran simultáneamente. «¡¡No fue mi culpa!!» Me desmayo.

Al despertar, estoy rodeado por cinco personas dos de ellas paramédicos. Veo a Sofía. «¿Cómo se encuentra?» escucho decir a alguien, seguro es un policía que espera mi última confesión. «Ha despertado» le responden los paramédicos. Se arrodilla junto a mí. «¿Estás bien?» me pregunta con mucha calma, «Soy Pablo, el padre de David» aclara inmediatamente al ver mi confusión, su tono de voz me tranquiliza, «Usted es mi tío». Lo miro y distingo su rostro mientras una lágrima surge de su ojo derecho. Volteo a ver a Sofía y le pregunto cuántos años tiene, «16» me contesta.

 

Octubre 12.

«Tío, quiero saber la verdad» Ahí estaban los tres nuevamente, sentados en mi departamento. «Tengo un problema» confieso con voz temblorosa y apenas audible «Me gustan de una edad específica  de 14 a 16, me relacionaba con muchas. Iba a las plazas con mi hermano menor a cazar, por lo regular, quinceañeras, hermosas,  vírgenes, era fácil y divertido: primero la conquista y en el momento adecuado, poseerlas, pero llegó el día en que cumplí 18 y no pude parar» «tuviste problemas con alguna?» Pregunta David «Sólo con una, yo tenía 22 años, tu padre ha había nacido, llevábamos saliendo más de seis meses, pero una vez, la caja estaba vacía, no quedaba ni uno, pero a ella no le importó y quedó embarazada. Sus padres al enterarse, me acusaron de violarla y terminé en prisión» me dejo sumergir en los recuerdos, en lo bien que se sentía poseerlas, sentir su humedad mientras escuchaba sus gemidos de placer en mi oído, en ese instante, el placer se convirtió en llanto y me escuché a mí mismo, suplicando que pararan. «¿Y el bebé?» pregunta mi sobrino regresándome a la realidad. «la obligaron a abortar».

No noté la cara de desprecio o asco que esperaba por parte de Sofía y David, en cambio, noté preocupación. «¿Pasa algo malo?» pregunté, Sofía agachó la cabeza mientras lo negaba. Realmente estaba preocupada.

Octubre 23.

Al regresar de comer, escucho gritos provenientes del apartamento de Sofía. «!David, ¿Estás estúpido?! ¡Eres mayor de edad! Sofía, ¿Cómo pudiste permitirlo?» escucho cómo la puerta de su apartamento se azota.

 

Noviembre 15.

«Sofía, ¿qué te pasa?» le pregunté al verla llorando. «Estoy embarazada, mis padres ya se dieron cuenta y van a acusar al responsable de violación»

 

Noviembre 18.

«Cúlpame a mí» le digo mientras subíamos en el elevador.  «Cúlpame a mí y vive tu vida con David»  «No puedo hacerlo» me responde a lo cual yo insisto «Así todos estamos a salvo» al ver su cara de confusión le atreví a confesar «Desde que te vi,  me obsesioné contigo,  en más de una ocasión tuve el impulso de atacarte, y ya no quiero hacer más daño a nadie.  Acúsame a mí y así nadie correrá peligro» ella no me respondió, no me dijo qué iba a hacer o qué pensaba. Se fue.

 

Hola:

Aprecio mucho lo que has hecho por mi hijo, Sofía y él me lo contaron todo, te debo una. Decidieron tener al bebé, espero lo conozcas lo más pronto posible. Sofía y David se van a casar después de que ella dé a luz, pero ya te contaré en persona. Te visitaré lo más pronto posible, y si te otorgan la fianza, avísame. La pagaré.

Cuentas con todo mi apoyo, te quiero

Con afecto: Pablo, tu sobrino.

 

Ilustraciones de Egon Schiele



viernes, 17 de enero de 2025

El sueño de la realidad


 

Con el cuento "El sueño de la realidad", Valentina Aldana Díaz, originaria del municipio de Tepotzotlán, se hizo acreedora al segundo lugar de nuestro CONCURSO ESTATAL PENSADOR MEXICANO DE LITERATURA ESCRITA POR NIÑAS, NIÑOS Y JÓVENES en su emisión 2024. El sueño de la realidad es un trabajo de terror psicológico y onírico que no deja de tener dejos de aquella parricida tragedia griega de Electra. Esperamos que a varios de ustedes los deje sin dormir:


El sueño de la realidad


Hola mi nombre es Eva, tengo 17 años, nací el 7 de julio, tengo dos hermanos; el mayor se llama

Mike y tiene 24 años, mi otro hermano se llama Billy, él tiene 20.

Mi madre casi nunca está en la casa ya que la mayor parte del día está trabajando y mi padre está

muerto, por suerte. No me malinterpreten, yo sí quería a mi padre, bueno más o menos; ya que

me presenté les cuento porque digo que por suerte mi padre está muerto.

Cuando tenía 10 años mi padre fue asesinado por el mejor amigo de Mike llamado Damián. El día

del asesinato yo estaba afuera jugando con mis hermanos mi madre estaba trabajando como de

costumbre y mi papá estaba dentro de la casa leyendo como siempre, todo estaba normal como

un día cualquiera, tocaron el timbre y mi papá abrió. Quien tocó fue Damián, el entró a la casa

apuntándole con una pistola a la cabeza a mi padre, mis hermanos y yo no nos dimos cuenta de

esto hasta que escuchamos los gritos de mi madre quién había visto a mi padre de rodillas

suplicando por su vida con un arma en su frente y a Damián gritándo a mi padre que “le entregara

la llave”.


Mi madre fue por nosotros al patio y nos dijo lo que ocurria; a esto mis hermanos y mi madre

entraron a la casa, justo cuando Mike abrió la puerta y entró recibió una herida de bala en su

hombro. Billy y mi madre entraron y cerraron la puerta detrás de ellos, yo decidí asomarme por la

ventana y lo que vi fue a mi padre desangrándose en el suelo con una herida de bala en la frente; a

Billy golpeando a Damián hasta dejarlo inconsciente y adentro mi madre llorando y tapando la

herida de Mike.

Ustedes pensarían que empecé a llorar o sentí miedo o tristeza pero no, no sentí nada de eso, no

le tomé importancia, de hecho lo único que hice fue, subir en silencio a mi cuarto.

Escuchaba las sirenas de las ambulancias llegando y a los policías entrando a mi casa.

En el velorio todos estaban llorando menos Mike y yo, bueno él porque estaba en el hospital pero

no dudo que también estuviera llorando o estuviera triste yo por el contrario no estaba tomándole

mucha importancia a la situación, lo único en lo que pensaba es que quería comer algo después de

eso; sentía una sensación de libertad pero al mismo tiempo algo en mí decía que él seguía vivo.

Después de un año mi madre decidió que nos mudaríamos de casa, el viaje fue largo y tedioso

como de costumbre mi madre iba manejando Mike en el asiento del copiloto Billy durmiendo y yo

escuchando las pláticas de Mike y mi mamá

Al llegar no podía creer cuál iba a ser nuestra nueva casa, era gigante, con un patio igual de

grande. Al entrar lo primero que hice fué caminar por toda la casa viendo que cosas habían dejado

los antiguos dueños; en la cocina no había mucho que ver solo algunos platos y tazas; en la sala

había una chimenea y arriba de ella un cuadro enorme de un señor con bigote y barba, estaba

vestido con un traje de militar; al lado del cuadro había dos espadas muy antiguas, mi mamá me

dijo que tuviera cuidado con eso porque no estaban muy fijas; las escaleras eran grandes y

rechinaban cada que alguien pisaba un escalón; los cuartos de arriba eran muy grandes también.

Después de explorar un poco la casa, salí para ayudar a mis hermanos a bajar las cajas de la

mudanza cada quien se llevó su maleta y su caja a su habitación; mi cuarto era muy grande, tenía

muchísimo espacio y una gran ventana que daba vista al patio. Después de sacar algunas cosas de

la maleta me dormí pues habíamos llegado tarde y tenía muchísimo sueño.

Al día siguiente Billy tenía que ir a la universidad y Mike y mi mamá salieron a buscar un nuevo

trabajo; yo me quedé sola en la mañana, no hice mucho solo acomode un poco las cosas de mi

habitación comí algo y salí a ver qué podía haber en el patio. Lo único que encontré fue un pozo

viejo que soltaba un olor feo, como si hubiera un animal muerto ahí adentro.


Pasaron varias horas y se me hacía raro que Billy no llegara, después pasaron aún más horas y yo

ya me estaba preocupando, estaba anocheciendo y ninguno de los tres había llegado, les marcaba

y no contestaban.

De repente escuché un silbido muy parecido al que hacía mi padre cuando quería llamarnos, algo

en mí decía que lo ignorara pero mi curiosidad fue más grande y decidí ir a la sala ya que según yo

de ahí venía el silbido, estuve un buen rato intentando averiguar de dónde provenía exactamente

el sonido hasta que me di cuenta que venía de la chimenea, moví los troncos y descubrí una llave

vieja, era pequeña y en la parte de arriba tenía un calaca, cuando tomé la llave el silbido sonaba

como si viniera de afuera, yo seguía con curiosidad así que guarde la llave y salí al patio; el silbido

me dirigia al pozo; cualquier persona normal que viera el pozo y percibiera el olor se iría, pero yo

no, asi que me acerque y cuando estaba lo suficientemente cerca para caerme, sentí como alguien

me empujó por la espalda y percibí un olor muy familiar, percibí el olor de mi papá, en ese

momento, extrañamente, despertéMe sentía un tanto desorientada, estaba en mi recamara, despertando; escuché voces que venían

de la sala, pensé que eran mis hermanos y mi madre así que baje; mientras iba bajando por la

escalera me di cuenta que la casa estaba al revés; las cosas que estaban en la derecha ahora

estaban en la izquierda y viceversa.

Yo no entendía que pasaba, una parte de mí pensaba que era un sueño pero la otra sabía que no

lo era, se había sentido demasiado real como para que fuera un simple sueño, al ir a la sala me

quedé paralizada; mis hermanos estaban hablando con mi padre. Yo no creía lo que estaba

pasando: ¿Como mi padre difunto que yo vi morir, vi su cuerpo desangrándose, podía estar ahí

sentado hablando con mis hermanos?- Esos pensamientos fueron interrumpidos con la voz de mi

padre diciéndome: Hola hijita, qué bueno que bajaste, ven, siéntate con tus hermanos, platícame

cómo te fue hoy.

Lo único que salió de mi boca fue decirle: ¿Qué haces aquí, tú estás muerto cómo es posible?

Mis hermanos comenzaron a reír, mi padre también y entre risas me dijo: qué estás diciendo, yo

nunca he muerto y no voy a morir muy pronto, ven siéntate y déjate de tonterías. Me senté al lado

de Billy, yo sabía que algo andaba mal, les dije que me iba a mi cuarto, que estaba cansada; mi

padre me dijo que me esperara que quería hablar conmigo; yo obedecí y me quedé ahí.

Mike y Billy salieron a comprar algo que mi padre les pidió; cuando se fueron, él se acercó a mí y

me dijo: No vuelvas a hablar de mi muerte, no intentes hacer nada, si lo haces, yo me enteraré y no

querrás saber lo qué haré.



Al escuchar esto me dieron escalofríos no sabía qué decir ni qué hacer; escuché llegar a mi madre

y fui con ella, le conté todo lo que me había pasado y me dijo que me dejara de tonterías que mi

padre siempre había estado vivo y que sería mejor que no tocara el tema.

Yo no sabía que estaba pasando, me subí a mi cuarto y cuando escuché que Mike y Billy habían

llegado corrí con ellos a contarles todo; Mike me miró mal y también me dijo que me dejara de

tonterías que mi padre siempre había estado vivo y que sería mejor que no tocara el tema; esto

me espantó aún más. Pensaba que Billy me diría lo mismo, pero me dio un abrazo y me dijo: Por

favor ya no toques el tema, es por tu bien y por el nuestro también; sé que es raro para ti, él no es

tu padre.

Y me dijo al oído, que si había hallado una llave, la guardara muy bien y que no le contara a nadie,

me dijo que cuando estuviera segura de usarla, no dudara en hacerlo y hullera. Después se alejó y

se fue.

Esto me dejó pensando toda la tarde hasta que llegué a la conclusión de que si había llegado por el

pozo podría irme por ahí también. Me dirigí hacia allá y al llegar le encontré clausurado con una

tapa de madera cerrada con candado; la cerradura me pareció familiar vi que era la misma de la

llave y cuando estaba buscando en mis bolsillos para probarla; escuché los gritos desgarradores de

Billy.

Corrí hacia la casa y cuando entré vi a mi madre desangrándose en el suelo con una herida de bala

en la cabeza a Mike con una herida de bala en el hombro mientras Billy estaba golpeando hasta

dejar inconsciente a Damián.

Mi supuesto padre se acercó a mí y me dijo: si vuelves a intentar otra cosa, volverá a pasar, pero

esta vez a tu verdadera madre.

Estaba ocurriendo justo lo que le pasó a mi padre pero esta vez a mi mamá; quería seguir

pensando que era un mal sueño y que en algún momento iba a despertar, pero sabía que esto no

era así; tenía que hacer algo para irme de ahí lo antes posible.

En el velorio, Billy se acercó a mí y me dijo, ya sabes dónde usar la llave, él va a estar vigilándote

ten cuidado; si quieres respuestas ve con Damián, él ya está muerto en ambas realidades, él te

ayudará. Al siguiente día hice eso, fui a la estación de policía donde sabía que estaba Damián y le

pregunté cómo me podía ir de ese lugar, él me dijo que la única salida era el pozo, en la primera

oportunidad que tuviera tenía que lanzarme por ahí, pero tenía que matar antes a mi padre, de

una forma u otra; no me dijo más y se lo llevaron a su celda.

Regresé a la casa donde mi supuesto padre me estaba esperando, tenía miedo de lo que me

pudiera hacer, pero lo único que hizo fue decirme que subiera a mi habitación y me durmiera; la

verdad tenía mucho miedo de quedarme dormida pero el sueño fue más fuerte que mi miedo y

me quede dormida.

Al día siguiente baje con la intención de asesinar a mi papá e irme de ahí lo antes posible; pero en

ese momento escuché su voz detrás de mí diciéndome: hagas lo que hagas no te vas a ir sin que

yo te mate primero, te lo advertí una vez, no pienso hacerlo dos veces-. Después de esto él subio a

la habitación de Billy, sabía que no iba a pasar nada bueno, así que subí corriendo detrás de él para

evitar que le hiciera algo a Billy pero fue muy tarde; al entrar a su habitación vi su cuerpo en la

cama y su cabeza en la mano de mi padre; él volteó a verme; cuando volteó pude ver una cara que

no era de una persona normal; tenía los ojos blancos, su boca era el doble de grande, me sonrió y

pude ver que solo tenía colmillos, sus pies eran de una cabra, sus manos en vez de tener uñas

tenía garras y en la espalda le habían salido púas. Me asusté muchísimo y corrí hacia la puerta

mientras escuchaba su voz monstruasa gritándome: vuelve, es inútil intentar irse de aquí, no

parare hasta matar a cada persona que se cruce en mi camino para lograr mi objetivo-

En ese momento recordé las palabras de Damián, así que corrí hacia la sala y agarré la espada que

estaba junto al cuadro de la chimenea; justo cuando la agarré sentí una arañazo en mi pierna; yo le

dí un espadazo en la cara y me fui lo más rápido que pude. Solté un grito pidiendo ayuda, el dolor

era muy fuerte y caí al suelo; alcancé a ver a Mike, le pedí ayuda; cuando se estaba acercando a mí

vi como él lo cortaba por la mitad; no podía creer lo que estaba viendo, me levanté lo más rápido

que pude e intente correr hacia la puerta.

Cuando estaba intentando abrirla sentí otro arañazo pero en mi espalda el me volteo y me ahorcó

me estaba levantando del cuello mientras reía; con la fuerza que aún tenía, le enterré la llave en

su mano, se la enterré con tanta fuerza que fue suficiente para que me dejara; agarre aire y subí al

segundo piso estaba buscando una forma de escapar y me dirigí a mi cuarto ya que la ventana

daba justo al pozo; era el momento de saltar e irme, pero sabía que tenía que matarlo antes.

Recorde que Billy tenía un arma guardada en su cuarto después del asesinato de mi padre; corrí a

su habitación y la encontré; escuchaba como subía las escaleras y su risa se escuchaba cada vez

más cerca; regrese a mi cuarto, abrí la ventana y me escondí detrás de la puerta; cuando entro me

subí a una caja que tenía al lado y salte sobre él, le puse la pistola en el centro de su cabeza y

dispare; no espere ni un segundo y salte por la ventana; me lastime muchísimo pero caí en varios

arbustos; corrí hacia el pozo, lo abrí con la llave y salté dentro.

En ese momento escuché la voz de Billy diciéndome: despierta ya llegamos, ahora tú fuiste la que

se durmió todo el viaje.


Cuando abrí bien los ojos, me percate que Mike estaba sentado al lado de Billy lo cual se me hizo extraño, cuando vi quien venía sentado en el asiento del copiloto, un escalofrío recorrió mi cuerpo, era mi padre; no podía creer lo que estaba viendo, bajamos del auto y conté todo lo que había pasado a Billy, él se rio y me dijo que estaba loca, que nuestro padre nunca había fallecido; en ese momento oí la voz de mi padre diciéndome: que te pasa hijita, por qué estás tan rara conmigo? antes de que pudiera contestar algo, Billy se adelantó y le dijo todo lo que le había platicado; por lo que mi madre y Mike también escucharon, los cuatro se fueron y entre risas mi papá me dijo: no digas tonterías hija, fue solo un sueño, mejor ven y ayuda a bajar las cosas. Después de un rato, decidí creerles, pues tuve suficiente tiempo para soñar todas esas cosas y la verdad estaba contenta de que fuera solo un sueño; estaba feliz de ver a mi familia completa otra vez. En la noche mi papá entro a mi habitación, me dio las buenas noches, me abrazo y me dijo: un simple disparo no me puede matar.-

Después de decir eso comenzó a reír, me quede paralizada viendo como agarraba la llave y salía de mi habitación.



Ilustraciones de
Ilustraciones del argentino Santiago Caruso



lunes, 13 de enero de 2025

Rubén Blades y el niño cochino (no me metan a bañar)

 



Con el cuento Rubén Blades y el niño chochino (no me metan a bañar) el niño Rodolfo Angón Loginos,
 originario de Naucalpan, ganó el primerísimo lugar de nuestro CONCURSO ESTATAL PENSADOR MEXICANO DE LITERATURA ESCRITA POR NIÑAS, NIÑOS Y JÓVENES en su emisión 2024. El jurado se decidió por este trabajo por considerarlo heredero de la mejor literatura latinoamericana contemporánea, y manifestaron que les recordó a la obra del colombiano García Márquez y del cubano Alejo Carpentier. Digamos que este cuento, más que una narración, es una salsa...esperamos lo disfruten:



Rubén Blades y el niño cochino (no me metan a bañar)


El pequeño Bruno era un niño de tan solo seis años de edad, al que le gustaba mucho bañarse mientras sus abuelos ponían y cantaban con un disco muy antiguo, de esos de vinilo del cantante Rubén Blades, se llamaba: Mucho mejor, uno de sus mejores trabajos musicales. Para el pequeño era el único disco que podía hacer que le dieran ganas de meterse al agua y dejar que sus padres le tallaran el cuerpo con ese estropajo que en momentos se volvió un micrófono perfecto para poder cantar en el escenario del baño.

Con esa onda tropical, feliz y bailable que solo la salsa puede ofrecer a sus

escuchas en cada una de las notas que tocan esos artistas. Ese enorme grupo de

músicos que con mucho esfuerzo soplan los instrumentos de viento y cualquier otro

metal, golpean las percusiones con mucho ritmo y rasgan las cuerdas de todos los

instrumentos. Ese chiquilín danzaba sin cansarse en la tina del baño, mientras su

mami le tallaba la espalda, los pies y todo lo que niño no alcanzaba a hacer por sí

mismo.

El hogar donde vivían Bruno y sus padres era muy extraño, eran dos casas juntas,

pero separadas (al menos eso decían los papis del pequeñín), esto se debía a que

compartían el jardín y su techo con la casa de sus abuelos. Como en muchas casas

de familias mexicanas, los abuelos les regalan el terreno que tenían al lado de su

hogar a su hijo para que vivieran cerca de ellos y la familia nunca se alejara,

sumado a que los abuelos querían estar todo el tiempo posible con su pequeño

nieto (que además era el único que tenían).

Todos en el barrio sabían que en otra época, el hogar del pequeñín, era solo una

casa y que su padre creció ahí, como ahora hacía Bruno. Lo único que distinguía a

los dos domicilios era el color azul de la casa de sus padres y el color verde de la

de sus abuelos, sin olvidar el característico sonido del timbre que tenía cada una de

las puerta.

El gusto por la música de salsa era una condición heredada de sus abuelos, los

cuales adoraban bailar y tocar la guitarra en algunas fiestas familiares, una pareja

siempre feliz.


Cada que Bruno se iba a bañar, Laura, su madre, les gritaba a sus suegros que

pusieran el disco de Rubén Blades para que él niño supiera que era la hora del baño

y se pusiera a bailar. La abuela que siempre tenía la ventana abierta para estar al

pendiente de su nieto, acercaba las bocinas a la puerta trasera que daba al jardín

compartido, sacaba el disco que parecia un freesbi negro y lo reproducia para que

Bruno pudiera escuchar bien lo que sonaba de ese tocadiscos (que ya parecia una

pieza de museo).

El pequeño amaba el ritmo de la salsa como nada en el mundo, sus padres ya se

hacían a la idea de que cuando fuera mayor se dedicaría al baile de los ritmos

latinos, a tocar algún instrumento o quizá sería un gran cantante como Ruben

Blades, el próximo Bruno Blades. No obstante, poco a poco ese disco dejó de sonar

tan bien como lo hacía, la calidad se perdió, se saltaba canciones por lo dañado que

estaba y un día, dejó de reproducirse la hermosa música. Lamentablemente, Bruno

ya no quería bañarse y juro no hacerlo hasta que le regresaran el disco que tiraron

a la basura.

El viejo disco de vinilo se desgastó mucho por el uso constante que se le daba y que

durante un tiempo ya ni siquiera lo sacaban del tocadiscos para que Bruno fuera

feliz al bañarse. Las rayaduras eran extremas, que ya sólo servía para jugar al

frisbee en el parque con el perro.

Aquella reliquia fue un regalo de aniversario que la abuela le dio a su esposo, pues

cuando eran jóvenes les gustaba ir a bailar salsa todos los fines de semana en los

salones de la Ciudad de México. Les encantaba recordar esos tiempos escuchando

ese y otros discos viejos para rememorar la juventud perdida.Sin embargo, sabían

que todo por servir se acaba.

El pequeño ya no quería bañarse nunca más y lloraba desconsoladamente cada

que abrían el grifo de la regadera o algún familiar le recordaba el disco que ahora

estaba camino al basurero municipal. Se declaró enemigo de la regadera, alérgico al

jabón y adversario del agua.

Sus padres estaban tan desesperados por el fuerte olor que empezaba a emanar el

niño después de unas semanas de no bañarse y seguía jugando con la tierra como

siempre lo hacía, nunca paró de correr detrás de sus amigos en la primaria,

tampoco detuvieron las clases de karate donde siempre salía sudando y con muy

mal olor.

Los abuelos también se preocupaban por el pequeño y buscaron en muchas tiendas

de música el viejo disco de Rubén Blades, pero no lo tenían en ningún lugar, ya

estaba descontinuado de todos los catálogos y mandarlo a pedir era muy tardado,

además de que no les daban aseguraban que lo fueron a encontrar, sin contar que

los pedidos especiales salían muy caros.

Los padres trataron de confundir al niño con otros cantantes de salsa como: Willi

Colon, Juanito Alimaña, Héctor Lavoe, Frankie Ruiz, Celia Cruz, Cheo Feliciano,

entre muchos otros salseros de alto nivel.



Sin embargo, Bruno conocía muy bien la voz de su ídolo a la hora del baño y solo terminaban hacían que se enojara al querer engañarlo con esa música que no era la de RubénBlades.

Ya cansados y después de dos semanas de que el pequeño no se metiera al agua,

le llevaron una gran variedad de discos de diferentes tipos de música y artistas,

pensaban que quizás alguno de esos músicos le terminarían gustando lo suficiente

para que se metiera de nuevo a la tina y el olor tan fétido que empezaba a salir de

su habitación desaparecería con el tiempo.

Cuando pusieron la cumbia de Celso Piña a Bruno, le dio una hambre incontenible y

comía todo lo que había en la cocina. Como si de un animal salvaje se tratara,

arrasaba con el alimento, de pronto el refrigerado y la alacena estaban vacías,

acababan de comprar cinco kilos de carne y dos de huevo, que ahora estaban en el

estómago del niño.


Intentaron con el Rock and Roll de Elvis Presley, pero el niño no dejaba de correr

por toda la casa, ahora tenían un torbellino que no podía parar en su pequeña casa

y aunque trataron de detenerlo, no podían alcanzarlo con esa enorme velocidad. A

su madre se le ocurrió parar la alocada música del copetudo y solo así, Bruno se

detuvo.



Optaron por qué el nuevo género musical fuera más moderno y compraron discos

de The Killers, unos gringos con canciones bien movidas que solo hicieron que

Bruno empezará a saltar por toda la casa, menos en el baño, le echaron la culpa a

la nacionalidad y el que el niño no entendía lo que decían por estan en ingles.


Regresaron a la tienda de discos y compraron música de un artista argentino que

les recomendaron mucho, un tal Charly Garcia, que solo hizo que el niño empezara

a hablar diferente a como normativamente lo hacía y les dijera;

—¡Qué quilombo! che, mejor dejame tranquilo y ponte esas canciones que

suenan re grosa, viejo. Servirme un mate y hagamos un asado con toda la

familia—.



Los padres estaban cansados de esos malos experimentos, no obstante, no se

darían por vencidos tan fácilmente y le llevaron música ranchera (lo mexicano al

menos le quitaria ese raro acento). Fue turno de Vicente Fernandez, que lo único

que hacía era que el pequeño se pusiera a golpear todo lo que se cruzaba en su

camino y tratar de montar al perro como si de un caballo salvaje se tratara, ahora ni

los animales estaban a salvo.


Ya no quedaban muchas opciones musicales para ponerle a escuchar al niño y se

decidieron por el tranquilo Reggae de Bob Marley que escuchaban cuando ambos

eran más jóvenes, esto solo hizo que se durmiera profundamente y empezara a

trenzar su cabello para hacerse unas rastas como aquel músico Jamaiquino.



El papi de Bruno trajo un disco que escuchaba siempre en el auto, un álbum de

música electrónica que si bien, hizo que el Bruno fuera al baño, no pudo hacer que

se metiera a la regadera, sino que hizo que no lo pudieran quitar del excusado y

ahora la casa olía peor de lo que antes lo hacía.

No encontraban la música adecuada y  ya no conocían a otros artistas.

Uno de sus vecinos solían poner a Juan Gabriel en sus fiestas, los padres del

pequeño que cada día olía peor le pidieron prestado aquel disco e hicieron otro

intento, pero volvían a fallar, Bruno ahora usaba un vestido de su madre y le

hablaba a mariachis inexistentes.



Los experimentos fracasaban uno tras otros; danzón, cumbia, rock and roll,

rancheras, mariachi, norteñas, tango, baladas, salsa y todos los demás discos que

encontraban en las tiendas de música provocaba que el niño hiciera cualquier cosa,

menos meterse a la regadera como ellos querían.

Ya habían pasado tres semanas desde que no se bañaba y todos estaban

desesperados porque se diera una ducha. Trataron de hablar con él, pero no les

hacía caso, la pérdida de la música de RubénBlades causaba una nueva faceta del

pequeño, que antes obedecía sin chistar a los padres y abuelos.

Hicieron planes para bañarlo de alguna manera; trataron de rociarlo con la

manguera del jardín cuando se ponía a jugar, otro día le lanzaron globos con agua y

jabón, pero él era muy ágil y lograba esquivarlos en todas las ocasiones, como si

tuviera los reflejos de un gato.

También fallaron cuando trataron de engañarlo, puesto que en otra ocasión lo

intentaron de timar con darle dulces si entraba a la ducha, él lo hizo, pero nunca le

abrió al grifo para que saliera agua, era un niño muy astuto que logró ganarles a sus

padres y abuelos sin muchas complicaciones.

Un mes y el niño no se bañaba, hongos le salían en los pies, las moscas lo

rodeaban, tenía tanta tierra en las uñas que le empezaban a crecer pasto en ellas,

una nube verde con olores terribles emanaba de él y sus padres tenían que taparse

la nariz con papel higiénico para no vomitar, aunque algunas veces eso ya no

funcionaba.

Los discos se amontonaban en la sala de la casa de los abuelos, el olor del niño

inundaba el ambiente como si un vagabundo viviera ahí y ya nadie de la familia

quería visitar la casa del niño, ni la de los abuelos, pues creían que un zorrillo vivía

en su casa.

La mamita de Bruno cocinaba pescados, pancita, tripas de res, hígados, queso con

olor a pies y otras delicias culinarias que al cocinarlas pudieran contrarrestar el

fuerte olor que había en toda la casa y que fuera más agradable que el de su hijo

emanaba.

Ya no querían jugar con él en la calle y algunos niños le empezaron a apodar como

el aceite, porque no se mezclaba con el agua. Los vecinos tenían miedo que si se

bañaba en ese estado se fuera a tapar el caño de toda la calle y les decían a sus

padres que lo mejor era que lo rociarán con una manguera de bomberos, para que

se le despegara toda la mugre, ademas les aconsejaban de que no olvidaran detrás

de las orejas, ombligo, entre los dedos de los pies y el cuello, pues ahí siempre se

escondía la mugre.

Todos se estaban dándose por vencidos para que él niño se metiera a bañar, ya no

buscaban nueva música que lo hiciera que entrara la regadera, tampoco trataban de

engañarlo porque era muy listo y siempre él era el que los engañaba. La única que

no dejaba de intentar que el niño se bañara, era su abuelita y fue ella la que tuvo la

idea de invitar a un muy muy antiguo amigo suyo a la casa.

Un día los padres llegaron del supermercado acompañados de Bruno, todos

sacaban las bolsas del mandado y desde la ventana la abuela los invitó a que

pasaran a su casa. El niño sabía que era la única que no se rendía y dudaba de sus

buenas intenciones, pero no quedaba otra más que entrar y preparar la huida, por si

de una trampa se trataba.

Cuando abrieron la puerta el niño entró muy orgulloso de que llevaba casi tres

meses sin bañarse y ahí lo vio, en la sala, estaba su ídolo de la hora del baño

sentado con una taza de café. Brunito sabía bien quién era, aunque solo lo había

visto en la tapa del disco de sus abuelos, no había duda, era Rubén Blades.



El niño corrió a abrazarlo, pero Rubén Blades lo detuvo y le dijo que primero tenía

que bañarse, el niño se negó porque no había música que lo inspirara a meterse a

bañarse.

- Haberlo dicho antes, nene, nos ponemos a cantar- dijo sonriendo mientras cantaba

la canción de Pedro Navajas.

Como si se tratara del flautista de Hamelin cuando él empezó a cantar, el niño se

apresuró a bañarse hipnotizado con su música.

Los padres del pequeño niño están sorprendidos de que se fuera a bañar tan

fácilmente y porque Rubén Blades estuviera en casa de los abuelos, sentado como

si de cualquier amigo suyo se tratara. Sabían bien que ya no encontrarian otro disco

como el que antes tenían y se les ocurrió empezar a grabar como cantaba para

después hacer que su hijo se bañara todos los días.

Después de una hora remojándose en su tina para que se le quitara la mugre

acumulada, el niño salió como nuevo; las moscas abandonaron la casa, todos se

pudieron quitar los tapones de la nariz, los hongos de sus pies se fueron por el

drenaje sin tapar los caños como los vecinos temían y así pudo abrazar a Rubén

Blades antes de que se despidiera, pues ese día tenía un concierto que dar, al que

toda la familia fue invitada.

A las pocas horas la familia se enteraron que Rubénles había regalado el disco

personalmente a los abuelos hacía muchos años, pues les conocían como los

mejores bailarines de un viejo salón donde todos los viernes danzaban al ritmo de la

salsa.

Desde ese día, aunque sus padres grabaron el concierto personal a la hora del

baño, Bruno no necesitaba la música de Rubén Blades, ya la tenía en su corazón.

Nunca más hubo mal olor en esas casas, los hongos solo estaban en la comida, los

niños de la cuadra ya jugaban con él y le decían el perfume, pues siempre olía a

flores. La música es parte de su vida, como la mayoría de la gente, sus abuelos le

enseñan a bailar y sus padres a cantar.

A
Rodolfo Angón con don David Maya, patrocinador de nuestro concurso, en El Sitio Maya